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Abrams es considerado el heredero de Steven Spielberg. | Foto: AFP

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J.J. Abrams: el rey del espacio

Él tiene a su cargo las secuelas de ‘Viaje a las estrellas’ y ‘La guerra de las galaxias’. Eso lo consolida como el maestro indiscutible de la ciencia ficción y el director más cotizado de Hollywood.

11 de mayo de 2013

Aveces en el camino hacia el éxito hay que desempeñar trabajos poco relacionados con los sueños. Eso le pasó a J.J. Abrams, quien empezó su carrera en Hollywood como guionista de una serie juvenil. Si bien adolescentes y veinteañeras siguieron las desventuras amorosas de Felicity durante cuatro años, el programa estaba lejos de lo que él en realidad quería hacer. 

Ese sacrificio, sin embargo, fue un buen comienzo, pues le permitió convertirse en el creador de Alias y Lost, las series que lo lanzaron a la fama. Tras perfilarse como un genio de la televisión, Abrams incursionó en el séptimo arte y en 2009 dirigió la nueva entrega de Viaje a las estrellas. Le fue tan bien que lo contrataron para la segunda, que llega a Colombia el 17 de mayo. Como si eso fuera poco, será el responsable de continuar una de las épicas más veneradas: La guerra de las galaxias, que se estrenará en 2015. Eso no solo lo convierte en el rey del espacio, sino prácticamente en el amo de Hollywood.

Se enamoró de las cámaras cuando era un niño y todavía lo conocían como Jeffrey Jacob. Sucedió porque su padre era productor de televisión y lo llevaba a menudo a los estudios. La curiosidad se volvió pasión cuando su abuelo le regaló una cámara y el joven empezó a filmar cortos. Pronto no quiso hacer nada más, y su entrega era tal que pasaba los recreos simulando que su mano era un visor, por lo que una profesora le dijo a su mamá que ese comportamiento no era normal. 

Pero esa extrañeza se convertiría en la clave de su éxito. “Algunos lo llaman obsesión, pero él aprovechó todas las oportunidades para contar historias y ha desarrollado su habilidad durante más de 30 años”, le dijo a SEMANA Dave Itzkoff, escritor del blog de artes de The New York Times. La mayoría de los críticos coincide en que Abrams solo puede compararse con su amigo Steven Spielberg, con quien hizo la película Super 8 en 2011. 

De hecho, el director de Lincoln fue uno de los primeros en percatarse del diamante en bruto que era J.J. cuando vio su trabajo en un festival. Spielberg lo contactó y le propuso editar un par de cintas viejas suyas. Aunque en esa oportunidad el joven, que tenía 15 años, no conoció al legendario director, esa colaboración fue una de las muchas coincidencias afortunadas. “Su éxito se debe no solo a su talento, sino a que ha tenido muchos golpes de suerte”, dijo a esta revista Paul Harris, crítico del dominical The Observer. 

Uno de esos golpes llegó más tarde cuando estaba en la universidad. Allí se ganó un concurso de guionistas y llamó la atención de unos productores. El libreto se convirtió en la película Taking Care of Business y antes de que pudiera asimilar su debut en el cine ya había escrito Armageddon. Después vinieron Felicity y Alias. Pero su momento estelar llegó con el drama de misterio Lost. La historia cautivó a Tom Cruise, quien lo contactó para que dirigiera Misión Imposible III. Había llegado a las ligas mayores y, a pesar de las dudas del estudio, al final demostró que era el indicado, pues la película recaudó casi 400 millones de dólares.

Por supuesto, el director y hoy dueño de la productora Bad Robot también ha dado pasos en falso. Las series Six Degrees y Undercover duraron solo una temporada. “El que no se equivoca no evoluciona. Me parecería más sospechoso si nunca hubiera fallado”, dijo a SEMANA Will Gompertz, editor de Artes de la BBC, quien recientemente entrevistó al director. Esas experiencias le permitieron remontar con Fringe, un programa de ciencia ficción que duró cinco años. 

Abrams parecía no tener límites, así que le asignaron una misión épica: resucitar Viaje a las estrellas. Las cintas, basadas en la serie de televisión, son uno de los fenómenos de culto más venerados en Estados Unidos, lo que suponía la dura tarea de complacer a los trekkies, como se conoce a los seguidores. 

La cinta se ganó el aplauso de la crítica y la ovación de los fanáticos, el estudio recibió más de 385 millones de dólares en taquilla y el cineasta volvió para dirigir la secuela Star Trek Into Darkness, que se estrenará la próxima semana.
Con esas producciones, J.J. Abrams habría podido retirarse en la cima de su carrera. Pero a los 46 años todavía tiene  historias alucinantes por contar. Por eso George Lucas, creador de La guerra de las galaxias, lo convenció de que se hiciera cargo de la nueva entrega de la saga. Las expectativas son altísimas, pues se trata de una franquicia que para muchos, incluido el cineasta, es como una religión. 

Pero la angustia empezó a ceder cuando el estudio confirmó la participación del elenco original y anunció que el guionista de la nueva historia es el ganador del Óscar Michael Arndt, autor de Little Miss Sunshine y Toy Story 3. Además, si algo ha demostrado Abrams es que la ciencia ficción es lo suyo y que tal vez solo él puede contar esa epopeya, pues como dijo Gompertz: “No se preocupa por lo que quiere la audiencia, sino por contar una buena historia. Él no solo es un realizador, sino un curador de películas”.