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¿Futura reina?

La publicación de una carta de amor y la bendición del arzobispo de Canterbury desatan ola de rumores sobre una próxima boda entre Carlos y Camilla.

4 de julio de 2004

Camilla Parker-Bowles siempre ha sido considerada la villana que le hizo la vida imposible a la dulce Lady Di. Por más de que su relación con el príncipe Carlos de Inglaterra lleve más de 30 años nunca ha dejado de ser 'la otra', ni siquiera con la muer-

te de la esposa de su amado.

Andrew Morton, biógrafo de la princesa de Gales, acaba de publicar un libro titulado Diana: in pursuit of love (Diana: en la búsqueda del amor) en el que revela el contenido de unas cartas que

Camilla le escribió a Carlos cuando ambos todavía estaban casados. En una de las misivas se refiere a la princesa como una "criatura ridícula", lo que podría contribuir a su imagen como la mala del paseo. Más porque Morton cuenta el dolor que sintió Diana cuando en 1991, un año antes de su separación, descubrió el texto en el maletín de su esposo durante unas vacaciones en el castillo de Balmoral.

Sin embargo, si se mira la carta con otros ojos, Camilla pierde un poco su carácter de malvada y se transforma en otra víctima de un amor imposible de más de tres décadas: "Mi cariño más preciado (...) añoro estar contigo día y noche, abrazarte, consolarte y amarte, le escribió a Carlos. Mi corazón y mi cuerpo sufren por tu ausencia".

Detalles como este hacen pensar que dentro de algunos años Camilla Parker-Bowles será recordada como la protagonista de una de las grandes historias de amor de todos los tiempos. El príncipe la conoció cuando tenía 23 años en un partido de polo. Ella, 16 meses mayor que Carlos, no tardó en dejarse ver como una mujer divertida y liberada: "Mi bisabuela y tu bisabuelo eran amantes. ¿Qué te parece la idea?". Con esta referencia a Alice Keppel y Eduardo VII se presentó ante el joven heredero. No se necesitó más para que Carlos y Camilla empezaran un apasionado idilio, a pesar de que ya para entonces ella salía con Andrew Parker-

Bowles, su futuro esposo. Como a todas luces la joven no cumplía con los requisitos para ser la esposa del heredero, la relación terminó temporalmente.

Pero para que este romance pase a la historia como el mejor cuento de hadas necesita un final feliz, que para casi todo el mundo no es otro que un matrimonio convencional. En los últimos años la posibilidad de una boda ha sido un rumor constante. Primero fue un tímido beso en la mejilla en público que se convirtió en todo un acontecimiento nacional. Luego a Camilla la invitaron a algunos actos del Jubileo Real en 2002 y el año pasado fue una habitación para ella en Clarence

House, la nueva residencia del príncipe. Además, el dolor del pueblo británico por Lady Di se ha disipado a siete años de su muerte y adicionalmente, con el fallecimiento de la reina madre, desapareció la principal enemiga del matrimonio de la pareja.

Pese a los avances, la Iglesia Anglicana ha sido el mayor obstáculo para esta unión pues no ve con buenos ojos los matrimonios entre divorciados. Sin embargo, el camino rumbo al altar podría estar despejándose. Hace unos días sorprendieron las declaraciones de George

Carey, ex arzobispo de Canterbury, quien hasta hace pocos años fue la mayor autoridad religiosa de esta Iglesia: "Carlos es el heredero al trono y la ama a ella. Lo natural es que se casen. La fe cristiana está basada en el perdón (...) No hay duda de que ha habido una fuerte relación amorosa que ha perdurado todos estos años". Aunque en esta ocasión el actual arzobispo Rowan Williams no se ha pronunciado públicamente, él siempre ha manifestado su oposición al enlace pero se rumora que en privado podría haber dado su bendición a una eventual boda.

Los últimos acontecimientos motivaron al periódico londinense The Times a medir la opinión de los británicos. El 32 por ciento está de acuerdo con el matrimonio, el 29 se manifiesta en contra y la mayoría, el 38 por ciento, afirma que no le importa la decisión que tome el príncipe pero no está de acuerdo conque Camilla se convierta algún día en su reina.

A las voces de la Iglesia que han empezado a dar su consentimiento se suman las de algunos expertos en la monarquía que consideran que para los súbditos será más fácil aceptar una boda mientras ella no obtenga el título de reina cuando Carlos finalmente acceda al trono: "Nadie se quejó cuando el duque de Edimburgo no fue nombrado rey Felipe cuando Isabel II fue coronada. Y de la misma manera, el esposo de la reina Victoria era el príncipe Alberto, no el rey Alberto", argumentó Robert Lacey, biógrafo de la reina, al periódico Daily Mail. Para él la solución sería que una vez casada con Carlos, Camilla se convirtiera en duquesa de Rothesay, uno de los títulos del príncipe. De esta manera también se evitaría herir la susceptibilidad de los seguidores de Diana, para quienes no puede haber una segunda princesa de Gales.

Otra de las teorías que juega a su favor es que se estima que un tercio de las parejas británicas que contraen matrimonio terminan divorciándose y que muchas de ellas vuelven a casarse, algunas veces en una unión religiosa. "¿Por qué únicamente a Carlos y a Camilla se les debe negar esa oportunidad? (...) La verdad es que la monarquía siempre se ha adaptado para reflejar la naturaleza cambiante de la sociedad", opina Lacey, para quien esta es la única manera de que la institución perdure. No todos piensan lo mismo. "El esposo de Camilla todavía vive y por consiguiente cualquier matrimonio sería una unión adúltera", explica el reverendo George Curry, un líder del ala conservadora de la Iglesia Anglicana. Paradójicamente esta congregación nació en el siglo XVI para legalizar el segundo matrimonio de Enrique VIII (con Ana Bolena) cuando el papa Clemente VII se negó a anular su unión con Catalina de Aragón, su primera esposa.

Sin duda el mayor impedimento es que si Carlos llega a ser rey se convertiría por derecho en supremo gobernante de la Iglesia Anglicana. "Él no puede salirse de las enseñanzas de la Iglesia de la que será cabeza titular, aun si es animado a hacerlo por el actual y el anterior arzobispos de

Canterbury", opinó en el Daily Mail Stephen Glover, experto en monarquía. Para otros la solución a este impasse es que se realicen las reformas pertinentes para que la unión entre la Iglesia y el Estado se rompa, de manera que el monarca no sea el líder de la iglesia. Los detractores de la relación opinan que la única opción para que estén juntos es que Carlos abdique al trono como lo hizo Eduardo VIII para casarse con Wallis Simpson, una plebeya divorciada. Pero no hay indicios de que Carlos tenga la intención de renunciar a la corona por amor, pues al parecer tiene tantas ganas de ser rey como quizá Camilla de ser reina.

Con un panorama cada vez más favorable a la unión, ¿qué espera el príncipe? Hace algún tiempo, cuando le preguntaron sobre una posible boda con su eterna novia, respondió: "Quién puede saber que nos tiene reservado el Señor, uno no puede estar seguro de nada". Y mientras se decide, el tiempo pasa y Camilla sigue en el limbo, sin ningún estatus: ¿amante?, ¿pareja oficial?, ¿princesa consorte?