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Schechter ha sido asesor de los presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Ernesto Zedillo, de México, y Álvaro Uribe, entre otros. HarperCollins publicó su primera novela en Estados Unidos y varias editoriales están interesadas en hacerlo en América Latina | Foto: SEMANA

Libro

La señora presidente

En el libro escrito por Peter Schechter, un consultor estadounidense que ha asesorado a varios mandatarios en Colombia, este es un país vibrante gobernado por una mujer.

19 de febrero de 2006

Cuando Colombia cae en las garras de un escritor o de un productor de cine norteamericano, las gallinas corretean por calles polvorientas o están en cajas amarradas en el techo de un destartalado Chevrolet. Y por lo general, el toque de la colombianidad aparece en una iglesia colonial derruida en medio de una Bogotá con pinta de villorrio selvático. En la escena tampoco puede faltar un traqueto regordete con la camisa de palmeras a medio abotonar, de sombrero y bigote abundante y con acento más bien chicano.

Sin embargo, en Estados Unidos acaba de ser publicado un libro que se desarrolla sin estos estereotipos. Se trata de la novela Point of Entry (el título en español es Fronteras imposibles), de Peter Schechter, un reconocido consultor de estrategia política internacional de Washington que por casi 20 años ha sido asesor de campañas presidenciales en Colombia. "Él incluso ubica una escena en la vívida Zona Rosa de Bogotá, un centro de la moda, de bares, restaurantes y música, lo que me hizo pensar lo que me parecía impensable, que la ciudad podría ser un buen destino para visitar", describe el crítico literario Patrick Anderson en su reseña del diario The Washington Post. El propio autor reconoce que en las páginas deja ver que el sitio "se parece más al barrio Soho de Nueva York que a un lugar dentro de un país en crisis".

Y lo más interesante es que ese vibrante país descrito por Schechter es gobernado por una presidenta de la República. Su nombre es Marta Pradilla, soltera, de 43 años, ex miss Universo, ganadora de la prestigiosa beca Rhodes de la Universidad de Oxford, senadora durante seis años y, lo más importante, es la primera mujer en convertirse en jefe de Estado en Colombia. La historia empieza un 6 de agosto, día de su posesión, en un futuro próximo. "Las negociaciones con los rebeldes se rompieron a finales del año pasado y los electores se inclinaron por su línea dura. La nueva presidenta fue educada en Francia (...) luego de que terroristas pertenecientes a una de las principales organizaciones subversivas asaltaran la hacienda de su familia a comienzos de los 80. Su madre y su padre, entonces ministro de Relaciones Exteriores, fueron asesinados en el ataque", relata el libro.

Schechter asegura que el presidente Álvaro Uribe ha inspirado "el modo directo" de hablar de su personaje, pero también muchas de las mujeres, especialmente políticas, que tuvo la oportunidad de ver en el país, como Noemí Sanín, Íngrid Betancourt y María Emma Mejía. "Este año está en boga el tema de las mujeres cabeza de Estado. Están Ángela Merkel, en Alemania; Ellen Johnson-Sirleaf, en Liberia, y Michelle Bachelet en Chile. Ségolène Royal es una candidata fuerte para las próximas elecciones en Francia y Hillary Clinton y Condoleezza Rice podrían llegar a serlo en 2008. Colombia, además, cuenta con un número significativo de mujeres que participan en el gobierno y la política, más que en cualquier país de Latinoamérica", explicó a SEMANA Schechter.

Otra de sus motivaciones fue la creciente preocupación de Estados Unidos en torno a la proliferación de armamento nuclear en el Medio Oriente. Es por ello que la otra figura central de la novela es el presidente de ese país, John Stockman, quien enfrenta la amenaza de un atentado terrorista por parte de Siria. Colombia aparece en la escena puesto que el plan consiste en aprovechar las mismas rutas de los traficantes de drogas para transportar un cargamento de uranio hacia la potencia mundial. Uno de los villanos es un senador que maneja redes de tráfico en el país y quien es el contacto con los sirios.

Pero quizá más original que la trama política y policíaca, con agentes de la CIA, el FBI y el DAS de por medio, es la atracción que surge entre la presidenta colombiana y su colega norteamericano. De esta manera, la liberal Pradilla le hará guiños al conservador Stockman para considerar la legalización de la droga, la negociación de un nuevo TLC y lo convencerá de acabar con el embargo a Cuba. Aunque estos episodios suenan algo fantasiosos, el autor asegura que "hace cinco años nadie pensaba que dos aviones derrumbarían las Torres Gemelas".

Con esta trama, Schechter ha hecho realidad su idea de escribir una historia que empezó a formarse en su cabeza desde cuando pisó suelo colombiano. Quería hacer una novela de espías al estilo de Tom Clancy, autor de A la caza del Octubre Rojo, Juego de patriotas y Peligro inminente. En esta última, que en su versión cinematográfica fue protagonizada Harrison Ford, los malos son integrantes de los carteles colombianos de la droga, no pudo escapar a los estereotipos del 'traficante bigotudo'.

Con más de 102 entradas al país, como lo demuestran sus dos últimos pasaportes, Schechter se precia de ser uno de los gringos que más sabe de la política colombiana. Un conocimiento que empezó a forjar desde cuando, como experto en relaciones internacionales de la Universidad Johns Hopkins, fue asesor de política exterior en el Congreso norteamericano, especialmente en los temas relacionados con América Latina. Luego llegó a Colombia con la empresa de consultoría política Sawyer & Miller de Nueva York, a asesorar una campaña del gobierno de Virgilio Barco para mejorar la imagen del país en Estados Unidos. Después vendrían asesorías a César Gaviria, Ernesto Samper y Álvaro Uribe.

Schechter le presta sus experiencias con estos mandatarios a Marta Pradilla. Por eso no dudó en incluir en sus páginas la primera escena que recuerda de su estadía en Colombia. Durante su visita a la Casa de Nariño lo sorprendió lo que describe como una "música estridente". Era la marcha del cambio de guardia de las 5 de la tarde que, según cuenta, atormentaba tanto al presidente Barco, que había pensado en suprimirla. El mandatario, para evitarla, cerró la ventana de su despacho y remató con un irónico "amigo, this is the life in the tropics".