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Peng Liyuan ya era famosa en China, pero desde que empezó a acompañar a su esposo en sus viajes oficiales se volvió una celebridad de talla mundial. | Foto: AFP

PERSONAJE

La primera dama china hace historia

Como Raisa Gorbacheva en su época, Peng Liyuan está mostrando la cara humana de su país, a la altura de las primeras damas más sofisticadas de Occidente.

15 de junio de 2013

Es una de las personas más influyentes del planeta según la revista Time; Forbes la destaca como una de las mujeres más poderosas y la Organización Mundial de la Salud la nombró embajadora de buena voluntad por sus campañas para prevenir el sida y erradicar la tuberculosis. 

Como si eso fuera poco, es una celebridad en su país y un ícono de la moda capaz de consolidar la carrera de cualquier diseñador tan solo por lucir uno de sus vestidos. Su carisma no tiene límites, lo que la hace más popular que su marido, y eso que él es el presidente de una potencia mundial. No se trata de Michelle Obama, sino de Peng Liyuan, la primera dama china. 

Peng es la novedad más glamurosa del flamante gobierno de su marido Xi Jinping. Nunca antes el Imperio del Centro había tenido una primera dama al estilo occidental, y ella cumple el papel a la perfección. Ya era estrella del gigante asiático desde hace décadas como cantante de música popular y cuando su esposo se perfiló hacia la cúpula del poder, muchos la compararon con Carla Bruni-Sarkozy, quien fue modelo y actriz antes de llegar al Elíseo. Sin embargo, ese paralelo se quedó corto.

 Aunque muy pocos fuera de su país conocían a Peng, eso cambió cuando empezó a acompañar a su marido en los viajes oficiales. Su paso por Rusia en marzo causó euforia y la convirtió en tendencia en Weibo, el equivalente chino de Twitter. Para rematar, su gira por América la semana pasada (estuvo en Trinidad y Tobago, Costa Rica, México y Estados Unidos) la catapultó como una de las primeras damas más mediáticas del mundo, a la misma altura de la inquilina de la Casa Blanca. 

Aunque ahora todos los ojos están puestos sobre Peng, poco se sabe de su vida antes de ser famosa. Oriunda de la provincia de Shandong, empezó su carrera en el Ejército como animadora de las tropas. Su innegable talento le permitió asistir al Conservatorio Central en Beijing, donde obtuvo su grado e hizo una maestría. 

De ahí saltó a la televisión como cantante de la gala de año nuevo, un programa tan emblemático en China como la transmisión del 31 de diciembre desde Times Square en Nueva York. En adelante tuvo una carrera meteórica. No solo se presentó innumerables veces en su país, sino que ofreció recitales en Estados Unidos, Italia y Japón. Hoy, aunque su música no sea muy popular entre los jóvenes, todos la conocen como una de las grandes voces del país.

De su relación con Xi tampoco se sabe mucho. Lo conoció en 1986 cuando su carrera política apenas cogía fuerza, se casaron al año siguiente y tuvieron una hija en 1992. Debido a que ella vivía en Beijing mientras él estaba ubicado entre Fujian y Zhejiang, vivieron separados por largo tiempo. Se les empezó a ver más unidos cuando ya era claro que Xi reemplazaría a Hu Jintao en la Presidencia, así que ella se apartó un poco de las cámaras y le permitió brillar a su esposo. 

Los medios no pararon de perseguirla y desde que Xi asumió el poder, la diva de la canción empezó a robarse el show también en Occidente. En principio llamó la atención por ser la única esposa de un gobernante chino que ha tenido un rol público desde Jiang Qing, la intrigante mujer de Mao Zedong. Pero lo más sorprendente fue la propiedad con que asumió el papel de primera dama cuando empezó a viajar al extranjero, donde pronto la compararon con Michelle Obama por su estilo y carisma. 

Por supuesto, tiene muy claros los límites del papel de primera dama. Aunque se ha abstenido de entrometerse en asuntos netamente políticos y ha sido cuidadosa con las causas que apoya, el más mínimo desliz la convierte en blanco de críticas, como le ocurrió hace pocos días en México. Mientras asistía junto a su esposo a un evento con el presidente Enrique Peña Nieto y su mujer, le tomaron una foto en la que aparece utilizando un iPhone, una empresa que el gobierno chino critica siempre que puede. Inmediatamente los ciudadanos se volcaron a las redes para reclamarle por la hipocresía.

 “¿No habíamos quedado en que Apple es una maligna empresa imperialista?”, preguntó un internauta. 

Con todo y eso, la primera dama salió bien librada. En Trinidad y Tobago deslumbró a la primera ministra Kamla Persad-Bissessar. “Es una persona encantadora. Hablar con ella fue maravilloso”, dijo la mandataria luego de conocer a la china, quien habla inglés perfectamente. En Costa Rica compartió con los trabajadores de las fincas cafeteras y en Ciudad de México jugó un rato con algunos niños enfermos en el hospital Federico Gómez. 

Tanta exposición no es gratuita. Ella es una de las personalidades más fascinantes y China planea aprovechar su popularidad. “El Partido Comunista está acostumbrado a líderes insípidos. Se espera que Peng Liyuan renueve la imagen de la dirigencia”, dijo Li Yinhe, sociólogo de la Academia China de Ciencias Sociales de Beijing, a la BBC de Londres. Si esa era la idea, Peng lo está logrando. 

Su estilo, que destaca las prendas de diseñadores chinos, ya es un referente de la moda entre sus coterráneas, que se desbocan a comprar sus atuendos y, aunque en esta gira no pasó, muchos esperan con ansias el día en que conozca a su equivalente en Estados Unidos.