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Después de una larga investigación, Pablo Uribe (izquierda) y Rob Baines, su socio, concluyeron que el néctar del agave era el endulzante perfecto para hacer más saludable el yogur helado.

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Furor en Londres

Un colombiano tiene enloquecidos a los británicos con Snog, una marca de yogur helado con frutas. Entre sus clientes habituales están desde Kate Middleton hasta la hija de Madonna.

18 de junio de 2011

En medio de los preparativos de la boda del príncipe William y Kate Middleton, una de las peticiones de la joven fue incluir en el bufé yogur helado de la tienda londinense Snog. El hecho sería una simple curiosidad en el país de no ser porque el dueño de dicha marca es Pablo Uribe, un arquitecto colombiano que vive en el Reino Unido desde hace 16 años. El Palacio de Buckingham efectivamente llamó a solicitar el producto días antes del matrimonio, pero al final cuestiones de logística impidieron complacer el capricho de la duquesa de Cambridge.

Así como Kate, celebridades como la cantante Lilly Allen; Lourdes, la hija de Madonna, o los Jonas Brothers son clientes habituales de Snog, la empresa especializada en yogur premium con frutas que Uribe creó con el canadiense Rob Baines en Londres, en 2008. Ellos son considerados los pioneros del fro-yo, como se le conoce a ese producto en el Reino Unido. La fórmula es aparentemente sencilla: hacer un alimento natural, bajo en calorías, con una imagen atractiva. "Queríamos algo saludable que la gente pudiera comer más de una vez a la semana sin remordimientos -explica Pablo-. Que fuera el complemento alimenticio de una dieta".

El concepto resultó ser tan novedoso que hoy ya tienen cinco locales en Londres, uno en Río de Janeiro y otro en Dubái. Dentro de pocos días abrirán el primero en Colombia en el parque Lleras de Medellín, y en los próximos meses estrenarán varias sedes en Kuwait, Qatar, Arabia Saudita y Pakistán. El mercado se ha expandido a tal punto en los últimos años que algunos expertos creen que las tiendas de yogur competirán con las tiendas de café, o coffee shops, que florecen en Estados Unidos y Europa.

Por estos días Pablo se encuentra en Medellín, su ciudad natal, ultimando los detalles de la inauguración. Nieto por el lado paterno del empresario Vicente Uribe Rendón, expresidente del Banco Comercial Antioqueño, actual Banco Santander, proviene de una familia de emprendedores. Cuando terminó el bachillerato en la capital antioqueña, se fue a Bogotá a estudiar Arquitectura en la Universidad de los Andes. Dice que el interés por el diseño se debe a que creció con un papá publicista y una mamá experta en finca raíz. Siempre fue un alumno destacado y recuerda con especial cariño a sus maestros los arquitectos Daniel Bermúdez y Luis Restrepo.

Luego de graduarse de la universidad, se fue a Londres a cursar una maestría en Urbanismo. Pensaba regresar a Colombia al terminar, pero al final decidió quedarse y fundar Studio Uribe, una oficina de arquitectura y diseño con la que construyó, entre otros proyectos, una casa en Miami para la firma Calvin Klein. Al poco tiempo, se asoció con Baines, quien tenía experiencia en la banca de inversiones, y juntos crearon una tienda de café llamada Tintocoffee, que hoy ya es todo un ícono en Fulham Palace Road. Tuvieron éxito, pero pronto se dieron cuenta de que el negocio no estaba en la tradicional bebida, sino en los yogures. "Queríamos expandirnos, pero la competencia es muy dura porque hay muchas cadenas de café", explica.

Entonces se dedicaron a investigar las propiedades del yogur y descubrieron que para hacerlo más saludable podían usar un endulzante mexicano extraído del agave, en lugar de azúcar procesado. La fórmula era inédita, y aunque al principio les fue difícil conseguir un local porque los propietarios no querían arriesgarse con un negocio desconocido en ese momento, finalmente encontraron un sitio en South Kensington. "Fue una suerte haber llegado ahí, porque es una zona muy concurrida y una vitrina muy buena", admite Pablo. Así fue como, en 2008, inauguraron en ese distrito la primera tienda Snog, que quiere decir 'besar' en la jerga urbana de los jóvenes londinenses de hoy.

Para dar a conocer la marca, en vez de contratar a una agencia de publicidad, invirtieron en una página web atractiva y fácil de navegar. Las redes sociales también fueron claves a la hora de posicionar el nombre, y en poco tiempo abrieron otros locales en zonas exclusivas como Covent Garden, Soho, Westfield y King's Road. "Desde el principio, también empezamos a recibir ofertas. Nos llamaban jeques de países de Oriente Medio para pedirnos que les vendiéramos la franquicia".

Otro atractivo de las tiendas es su diseño interior. Pablo tenía claro desde el principio que, para competir con el comercio callejero, los locales debían ser muy llamativos. "Queríamos que fuera una experiencia sensorial y se nos ocurrió recrear un día de verano británico. Así, por ejemplo, en la tienda de Kensington el piso es de pasto, las paredes son flores silvestres, los asientos son en forma de hongo, en el techo hay pantallas que proyectan el cielo y un DJ del este de Londres hace la música para ambientar el lugar". Los principales consumidores de Snog son los jóvenes, y es muy común que antes de irse de rumba pasen a comprar un yogur.

Hoy Snog no solo tiene sedes en otros países, sino que además ha vendido más de diez mil copias de su primer libro de recetas, publicado en abril. A pesar de que Pablo y Rob viajan constantemente entre Miami y Colombia, donde tienen propiedades, procuran estar muy pendientes de la empresa y por eso visitan los almacenes varias veces a la semana. "La longevidad del negocio está en cuidar cada detalle y en ofrecer un producto de alta calidad -resume el antioqueño-. No se trata de hacer plata rápido, sino de crear una marca que perdure".