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'Julio Cortázar. El cronopio fugitivo' (Edhasa) es la biografía con la que Miguel Dalmau se adentra en todos los rincones del escritor argentino. | Foto: Sophie Bassouls/Sygma/Corbis

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¿La intrusa biografía de Julio Cortázar?

El sida, su adicción al sexo y la intensa relación con su madre son algunos temas íntimos que toca Miguel Dalmau en esta biografía no autorizada.

7 de octubre de 2015

La última biografía de Julio Cortázar, editada por Edhasa y escrita por Miguel Dalmau, se ha publicado finalmente, un año después de lo previsto, pese a la oposición de los herederos al uso de citas de la obra del autor argentino. Se titula Julio Cortázar. El cronopio fugitivo y las reacciones que ha suscitado apenas comienzan.

Esta semana, al presentar su libro Dalmau contó que este tropiezo le ha permitido hacer ahora una biografía “valiente y bien documentada”, pero con muy pocas citas de Cortázar y sin fotos, porque, aunque el derecho a la cita en España está regulado, las ha limitado al máximo y representan menos del 5 por ciento del texto.

Para escribir el libro, de 600 páginas, tardó tres años. Sin embargo, el autor asegura haberlo ido gestando toda la vida. En la adolescencia tenía una gran atracción por la obra de Cortázar, hasta el punto de que a los veinte años llegaron a intercambiar correspondencia.

La biografía, según explicó, “analiza su actitud y su compromiso”, pero su autor no se ha dejado llevar “por los datos”, y matiza que la edad y la experiencia es lo que le ha servido para escribir y abordar aspectos desconocidos de Cortázar, “una figura que ha estado excesivamente protegida”.

El libro habla de la dependencia patológica que tenía y de la estructura matriarcal en la que vivía con una madre que era hija ilegítima, una hermana esquizofrénica con la que tenía un problema de incesto, una abuela y una tía, que muy pronto tuvo que mantener.

“La madre, doña Hermínia, era hija ilegítima y tanto ella como la hermana de Cortázar, Ofelia, vivirán de él toda su vida porque el padre les abandonó pronto: hasta un mes antes de su muerte les enviará cheques desde Europa, pero resulta que quien ha de ejercer desde bien joven de pater familias era un chico introvertido, con problemas de gigantismo y que tenían medio escondido en un altillo leyendo todo el día”, fija el biógrafo, que no duda en calificar al escritor de “hombre bloqueado por los tabús y puto esclavo de su madre”, según se cuenta en el texto Cortázar, el pingüino rosa de mamá publicado en El País de España.

Cortázar, según cuenta Dalmau, no pisó la universidad porque no la podía pagar, fue profesor en provincias y durante años lo único que hizo fue mandar dinero a estas mujeres, “que le tenían como en un secuestro que duró hasta un mes antes de su muerte, porque seguía mandando talones desde Suiza”.

“Es un esclavo que no ha roto el cordón umbilical y está bloqueado por tabúes de la época, familiares y sociales”, asegura Dalmau, y se casa con una mujer, Aurora Bernárdez, que prolonga la estructura matrialcal argentina.

Aborda la relación con Aurora, a la que considera definitivamente la Maga de Rayuela, aunque reconoce que no habló con ella antes de escribir la obra, porque “era una encantadora de serpientes, tan abierta, tan amable, tan culta y con tanto conocimiento... que era dinamita pura y me podría haber contaminado”.

El autor de esta biografía no autorizada relata que ella le inspiró ese personaje y que Julio Cortázar estuvo cinco años persiguiéndola sin que ella le hiciera caso. Está convencido, además, de que, aunque oficialmente se instala en París por su oposición al peronismo, “también lo hizo hostigado por las calabazas de Aurora”.

Respecto de las novedades aportadas por la biografía, asegura que ha ordenado pistas que otros abandonaron o no han querido tomar, y que es la primera vez que se abre una puerta, se pone una linterna en ciertos aspectos de su vida “y se ven las constelaciones que hay detrás”.

“Lo importante -asegura- no es saber que su madre no era hija legítima, sino qué importancia tuvo en su vida, y eso es una estrella, y hay muchas, y esa constelación es la que aparece al otro lado de la puerta”.

Define a Cortázar como “un gigante con pies de barro, que tuvo que superar muchos demonios, y con vanidad cero. Un hombre guapísimo y con un gancho excepcional” y un hombre con encanto que en los años 60 y 70 era como un gurú, alguien que te podía hacer de guía.

Aborda también Dalmau cómo, pese a ser inicialmente tímido, se convierte luego en un cazador adicto al sexo y a las mujeres.

Para su biógrafo, le pasa a los 60 años lo que debía haber ocurrido a los 20, con un “coto de caza” infinito porque tenía un coro de señoras detrás, y remarca que acaba saturado, “lo que le crea muchos problemas”.

Miguel Dalmau aporta posibles diagnósticos sobre su salud y cuenta que parece claro que debía tener un síndrome y un tumor en alguna glándula, del que en algún momento se opera y se somete a un importante tratamiento hormonal de testosterona, que hace que hasta le salga barba para asombro de su familia “en el momento de máxima fama como escritor y máximo hechizo sobre su público”.

Sobre su muerte en 1984, no descarta el biógrafo que fuera debido al sida, porque, a los síntomas que tenía, entonces desconocidos, se sumaban unas manchas en la lengua, “aunque queda bastante claro que sería por una transfusión de sangre contaminada a raíz de una hemorragia gástrica que tuvo en 1982”.


Con información de EFE.