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Jaque al rey

A los 15 años Judit Polgar alcanza el título de gran maestro internacional de ajedrez y le pisa los talones a Gary Kasparov.

16 de marzo de 1992

HAN EXISTIDO tradicionalmente una serie de actividades portivas vedadas a las mujeres. El boxeo, el fútbol, el automovilismo, se ha pensado siempre que son oficios que requieren de una fortaleza física propia sólo de hombres. En el caso del ajedrez es aún peor, pues si bien no requiere de especial fuerza física, sí exige una capacidad mental que pocas veces se reconoce a las mujeres. Por eso, el ascenso de una diminuta húngara de apenas 15 años a la categoría de gran maestro internacional del ajedrez, ha sorprendido a aficionados y expertos. El propio Gary Kasparov, campeón mundial de esta competencia, ha dado en varias oportunidades declaraciones en las que descarta la posibilidad de que una mujer llegue alguna vez a ganarse un campeonato. Sin embargo, la pequeña Judit Polgar, no sólo acaba de alcanzar la cateeoría de gran maestro sino que obtuvo un puntaje de 2.550 puntos, apenas 220 puntos por debajo del propio Kasparov, quien en la cúspide de la montaña ajedrecista tiene en su haber 2.770.
Judit Polgar, la menor de tres hermanas dedicadas al ajedrez, se convirtió en la más joven y una de las cuatro mujeres en la historia en llegar a la categoría de gran maestro internacional, superando el récord que hasta ahora ostentaba el norteamericano Bobby Fisher, quien consiguió la hazaña pocos meses antes de cumplir los 16 años.
A la categoría de gran maestro se llega en el momento en que se ganan tres reñidas finales en campeonatos distintos contra jugadores de los primeros lugares del ranking. Eso fue exactamente lo que consiguió Judit Polgar recientemente y los observadores se han declarado admirados al ver a esta adolescente de cara angelical, exhibir grandes dotes de creatividad, tenacidad y frialdad en el momento en que se sienta frente al tablero.
La clave de su éxito parece ser la inteligente orientación que a su carrera le ha dado su padre Lazlow Polgar. Consciente de la especial habilidad de su hija menor desde que era muy pequeña -las dos mayores son también ajedrecistas y buenas: Szuzsa tiene un puntaje de 2.453 y Zofia de 2.425-, Lazlow no le permitía participar en grandes torneos para evitar los posibles efectos sicológicos de muchas derrotas consecutivas.
Cuidadosamente fue escogiendo torneos en los que Judit pudiera retar sus habilidades, pero que al mismo tiempo le dieran posibilidad de alcanzar una que otra victoria. En una doble operación que consistía en reforzar su entrenamiento en el juego y darle confianza en sí misma, el padre consiguió sacar a un pequeño "monstruo" del ajedrez que en los últimos torneos le ha cerrado la boca a los hombres del tablero que no creen en las mujeres.