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LA ODISEA DE HOMERO

El coronel (r.) Homero de Jesús Rodríguez, nuevo director de la carcel de Envigado, es un duro.

13 de abril de 1992

EN 1989, TRAS EL ASESINATO DE LUIS Carlos Galán y cuando César Gaviria asumió sus banderas, no sólo se convirtió en el candidato más opcionado a la Presidencia de la República, sino en el hombre más amenazado del país.

Por lo tanto, el sistema de seguridad que se diseñara para él, debía superar todo lo inventado hasta el momento.

Además de un jefe personal de seguridad contratado por la campaña, que fue Eduardo Mendoza hoy viceministro de Justicia, el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) debía escoger entre sus huestes a una persona que garantizara la vida del candidato y que dejara bien librado el nombre de la institución. Fue entonces cuando hizo su entrada en escena Homero de Jesús Rodríguez García, para sus compañeros "Rambo".

Coronel retirado del Ejército, especialista en inteligencia militar y experto en armas, Homero quedó grabado en la memoria de todos aquellos que en algún momento tuvieron que trabajar con él. Vestido rigurosamente de negro y armado hasta los dientes, Homero se hizo famoso en la campaña porque escudriñaba hasta la saciedad rincones y pupilas en busca de la más remota amenaza para su protegido.

Hoy, cuando diversos sucesos en la cárcel de Envigado en donde se encuentre recluido Pablo Escobar visitas no autorizadas, dotación mobiliaria inusitada, sobrevuelos misteriosos, han causado revuelo en la opinión pública, el nombre de Homero de Jesús Rodríguez volvió a aparecer. En medio del estudio de una baraja de posibilidades para la dirección de la cárcel, el propio Presidente, recordando a su leal guardián a quien considera no sólo bueno sino incorruptible, sugirió su nombre como la elección ideal.

El nuevo director de la cárcel de Envigado no parece ser un agente cualquiera. Entregado a su oficio hasta los límites de la obsesión, el coronel Rodríguez cumplió un riguroso itinerario por los más especializados institutos de inteligencia del mundo. Sus superiores aseguran que es el mejor y que en materia de técnicas de seguridad y de estrategia militar no hay otro en el país que lo supere. Su personalidad y temperamento parecen ajustarse muy bien a los requerimientos de su oficio.
Alerta e incisivo, incansable, arriesgado, riguroso, entusiasta y honesto, Homero era la mejor carta que tenía el presidente Gaviria para poner coto a la creciente ola de inconformidad que la opinión demostraba en torno a lo que ocurre al interior de la hoy famosa cárcel.

Ahora, este hombre que no deja cabo suelto, que se mete hasta en las alcantarillas para asegurar un cubrimiento perfecto de seguridad, y que carga como fiel compañera una increíble parafernalia de revólveres, ametralladoras, cuchillos y granadas, es el nuevo obispo de una catedral que mantiene atenta la atención del país y del mundo.