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Huellas bíblicas

Un arqueólogo asegura haber encontrado evidencia de que Juan el Bautista sí existió. Como este hay otros controvertidos descubrimientos que buscan comprobar la veracidad de la Biblia.

24 de septiembre de 2004

Hay quienes, como dice un pasaje de la Biblia, necesitan "ver para creer". Para otros la fe es suficiente. Shimon Gibson no practica ninguna religión pero ha pasado los últimos cinco años de su vida comprobando la existencia y develando los misterios detrás de una de las figuras más emblemáticas del Nuevo Testamento: Juan el Bautista. El arqueólogo británico sorprendió recientemente al mundo cristiano al asegurar que encontró una cueva que el primo de Jesús, el profeta que según las escrituras preparó el camino del Mesías y lo bautizó en el río Jordán, habría utilizado para realizar ritos de purificación.

"Hasta el momento Juan el Bautista era sólo un personaje literario que aparecía en los evangelios. Ahora ha cobrado vida", expresó Gibson en entrevista con SEMANA desde Jerusalén, donde está radicado. El hallazgo tuvo lugar mientras trabajaba en investigaciones sobre agricultura antigua, en el oeste de la ciudad, en noviembre de 1999, cuando tuvo noticias de que en las tierras del kibbutz Tzuba había una cueva que merecía su atención. Lo que encontró fue asombroso. Al introducirse y gatear dentro de la caverna de 24 metros de longitud, notó que en las paredes había una serie de dibujos en bajorrelieve: un hombre de pelo largo que porta una vara, imagen que recuerda la manera como el santo era representado en el arte bizantino, y una cabeza que haría alusión al pasaje de la Biblia según el cual fue decapitado por Herodes Antipas, gobernador de gran parte del territorio de la antigua Palestina. Luego pudo determinar que los dibujos datan de los siglos IV y V, es decir, del comienzo del período bizantino.

Hasta ahí la evidencia sólo indicaba que se trataba de un lugar sagrado para honrar su memoria, pero nada acerca de que él hubiera estado ahí. La gruta está a una hora a pie de Ein Kerem, el suburbio donde, según la tradición, nació el profeta y donde hay dos iglesias alusivas a él. Una es la de la Natividad del bautista y otra la de la Visitación, que marca el sitio donde, se piensa, María embarazada visitó a su prima Isabel, madre de Juan, quien también estaba encinta. Sin embargo, al realizar las excavaciones su equipo se encontró con cientos de piezas de alfarería "de entre finales del siglo I a.C y comienzos del siglo I d.C", que harían parte del rito bautismal que él practicaba. Hallaron una escalera de 28 peldaños que conduce a una cámara, donde hay una piedra ovalada con una huella de un pie impresa, en la que al parecer se pondría aceite en los pies del creyente, y una especie de estanque con espacio para 10 personas. Entonces, para Gibson, no se trata únicamente de un lugar para honrarlo sino que Juan el Bautista habría estado ahí.

Una vez se dio a conocer el hallazgo, la polémica no se hizo esperar. "Es todo ficción", afirmó a esta publicación Ludwig Adamec, profesor emérito del departamento de estudios del Cercano Oriente de la Universidad de Arizona. "No necesariamente hay una conexión. Si bien se trata de una cueva que fue probablemente honrada por los cristianos como un lugar asociado a Juan el Bautista, esto fue en el siglo IV de la era cristiana", opina James Strange, de la Universidad del Sur de la Florida, quien dirigió una de las excavaciones en la baja Galilea. La mayor crítica que algunos expertos le han hecho al descubrimiento es que la evidencia no es concluyente y que no hay ninguna referencia a que Juan bautizara en un lugar diferente del río Jordán. Por su parte Gibson se defiende de las críticas: "Si en los evangelios solo tenemos a Juan bautizando en el río es porque los autores sólo lo mencionan en su relación con la historia de Jesús".

Entre la fe y la evidencia

Este descubrimiento arqueológico se suma a otros que, más allá de la fe, buscan comprobar la realidad acerca de los episodios bíblicos y más concretamente de la vida de Jesús. Por otra parte, históricamente las Sagradas Escrituras han sido el punto de partida para realizar expediciones que revelen datos sobre culturas antiguas. En esta búsqueda ha habido descubrimientos significativos, realizados en las disputadas tierras de Palestina e Israel, que les darían carne y hueso a los evangelios principalmente. "Podría decirse que detrás de estas investigaciones lo que está en juego es el derecho al territorio", explica Darío Campos, profesor de historia antigua de la Universidad Nacional de Colombia.

En 1961 arqueólogos italianos descubrieron en Israel, en las ruinas de un teatro del siglo I de la era cristiana en la ciudad de Cesarea, entonces capital romana de la provincia de Judea, una inscripción en latín en una piedra en la que podía leerse: "...Tiberium, [Pontius] Pilatus Prefectus...". Se trata de la dedicatoria de una construcción hecha por Poncio Pilato en honor al emperador romano Tiberio. Este hallazgo confirma la existencia de Pilato, según la Biblia gobernador de Judea, que siguiendo la voluntad del pueblo ordenó la crucifixión de Cristo. La inscripción reveló que su título oficial era el de prefecto. Otro de los villanos bíblicos encontrados es Caifás, el sumo sacerdote que llevó a cabo el proceso contra Jesús y aconsejó su muerte. En 1990 unos albañiles encontraron en Jerusalén un osario del primer siglo de la era cristiana con los huesos de un hombre de unos 60 años. Los expertos determinaron que podría tratarse de este personaje porque el cofre de caliza blanca lleva una inscripción con su nombre.

También hay evidencia alrededor de Pedro, el discípulo de Jesús que se convirtió en el primer Papa de la Iglesia. Arqueólogos franciscanos consideran que una pequeña casa en Cafarnaún perteneció al apóstol y a su esposa. Las excavaciones demostraron que la construcción tenía varias capas y que debajo de las paredes de una iglesia en forma octagonal del siglo V d.C con frases cristianas en arameo, hebreo, griego y latín, había una estructura del siglo I de la era cristiana. Al parecer el lugar se convirtió en un sitio de culto y mantuvo las paredes originales.

Por ir más lejos en el tiempo, también hay indicios acerca del Antiguo Testamento. En 1993 en la ciudad bíblica de Tel Dan se descubrió una especie de reloj de piedra con una inscripción que parece probar la existencia del rey David. "La Casa de David, rey de Israel". Este año, además, un grupo de exploradores anunció una nueva expedición cerca del Monte Ararat, en Turquía, para buscar los restos del Arca de Noé, pues las imágenes satelitales muestran un objeto extraño en las laderas.

En todo caso superar el campo de la especulación no es cosa fácil. Que la Torre de Babel podría haber estado en Babilonia, en el centro del actual Irak. Que el Arca de la Alianza con los 10 Mandamientos podría estar en Tanis, ciudad del Antiguo Egipto, donde la encontró Indiana Jones en la película Cazadores del arca perdida o en el norte de Etiopía. No hay certeza. Gibson reconoce que es imposible estar ciento por ciento seguro del hallazgo de la cueva del profeta, pero considera que su soporte es la evidencia física: "Sería ideal, aunque casi nunca sucede, encontrar una inscripción que dijera 'Yo, Juan el Bautista, estuve aquí".