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Ivo Pitanguy aprendió en Estados Unidos y Reino Unido. Pero tras un fuego en Brasil, un quemado le dijo que preferiría morir que verse así. Ivo entendió que reparar no era suficiente y se dedicó a la belleza.

PERSONAJE

Murió Ivo Pitanguy, el ‘Miguel Ángel de la cirugía plástica’

El pionero y arquitecto del fenómeno que es hoy la cirugía plástica se convirtió en una celebridad que nunca reveló el nombre de sus muchos pacientes famosos.

13 de agosto de 2016

En la víspera de morir de un ataque cardiaco a los 90 años, Ivo Pitanguy cargó la antorcha olímpica en su silla de ruedas en ruta hacia el estadio Maracaná. Se ganó el derecho a hacer parte de la fiesta olímpica a pulso, por una trayectoria única y emocionante en el campo de la cirugía plástica y estética que lo convirtió a su vez en figura mundial. Cuando falleció, miles de discípulos y pacientes le rindieron justo tributo al ‘Botticelli de los senos’, el hombre que desde 1963 asumió la causa de revolucionar y democratizar la cirugía estética en Brasil y el mundo. Pitanguy logró su cometido y, en ese proceso de décadas, le cambió la cara, la cola y el busto al planeta y a sus estrellas.

No reveló jamás los nombres de sus pacientes, se consideró siempre un médico antes que un cirujano de famosos, pero se rumora que por sus manos pasaron figuras como la diva Zsa Zsa Gabor, el presidente francés François Mitterrand, Sophia Loren, Brigitte Bardot, Jackie Onassis y La Voz, Frank Sinatra. Dalí era su amigo personal y Marilyn Monroe le mandó una foto autografiada.

A Pitanguy le interesaba el dinero pero no fue su único motor. Por eso en Brasil lo consideran un ídolo de la talla de Pelé. Llegó a ser o mais grande do mundo desde los años setenta, cuando convirtió a Brasil en el centro mundial de los tratamientos estéticos. El negocio creció a tal ritmo que en 1973 compró la Ilha dos Porcos Grande, una isla a la que se llega en helicóptero y en la que recibía amigas -como Margaux Hemingway-, princesas del Medio Oriente y aristócratas europeos. Consentía a sus visitantes con caipirinhas, manjares y vinos de Bordeaux, y muchas veces les ofrecía el espacio como lugar de reposo luego de una operación. Tom Cruise e Ivana Trump también visitaron la Ilha, y cuando le preguntaron a Ivo si había operado a la exmodelo, aseguró con el humor y el desparpajo que lo caracterizaban que le enseñaba a bailar samba.

Pocos divulgaron haber pasado por su consultorio. Entre ellos estuvo el corredor de Fórmula Uno finlandés Niki Lauda, a quien el doctor le reconstruyó la mitad de su cara en 1976, luego de las severas quemaduras que sufrió cuando se accidentó en su Ferrari. Ivo mezclaba trabajo con vida social, y en su momento de mayor fama compartía tiempo tanto con Mick Jagger como con nobles alemanes. No sorprende, pues a comienzos de los años ochenta Pitanguy facturaba 25 millones de dólares anuales y ya tenía la isla con reserva natural y canchas deportivas, el apartamento en París, el jet privado y el chalet suizo en Gstaad, todas metas logradas como consecuencia de haber inventado nuevas técnicas quirúrgicas.

Según dijo a SEMANA el cirujano Ernesto Andrade, miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Pitanguy “fue un revolucionario. Comenzó a hacerse famoso cuando complementó la técnica de un cirujano de apellido Arie y popularizó la cirugía de elevación de senos. Hoy parece sencilla, pero hace 51 años era otra historia”.

Mientras más crecía la fama de Pitanguy, a quien se le atribuía la capacidad de operar sin que se notara, más se expandía la demanda por tratamientos estéticos. Para muchos el cirujano más veloz del mundo, Pitanguy no dormía más de cuatro horas cada día, y decía que lo cansaba. En su momento estelar empleaba 70 personas en su clínica, operaba a un ritmo frenético de cuatro pacientes diarios y atendía 60 consultas a la semana.

Lo buscaba gente de todos los estratos sociales pues el ‘filósofo de la cirugía plástica’, como también se le conocía, aseguraba que toda la gente tenía derecho a la belleza. Pensaba que sus tratamientos estéticos eran menospreciados por quienes no consideraban su impacto en la autoestima de las personas y en sus vidas. Pitanguy no se tomaba sus palabras a la ligera, su formación lo marcó, y actuó en consecuencia. Abrió la clínica pro bono Santa Casa de Misericórdia en la que llegó a ofrecer casi 2.000 operaciones al año libres de costo.

Ivo Hélcio Jardim de Campos Pitanguy nació en Belo Horizonte, de padre cirujano. La primera vez que presenció una operación se desmayó, pero el temor le duró poco pues a los 15 años le dijo a su padre que quería seguir sus pasos. Según relata el diario The Times de Londres, el viejo falsificó sus registros de edad para que estudiara tan pronto como pudiera. Luego de una residencia clínica en Río, saltó a Estados Unidos y a Europa. En el viejo continente aprendió de íconos del tratamiento estético como Sir Harold Gillies y su sucesor Archibald McIndoe. En la unidad especial de quemaduras en East Grinstead, Inglaterra, ambos maestros habían afinado sus técnicas en quemados y desfigurados de la Segunda Guerra Mundial.

Pitanguy tomó la batuta de sus instructores, pero en 1961, en un terrible incidente en un circo en Río de Janeiro, entendió la importancia de lo que haría el resto de su vida. Un criminal encendió la gran carpa con 2.500 personas. Cientos murieron y 400 hombres mujeres y niños sufrieron graves quemaduras. El doctor se hizo responsable de estos, “por tres días y noches operamos, suturamos, cuidamos y rezamos”, explicó en su autobiografía Viver Vale a Pena. A pesar de su esfuerzo y el de sus asistentes, cuando un sobreviviente vio su rostro en el espejo y dijo “Preferiría haber muerto”, su enfoque quedó claro. Pitanguy sentencia que “entendí en ese instante que reparar no era suficiente. Y dediqué mi vida a la belleza”.

Según la Internacional Society of Aesthetic Plastic Surgeons, en 2015 Brasil superó a Estados Unidos en número de operaciones cosméticas. Pitanguy deja pues un legado incontestable, y su impacto en expandir el mercado e impulsar a sus colegas hacia la mejoría no deja de sorprender. Su manera de levantar glúteos y senos, su forma de adaptar el estiramiento facial, su manera de hacer cirugías de contorno corporal llevaron al doctor Marc Pacífico a decirle a la BBC: “Solo decir que creó el levantamiento de glúteos trivializa su contribución. Es muy inusual tener un impacto en tantas áreas en el mundo moderno donde todos se especializan”. Por algo el colombiano Andrade recuerda que ir a visitarlo era como ir a ver al papa.