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Matthew McConaughey pasó de ser el rey de las comedias románticas a un personaje de culto en televisión gracias a su papel como el detective Rust Cohle en ‘True Detective’. | Foto: Foto: A.F.P.

ENTRETENIMIENTO

La televisión, una caja de sorpresas

La televisión pasó de ser la cenicienta de la cultura al lugar donde actores, guionistas y productores quieren estar hoy. SEMANA habló con los protagonistas de esta nueva época dorada.

30 de agosto de 2014

En la entrega de los Premios Emmy, Matthew McConaughey, nominado a mejor actor por su papel en True Detective, fue la comidilla de los presentadores. Para empezar, el comediante Jimmy Kimmel le preguntó qué hacía allí si ni siquiera tenía la pinta de un actor de televisión, sino de una estrella de cine. “¡Además te ganaste un Oscar hace seis meses!”. Más adelante, cuando el propio McConaughey subió al escenario a anunciar una categoría junto a Woody Harrelson, su compañero de set volvió a echárselo en cara: “Tienes un Oscar, eres el hombre más sexy del mundo y ahora, ¿también quieres un Emmy? ¿No es un poquito ambicioso?”. “Deja la envidia?, le respondió McConaughey, quien de un tiempo para acá pasó de ser el rey de las comedias románticas a interpretar personajes mucho más complejos.

Su papel como el detective Rust Cohle en la aclamada producción de HBO consolidó esa buena racha y, aunque esa ya es de por sí una gran historia, su éxito no es un caso aislado. Ahora que la televisión vive su mejor momento con series cuyas tramas superan de lejos las de muchas películas, muchos actores que tradicionalmente han hecho sus carreras en el cine, han decidido mudarse a la pantalla chica. McConaughey y Harrelson (nominado dos veces al Oscar) son quizá las caras más visibles, pero la lista es larga e incluye también a directores, guionistas y productores. Tanto críticos, espectadores y autores coinciden en lo mismo: hoy las grandes historias están sucediendo en la televisión.

“Siempre había querido hacer cine, pero ahora me siento muy afortunado de poder trabajar en televisión porque los escritores tenemos más libertad aquí que en una película”, le dijo a SEMANA Vince Gilligan, creador de Breaking Bad, la ganadora indiscutible de los Emmys con cinco estatuillas, incluida mejor serie dramática. Gilligan se refiere justamente a uno de los mayores atractivos de la caja mágica: la posibilidad de desarrollar una idea a profundidad, en temporadas de 13 capítulos o más. El paso del tiempo, ese elemento que siempre ha sido tan elusivo para cineastas y novelistas, en televisión deja de ser un problema. De allí, por ejemplo, que la audiencia sea capaz de amar y odiar a la vez a un personaje tan complejo como el protagonista de Breaking Bad, Walter White (Bryan Cranston), el ya célebre profesor de química convertido en capo de las metanfetaminas.

Así como los directores tienen la oportunidad de atreverse con las tramas, en la pantalla chica los actores pueden demostrar de qué están hechos. Le ocurrió a Cranston, quien parecía haberlo logrado todo tras el éxito modesto de Malcolm y uno que otro papel secundario en cine, y ahora es el villano más cotizado de la televisión. O al propio Jim Parsons, un completo desconocido antes de The Big Bang Theory, que ya suma cuatro Emmys como mejor actor de comedia y gana 1millón de dólares por capítulo. Pero en ese mundo no solo brillan los talentos subvalorados y nuevos. También están aquellos que han encontrado en las series el medio ideal para revivir sus carreras. Kevin Spacey es quizás el caso más evidente gracias a su papel de Frank Underwood en House of Cards. Después de consagrarse en Hollywood y obtener dos Oscar, en 2007 anunció que se retiraría. “Ya no me importa mi carrera como actor. Para mí ha terminado”, dijo en ese entonces. Por suerte no cumplió esa sentencia y hoy es un nominado habitual.

El cambio de paradigma que ha convertido a la caja idiota, como algunos han llamado a la televisión, en una llena de sorpresas, empezó en 1990. En ese año apareció Twin Peaks de David Lynch, una de las primeras apuestas de altísima calidad y guion arriesgado. “Más tarde la llegada de Tony Soprano a HBO produce un quiebre que hace que actores y directores se convenzan de que la televisión también da plata y prestigio, pero sobre todo les permite explorar facetas distintas”, explica el crítico Pablo Manzotti. A eso se suma que los temas de Hollywood parecen agotarse en los cómics de superhéroes –no en vano por estos días Las tortugas ninja y Guardianes de la galaxia lideran las carteleras– y, aunque ese boom ha probado ser muy exitoso en taquilla, sus historias no significan un verdadero desafío para los creadores.

La forma como el público consume contenidos es otra de las claves de esta revolución. “No solo los artistas y realizadores están haciendo su mejor esfuerzo en la pantalla chica, sino que la variedad de opciones para acceder a ese trabajo aumenta cada día”, dijo a esta revista Ted Sarandos, director de las producciones originales de Netflix. “Es bueno saber que no dependes únicamente de lo que las salas de cine estén exhibiendo y que puedes llegar a tu casa a ver lo que quieras en cualquier plataforma?, añade Gail Mancuso, ganadora del Emmy a mejor dirección de comedia por Modern Family. Spacey también cree firmemente que los televidentes deben apoderarse del control, pues solo así la industria estará obligada a seguir reinventándose.

Mientras aparecen más canales no convencionales para enganchar espectadores, siguen las cábalas sobre las próximas estrellas de Hollywood que darán el salto. Para reemplazar a McConaughey y Harrelson, por ejemplo, se ha hablado de pesos pesados como Christian Bale o Joaquin Phoenix. Incluso leyendas del cine como Anthony Hopkins y Ed Harris ya están grabando el piloto de una nueva serie de HBO, Westworld, producida además por el talentoso J.J. Abrams. Bien lo resumió Gilligan a SEMANA: “Este definitivamente es un momento maravilloso para estar en la televisión”. Y nadie, por supuesto, quiere perdérselo.?

 

De la grande a la chica

Muchos actores y directores que han desarrollado sus carreras principalmente en el cine ahora le están apostando a la televisión. Estos son algunos ejemplos.

Clive Owen fue nominado a un Oscar a mejor actor secundario por Closer, en 2005. Hoy ha decidido probar suerte en la televisión con The Knick, una serie de Cinemax en la que interpreta a un médico de un hospital en Nueva York de principios del siglo XX.

En sus películas Kevin Bacon ha sido comandante, astronauta y convicto, pero desde el año pasado interpreta el papel que buscaba hace tiempo. Se trata del agente del FBI Ryan Hardy, protagonista de la serie The Following.

La veterana Kathy Bates siempre ha oscilado entre el cine y la televisión. Ganó un Oscar a mejor actriz por Misery en 1990 y ha sido nominada dos veces más, pero últimamente parece haber encontrado su lugar en la pantalla chica. Este año ganó el Emmy a mejor actriz secundaria por American Horror Story.

Después de hacer carrera en las pasarelas, la alemana Diane Kruger incursionó en el cine con películas como Bastardos sin gloria y Troya. Hoy protagoniza la versión estadounidense de The Bridge, una serie sueco-danesa.

El director Steven Soderbergh también debutará en la televisión en The Knick. Ganador de un Oscar por Traffic y nominado en otras dos ocasiones, Soderbergh se acercó por primera vez a la pantalla chica el año pasado con Behind the Candelabra, una producción de HBO.

Jane Campion, una de las pocas mujeres nominada al Oscar a mejor dirección por The Piano, se unió al boom de la televisión con la miniserie Top of the Lake, estrenada el año pasado y nominada a ocho premios Emmy.

Cary Fukunaga había hecho un par de películas relativamente exitosas, pero solo se consolidó como director de primera categoría en televisión gracias a True Detective, que este año le mereció el Emmy a mejor dirección de una serie dramática.