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GATO ENCERRADO

Durante 50 años los expertos atribuyeron a Leonardo da Vinci un cuadro que nunca pintó.

31 de diciembre de 1990

Pocas veces un testamento ha causado tanta sorpresa y revuelo en el mundo del arte. Pero esta vez, el legado de un anciano paisajista italiano puso al descubierto si no una de las mayores si una de las más largas farsas artisticas de este siglo. El hecho, ha puesto en ridículo a los expertos en la pintura de Leonardo da Vinci.
Se trata del cuadro "La Virgen y el gato", que durante 50 años figuró en los catálogos como una de las obras del genial maestro florentino. Hasta el pasado 3 de noviembre, cuando los herederos de un desconocido y humilde artista, Cesare Tubino, abrieron el testamento y se enteraron de que el famoso cuadro no era obra del autor de La Gioconda, como siempre secreyó, si no una falsificación hecha por su ingenioso abuelo.
La obra fue colgada por primera vez en 1940, durante la Trienal de Milán, en una exposición dedicada al insigne Leonardo. Esta curiosa historia se originó con la idea de un artista humilde y desconocido de querer gastarle una broma a los críticos de su época; sin embargo, su pintura terminó engañando a los especialistas durante medio siglo. Tubino, que conocía sus dotes para imitar a los grandes pintores, decidió desafiar a los pedantes organizadores de la exposición y poner a prueba sus habilidades artisticas.
Pero la farsa tenía una base sólida.La Madonna de Tubino se basó en algunos bocetos originales de Leonardo da Vinci. Por medio de una sofisticada técnica de calor y frío gradual, el falsificador "envejeció" la tela que representa a la Virgen con el niño en brazos, acariciando un gato. A la única persona que el artista puso al tanto de sus intenciones fue a su amigo, Carlo Nora, quien entonces se apareció con el cuadro ante el director de la exposición sobre la obra de da Vinci, afirmando que era un tesoro que su noble familia había guardado en secreto durante años.
El regocijo del director por haber encontrado "una obra perdida de Leonardo" no tuvo límites. La critica se deshizo en elogios sobre el cuadro, mientras Tubino celebraba en silencio su maestría para el engaño. Las dilataciones artificiales realizadas por Tubino pasaron la prueba de las radiografías y los expertos dictaminaron la originalidad de la obra. El suceso se dio a conocer en el mundo como uno de los hitos de la Trienal de Milán de ese año.
Posteriormente, Tubino tuvo un gesto de arrepentimiento al darse cuenta de que su broma había llegado demasiado lejos. Pero cuando se decidió a confesar a su familia que realmente era él quien había pintado "el nuevo Leonardo", nadie le creyó. Y aunque en los años siguientes, varias veces se abrió la polémica sobre la auntenticidad de "La Virgen y el gato", estas acusaciones nunca prosperaron por una simple razón: de las 90 obras que existen de Leonardo da Vinci, sólo cuatro han estado al margen de las controversias sobre su autenticidad: "La adoración de los magos", "San Jerónimo", "La última cena" y "La Gioconda". De resto, siempre se ha discutido su autoría.
Lo cierto es que durante la Segunda Guerra Mundial el cuadro desapareció y críticos y expertos se olvidaron del asunto. Hasta el mes pasado, cuando los herederos de Cesare Tubino, quien murió hace unos meses, a los 91 años, abrieron el testamento. Entonces se supo que durante todo este tiempo la famosa Madonna había estado colgada en la cabecera de su cama y se develó el secreto.
Arrepentido por su fechoría, Tubino confesaba a sus herederos que el cuadro no podía venderse con otra autoría diferente de la suya, porque él mismo lo había pintado.
Pero si, por este postrer gesto de honradez, sus herederos perdieron la oportunidad de vender por una cifra millonaria un "cuadro de Leonardo da Vinci", no todo está perdido. Los familiares de Tubino han visto ahora subir los precios de las obras de su abuelo, quien se divertía reproduciendo los cuadros de famosos pintores, y que a raíz del escándalo, hoy se pelean anticuarios y coleccionistas.