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Trino Luna, hoy recluido en La Picota, asegura que sus tragedias nunca habrían sido una justificación para simpatizar con los paramilitares

testimonio

La historia de Trino Luna

Al detenido gobernador del departamento de Magdalena le secuestraron dos veces a su mamá y una a su esposa.

14 de abril de 2007

En Colombia son muchas las familias que han vivido directa o indirectamente la tragedia de un secuestro. Pero probablemente hay pocos casos tan dramáticos como el del gobernador de Magdalena Trino Luna Correa, hoy detenido por presuntos nexos con los paramilitares. No sólo ha padecido tres secuestros, sino que las víctimas de éstos han sido dos de sus seres más queridos: su mamá y su primera esposa. Por considerarlo de interés periodístico, SEMANA lo entrevistó sobre el tema en la cárcel de La Picota, donde hoy recuerda esos difíciles momentos.

Luna recibió el primer gran golpe en 1982, cuando estaba por cumplir 18 años y estudiaba en Medellín. Como era habitual, su madre, doña Nubia Correa, entonces representante a la Cámara, se les había adelantado a sus hijos, y con un grupo de trabajadores salió de El Banco, Magdalena, rumbo a la finca familiar El Esfuerzo, ubicada en el sur de Bolívar, con la idea de tener todo listo para pasar allí las vacaciones. En esas estaba cuando un grupo de más de 15 hombres armados se presentó en el lugar. Eran guerrilleros del nuevo frente José Solano Sepúlveda del ELN. Los subversivos se la llevaron a ella y a su administrador. Tiempo después, en un intento de rescate, resultó muerto su tío Ramón Tamayo. "Fueron cuatro meses de calvario para nosotros, al punto que mi papá estuvo al borde de la muerte, pues la noticia le causó un infarto. Y para ella, que aunque siempre ha sido muy fuerte, volvió muy mal de salud y pesando 35 kilos", recuerda Luna, el cuarto de cinco hijos. Y es que durante ese tiempo la movilizaron permanentemente por la Serranía de San Lucas, entre la selva pantanosa.

Después de que se pagó una alta suma por el rescate, doña Nubia regresó a casa, luego de recuperarse un mes en una clínica de Medellín. "La estrategia de la guerrilla no sólo era quedarse con las tierras, como pasó con nuestra hacienda, sino intimidar a la clase dirigente. Pero yo decidí seguir los pasos de mi papá, que siempre había liderado los procesos políticos de mi departamento, siendo gobernador y senador, y de mi mamá, que fue alcaldesa de El Banco", cuenta.

"Tenemos que volver a empezar", fueron las palabras de doña Nubia a su regreso. Pero 10 años más tarde vendría el segundo golpe, esta vez por cuenta de las Farc, grupo que desplazó al ELN en la zona. Para esa época, Trino Luna era candidato a diputado, y su madre era gerente de las Empresas de Servicios Públicos. Y un día, cuando llegaba a su oficina, seis guerrilleros del frente 24, armados con pistolas 9 milímetros, la capturaron ante la impotencia de su hijo menor quien la acompañaba. "Era la época del síndrome de 'la hamaca vacía' y mi mamá la ocupó dos veces. Significa que los guerrilleros no podían dejar que la hamaca estuviera desocupada y por eso cuando soltaban a alguien, buscaban otra víctima y siempre había la expectativa de quién sería el siguiente", explica.
Luna decidió tomar cartas en el asunto y se adentró en la selva para negociar con las Farc o rescatar a su mamá por sus propios medios. Para ello formó un equipo en el que participaban marimberos y dos personas que también conocían los más inhóspitos parajes del sur de Bolívar, porque habían pertenecido al M-19. "Un conocido de Jaime Bateman nos los presentó. Siempre que hacía la búsqueda me acompañaban unas 10 personas. Nosotros le huíamos a la guerrilla, pero también a la Policía y al Ejército por la ley que prohibía pagar rescates". Luna cuenta que estuvieron a punto de pisarles los talones e incluso asegura haberla visto de lejos durante una travesía con la guerrilla. "Fue cuando me uní al operativo de búsqueda del Ejército. Ella estaba en un campamento, pero nosotros nos ubicamos en una ensenada y no era fácil llegar hasta el lugar por sus condiciones. En ese momento lo único que permite la impotencia es llorar. Haber tomado una decisión apresurada habría podido significar la ejecución de mi mamá, porque esa es la ley de la guerrilla". Después de ser liberada, doña Nubia les contaría que en sus frecuentes traslados con los subversivos, cuando pasaban por un sitio empinado, a veces se transportaba sobre una mula, pero le amarraban una soga al cuello para que se ahorcara si trataba de huir.

Lo peor ocurrió cuando recibieron una escalofriante llamada en la que les avisaban que su búsqueda había terminado. La única indicación que les dieron fue ir a la morgue en Malambo, un pueblo del Atlántico, donde les informaron que encontrarían el cadáver. La familia que estaba tratando de hallar pistas en la serranía de San Lucas inició un largo viaje final. Cuando llegaron al lugar, un amigo de Luna se ofreció a identificar el cuerpo. La buena noticia fue que no se trataba del cadáver de doña Nubia.

Dos días después recibieron una nueva llamada de los captores en la que se les notificó que esa mala pasada había sido una advertencia para que aceleraran el pago. "En esa época los secuestros se negociaban en Bogotá, donde uno encontraba quién le hiciera el contacto. Después de varias sesiones llegamos a un acuerdo con los secuestradores por medio del cual entregué una parte de la plata en Barranquilla, otra en Plato y otra en Cali. Fueron 300 millones de pesos", relata. Después de cinco meses, doña Nubia recuperó su libertad. "En ese tiempo no hubo un solo día en que durmiéramos en el mismo lugar por cuestiones de seguridad". Para Luna la vida da tantas vueltas, que afirma que a uno de los hombres que hacían parte del comando al que le entregó el dinero, se lo encontró después en la vida pública, "en un importante cargo de formación académica de los jóvenes magdalenenses".

Pero a menos de tres años, la familia fue víctima por tercera vez del secuestro. "No había superado el de mi mamá y ya estaba embarcado en el de mi esposa". Poly Dangond era la gerente financiera de una empresa bananera y recientemente había pasado por momentos muy duros como consecuencia de un cáncer de mama. Acababa de ser objeto de un tratamiento con quimioterapia y radiación cuando fue secuestrada por el ELN a la salida de Villanueva. "Mi mamá era más fuerte, era una mujer de finca, en cambio Poly era mujer de sociedad y le dio más duro". Ante el temor por su salud, se aceleró el pago y fue liberada al cabo de un mes. Después de esta experiencia, juntos visitaron a un oncólogo que les dio una dura noticia: el cáncer había hecho metástasis en los huesos, los pulmones y el cerebro. "Nos dijo que a veces el estrés y la baja de defensas aceleran estos procesos", cuenta. A Poly le dieron siete meses de vida. Ella logró vivir 10 y fue la mano derecha de Trino Luna durante su primera campaña a la Gobernación. "Estas experiencias se llevan parte de uno. Nunca se vuelve a ser feliz. Uno nunca más vuelve a dormir tranquilo".

Hoy, con una nueva esposa y dos hijos pequeños, Trino Luna tiene una explicación filosófica sobre la situación que está atravesando, como uno de los protagonistas del escándalo de la para-política: "Yo soy un sobreviviente y esto que me está pasando no es un momento difícil frente a lo que me ha tocado vivir".