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LA HORA DE LONDOÑO

El nuevo presidente del Senado, Luis Fernando Londoño Capurro, tendrá que liderar una de las legislaturas más candentes de los últimos años.

26 de agosto de 1996

ecir que el nuevo presidente del Senado está llamado a cumplir un papel histórico cada vez que se instala el Congreso es una frase de cajón. Pero, paradójicamente, pocas veces esa frase había si- do más cierta que ahora. Desde el pasado 20 de julio, cuando el presidente Samper anunció en su discurso de instalación su propuesta de reforma constitucional y una serie de iniciativas en el sentido de endurecer las medidas de la lucha contra el narcotráfico, todo el mundo ha coincidido en afirmar que el Congreso tiene por delante una papa caliente a la que pocos quisieran meterle el diente, no sólo por la sensibilidad que despiertan algunos temas de la agenda, sino por la temperatura de la actual coyuntura política. Para muchos se trata de la legislatura más candente desde la proclamación de la Constitución del 91, pues incluso por iniciativa del propio gobierno, y ante el acoso de Estados Unidos, el hasta hace poco impronunciable tema de la extradición ha dejado de ser un tema tabú para convertirse en punto de debate. En estas circunstancias el desafío del Congreso no es de poca monta, y no hay duda de que buena parte del éxito o del fracaso de lo que suceda en el año legislativo que comienza dependerá de la labor que desempeñe el nuevo presidente de la Cámara Alta, Luis Fernando Londoño Capurro. En su larga trayectoria en el sector público, bien como concejal de Cali, como diputado y gobernador del Valle del Cauca, como ministro de Agricultura o como senador de la República, Londoño se ha caracterizado por su espíritu conciliador. Es un liberal de mentalidad abierta a quien le gusta más la concertación que la imposición y más el punto medio que el radicalismo. Nunca toma decisiones apresuradas y su estilo es el de asesorarse bien antes de adoptarlas. Esas virtudes son, precisamente, las que ahora necesita para llevar a cabo su misión principal en el Senado: convertirse en el líder de una legislatura que tiene más de una espina y sobre la cual reposan gran parte de las esperanzas de reivindicación de la clase política. Pero, más allá de todo esto, Luis Fernando Londoño Capurro tiene el reto en todo este proceso de recuperar la credibilidad del Senado ante el país. Y en un momento en que la corporación tiene fama de haber sido complaciente en el pasado con los intereses de los narcotraficantes, para muchos es claro que con la sola aprobación del paquete de medidas de endurecimiento de la lucha contra el narcotráfico Londoño Capurro tendría suficientes motivos para sentirse satisfecho del deber cumplido.