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LA MONARQUIA AL DESNUDO

Kitty Kelley, la más temida biógrafa de las celebridades, publica un libro con las intimidades de la realeza británica

20 de octubre de 1997

El miercoles pasado salió al mercado el libro que todos estaban esperando desde hace mucho tiempo. Se trata de The Royals, escrito por Kitty Kelley, la misma autora que se ha dedicado a desnudar a las celebridades. La presentación de la obra coincidió sin ninguna premeditación con la trágica muerte de la princesa Diana. Pero al igual que sus otras publicaciones, volvió a levantar polvareda. Hace unos años sacó a la venta una biografía sobre Nancy Reagan en la que afirmaba que la ex primera dama de Estados Unidos había sido amante de Frank Sinatra. Luego publicó otro libro sobre Frank Sinatra en el que reveló que el cantante había tenido un affaire con Elizabeth Taylor y que, después de conocer su embarazo, decidieron abortar el hijo que ella esperaba de él.
Ahora la autora estadounidense se dedica a sacar los trapos sucios de una de las familias más famosas del mundo: los Windsor. Aunque son muchas las historias que ya se saben sobre los miembros de la realeza británica ella había prometido contar detalles de sexo, infidelidades, homosexualismo, intentos de suicidio e hijos ilegítimos. La publicación no defraudó las expectativas y de hecho revela detalles jugosos de cada uno de los capítulos de la monarquía británica, muchos de ellos desconocidos por el público en general.
Para empezar la autora muestra a los Windsor como unos personajes con serios problemas para concebir. Eduardo VIII, el rey que abdicó por amor, nunca engendró un hijo y su hermano, el rey Jorge VI, tenía problemas de infertilidad. Al ver que pasaban los años y su esposa, la actual reina madre, no quedaba embarazada, autorizó que la inseminaran artificialmente con su propio semen. De esta manera nacieron sus dos hijas, Isabel, actual reina de Inglaterra y su hermana Margarita. Con esto probablemente se convirtió en uno de los pioneros en emplear esta técnica de concepción en el mundo.
El sexo
Pero si los Windsor estaban escasos de espermatozoides a los Mountbatten eso era lo que les sobraba. El libro relata que el príncipe Felipe, un hombre que ha tenido numerosos affaires con mujeres aristócratas de todo Europa, tuvo tres hijos naturales después de su matrimonio con la reina Isabel. Una de sus amantes fue una griega llamada Helen Cordette, dueña de una discoteca en Londres. Kelley afirma que el hijo de Helen, Max, es realmente hijo del duque de Edimburgo. De los otros dos retoños la autora no da nombres pero sí algunas pistas sobre dónde se encuentran. Una es una niña que actualmente vive en Australia y el otro es un argentino cuya madre está casada actualmente con un famoso jugador de polo.
Las conquistas del príncipe Felipe son innumerables. Por sus brazos pasaron mujeres como Zsa Zsa Gabor, Shirley McLaine y Jane Rusell así como la actriz mexicana Merle Overon, quien protagonizó la cinta Cumbres borrascosas. Pero sin duda uno de los datos más reveladores del libro es que documenta y reconoce ampliamente el affaire que el duque tuvo en la década de los 70 con Susan Barrantes, la madre de Sarah Ferguson.
En materia de sexo las estrellas del libro son sin duda el príncipe Felipe, Sarah Ferguson y la reina Isabel. De la actual soberana afirma que llegó al matrimonio virgen siguiendo al pie de la letra las leyes que establece la monarquía. Pero tan pronto descubrió el encanto del sexo pasó de ser una tímida y pasiva mujer a convertirse en una amante desaforada a quien difícilmente su marido podía satisfacer. Según la autora, el príncipe le relató muchos episodios de cama de recién casados a un primo hermano y gran amigo suyo, el duque de Leeds. Este, a su vez, le confió a Kelley que era indignante que Felipe se atreviera a contar intimidades de alcoba en las que la reina aparecía retratada como una pantera en la cama.
Con el tiempo los deseos sexuales de la soberana se fueron aplacando y hoy, como la mayoría de los miembros de la realeza, la pareja no solo duerme en camas separadas sino en pisos diferentes.
Las infidelidades
Pero a diferencia de la soberana que con los años se volvió recatada, ni su esposo ni Sarah Ferguson han logrado aplacar sus impulsos sexuales. Kitty Kelley describe a Fergie, la ex esposa del príncipe Andrés, como una mujer adicta a la cocaína y al sexo. Se sabía que el hermano mayor, el heredero a la corona, debía casarse con una mujer virgen. Teniendo ese problema solucionado la reina y el duque de Edimburgo no tuvieron ese tipo de exigencias con el príncipe Andrés. Pero sin duda con Fergie se les fue la mano. Cuando se ennovió con su futuro marido, Fergie había tenido seis diferentes amantes en los últimos seis años.
Durante su matrimonio las cosas no cambiaron. Cuando tenía cinco meses de embarazo de su segunda hija tuvo relaciones sexuales con el tejano Steve Wyatt, el hijo de un millonario petrolero de Estados Unidos. Este romance se conoció porque en uno de los trasteos de Wyatt, éste dejó cerca de 120 fotos comprometedoras con la princesa y al encontrarlas, una empleada las vendió a la prensa. Por cuenta de esas fotografías se anunció la separación del príncipe y Sarah. Al poco tiempo de este escándalo, unas tomas indiscretas de la princesa junto a John Bryan, otro de sus amantes, aparecieron en los tabloides. En esta oportunidad él le besaba los pies mientras ella disfrutaba topless el sol en el sur de Francia. El libro cuenta que sus aventuras han sido tan frecuentes y con tantos hombres que en tres oportunidades Fergie se ha hecho pruebas para ver si es VIH positiva.
En materia de infidelidades los príncipes de Gales no se quedaron atrás. El libro revela que Carlos le puso los cuernos a Diana en la víspera de su boda. Esa noche, antes de la gran ceremonia, el príncipe invitó a Camila Parker Bowless -quien en ese entonces era ya una mujer casada- a Clarence House, en donde disfrutaron de una apasionada noche de amor que marcó su despedida de soltero.
Otra de las revelaciones de Kelley es que el primer amante de Diana no fue ninguno de los que ha divulgado la prensa ampliamente. Ante la frialdad de su marido, la princesa cayó en los brazos de su guardaespaldas, Barry Bannakee, quien la despertó sexualmente. Después de este fugaz romance con Bannakee la princesa tuvo un affaire de cinco años con el capitán James Hewitt.
De este personaje, que luego la traicionó contando en un libro todos los detalles de su relación, la autora no agrega mucho. Pero sí insinúa que el príncipe Henry no es hijo de Carlos sino de Hewitt. De la reina Isabel no se dan detalles de sus infidelidades, sin embargo, la autora pone sobre el tapete el romance de la reina con lord Porchester, el encargado de manejar las carreras de caballos y quien sería el verdadero padre del príncipe Andrés.
El homosexualismo
Experiencias homosexuales no han faltado en esta familia. El propio príncipe Felipe no se libró de ellas en sus épocas de estudiante internado y como todos los niños ingleses tuvo uno que otro desliz con uno de sus compañeros. Sin embargo se trataba de simple curiosidad de adolescente. No se puede decir lo mismo de su cuñado, el fotógrafo Tony Amstrong-Jones, esposo de la princesa Margarita y más conocido como lord Snowdon. Este personaje de la realeza siempre fue un reconocido bisexual que frecuentaba los círculos artísticos de Londres donde lo normal era no tener muy definida la inclinación sexual. Sus amigos adoraban especialmente cuando Snowdon se vestía de travesti en las fiestas privadas que organizaban. La princesa Margarita aun estando casada con Amstrong-Jones, a los 43 años, se enamoró perdidamente de Roddy Lewellyn, un joven de 20. Cuando la prensa los sorprendió en la isla de Mostik, su marido le pidió el divorcio. Lo curioso es que Lewellyn también era bisexual.
El hermano menor de Carlos, Eduardo, nunca ha podido librarse de los comentarios acerca de su homosexualismo. Tuvo dificultades para ingresar al ejército y pese a la oposición de sus padres se dedicó a la danza y al arte. Los rumores sobre sus preferencias eróticas llegaron a hacer tanto ruido que el palacio de Buckingham emitió un comunicado para negar que Eduardo tuviera esos gustos sexuales.
Los intentos de suicidio
Diana no fue la única de la familia real que pensó en quitarse la vida. Cuando la princesa Margarita se enamoró del capitán Pete Townsend, un hombre divorciado con quien se le prohibió casarse, amenazó a su hermana con el suicidio si ella no le concedía el permiso.
La princesa Diana también intentó suicidarse en varias oportunidades. La primera vez fue cuando estaba esperando a su primer hijo y rodó por las escaleras del palacio. Luego lo volvió a intentar cortándose las venas y la última vez lo hizo cortándose las manos con un cuchillo para pelar limones.
A simple vista las anteriores historias pueden parecer muy extrañas. Pero lo cierto es que casos de homosexualismo, infidelidades y engaños son cosas que pasan hasta en las mejores familias.