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LAS DIOSAS DE LA FORTUNA

El sistema financiero español tiembla de nuevo con los caprichos de las Koplowitz, las mujeres más ricas de la península.

20 de julio de 1998

Este martes 23 de junio los financistas más importantes de España serán testigos de un hecho sin precedentes. Durante la reunión de la junta de accionistas de Fomentos de Construcciones y Contratas (FCC), una de las empresas más grandes de la península, Esther Koplowitz desembolsillará 137.000 millones de pesetas _unos 872 millones de dólares_ con el fin de adquirir las acciones que tiene su hermana Alicia en la compañía. Gracias a esta compra _que corresponde al 28,26 por ciento del capital_ Esther se convertirá en la principal accionista de FCC y, por consiguiente, en la primera empresaria del sector de la construcción en España.
Como el total deberá ser cancelado en efectivo _según requerimientos de Alicia_, Esther se ha visto obligada a pedir ayuda a los principales bancos, que ni cortos ni perezosos han decidido participar en la transacción. La Caja de Madrid, el Banco Central Hispano, Argentaria y el Banco Bilbao Viscaya se han unido para recaudar la astronómica suma, que constituye el mayor préstamo personal en la historia bancaria de España. Los bancos le han dado a Esther un plazo de ocho años para saldar la deuda y han establecido que los pagos serán trimestrales y sin ningún tipo de penalización en el caso de un adelanto. Y esa se considera una jugada maestra de la mayor de las Koplowitz.
Alicia, sin embargo, no se queda atrás. A partir de la fecha entrará a hacer parte de la lista de los personajes más ricos de Europa. El negocio es tan redondo que ni siquiera tendrá que pagar impuestos por recibir los 137.000 millones de pesetas, debido a que las acciones han estado en su poder por más de ocho años y pertenecen a una sociedad que no cotiza en la bolsa (razones ambas para exonerarla). Para cerrar con broche de oro, Alicia estableció una cláusula en la que advierte que si su hermana llega a vender las citadas acciones a terceros, ella recibirá el 50 por ciento de la plusvalía. Aunque a Esther no le agradó mucho esa condición no tuvo más remedio que aceptarla, ya que de lo contrario perdería el control de la compañía.
Más allá del intríngulis económico, no obstante, lo que en realidad tiene en vilo a la sociedad ibérica es el distanciamiento entre las Koplowitz, consideradas por años como una sociedad absolutamente inseparable.

Vida de telenovela
Tras la muerte de su padre _un judío alemán que les dejó en herencia la no despreciable suma de 50 millones de dólares_ las Koplowitz se unieron tanto que llegaron al punto de llevar unas vidas totalmente paralelas. En 1969 contrajeron matrimonio con los primos Alberto Alcocer y Alberto Cortina. Los 'Albertos' _como son conocidos en el medio español_ entraron a manejar parte de la inmensa fortuna de sus esposas, la cual se había multiplicado gracias a la labor de Ramón Areces, el fundador del almacén El Corte Inglés, quien había desposado a la madre de las Koplowitz. Y España entera se admiraba con la felicidad de las parejas.
Años después, sin embargo, el cuento de hadas se vino abajo. En 1989 la revista Diez Minutos publicó unas fotos en las que Alberto Cortina _el marido de Alicia_ salía de un hotel en compañía de Marta Chávarri, la bella y joven esposa de Fernando Falcó, marqués de Cubas. En cuestión de horas se destapó el affaire y la infidelidad de Cortina salió a la luz pública. Como era de esperar, las revistas del corazón se encarnizaron con la historia y las hermanitas Koplowitz abandonaron su vida apacible y discreta para saltar a los titulares de prensa. A partir de ese día los españoles desayunaron, almorzaron y cenaron con los últimos acontecimientos de este escándalo, que ya no sólo abordaba temas de alcoba sino que ponía en tela de juicio el futuro de uno de los grupos más solidos del sector empresarial ibérico.
En medio del dolor y la tristeza, Alicia pidió el divorcio, y para sorpresa de todos su hermana la imitó. Al parecer, Alberto Alcolcer compartía con su primo la afición por las mujeres. Y a raíz del affaire de Cortina se supo que el esposo de Esther también había sido infiel. Una vez más a las Koplowitz las unía el mismo sino de riqueza y de infelicidad.

Futuro incierto
La plata, según el dicho popular, corrompe a las personas. Y fue eso, a lo mejor, lo que les ocurrió a las dos hermanas. Después de soportar las duras y las maduras las Koplowitz se dejaron tentar por el dinero y eso las hizo distanciar. Aunque nunca les faltó nada su interés por controlar la empresa se fue haciendo cada vez más grande y las diferencias entre ellas se ahondaron tanto que, según sus allegados, hoy por hoy no se soportan. El distanciamiento es tan evidente que ni siquiera se reunieron físicamente para firmar los documentos de compra y venta de las acciones de la compañía. Y hay pocos indicios de que en el futuro se vuelvan a reunir.
Por ahora las expectativas giran en torno de Alicia. Todo el mundo se pregunta qué va a hacer con el enorme caudal de dinero que le llegará de golpe. Aunque en los pasillos de la bolsa se dice que la menor de las Koplowitz invertirá su capital en el rentable negocio de la comida rápida, otros sostienen que sus intereses van más por el lado espiritual y que está decidida a regresar al apacible anonimato. Según las malas lenguas, Alicia hace parte de los legionarios de Cristo, un grupo integrista católico que se proclama a sí mismo como el brazo armado de Juan Pablo II. De ser cierto, no sería extraño que en pocos meses la comunidad comenzara a recibir mucho más que bendiciones. Y que por cuenta de una ideología radical desapareciera una de las más grandes fortunas de España.