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François Hollande y Valérie Trierweiler se conocieron en 1988 cuando él era candidato a la Asamblea Nacional, y ella cubría política para ‘Paris Match’. | Foto: A.F.P.

POLÉMICA

Las mujeres del presidente

Acaban de salir tres libros que retratan el tormento del presidente François Hollande con su novia Valérie Trierweiler y su ex Ségolène Royal. La trama de venganza y celos parece afectar la popularidad del mandatario cuando se cumplen 100 días de su gobierno.

8 de septiembre de 2012

La normalidad del autodenominado "candidato normal" se quebró la noche del 6 de mayo en la Plaza de la Bastilla, el día de su victoria en las elecciones presidenciales francesas. Al frente de miles de seguidores exaltados por el regreso al poder del Partido Socialista (PS) después de 17 años de ausencia, François Hollande le dio un beso en cada mejilla a su ex Ségolène Royal, candidata a la presidencia en 2007. Segundos después se acercó a su actual novia Valérie Trierweiler en cuyos labios se leyó un autoritario "bésame en la boca ya".

El triunfador, juicioso, obedeció. Desde ese momento se supo que, por causa de este triángulo político-amoroso, aquel que había ganado las elecciones con una imagen "normal", opuesta a la del farandulero y ostentoso Nicolas Sarkozy, no se iba a salvar de ser la comidilla de la prensa sensacionalista.

Tres libros que acaban de salir al mercado confirman que Valérie, periodista de Paris Match, y Hollande pueden dar tanto de qué hablar como Carla Bruni y Sarkozy. Laurent Greilsamer, exdirector de Le Monde escribió el más despiadado. La Favorita es una especie de carta abierta a la novia del mandatario en la que, sin misericordia, la acusa de dañar por siempre la imagen del lustro presidencial que comienza. En una entrevista, el autor explicó el retrato que hace de la pareja: "Él es el razonable, ella es la colérica; él es el moderado, ella es la excesiva; él es el normal, ella es la loca". Ya se rumoraba sobre su fama de controladora desde que demandó a una revista francesa por publicar unas fotos de ella en un bikini negro, pelea que ganó la semana pasada.

El episodio que puso en evidencia a Valérie como una mujer celosa dispuesta a acabar con la ex de Hollande fue sin duda el denominado 'tweetgate'. En medio de las diferencias internas en el seno del partido, el socialista Olivier Falorni decidió presentarse a las legislativas de junio en La Rochelle, la misma comuna en la que era candidata Ségolène Royal. El hecho fue visto como un desafío a una de las 'elefantes', como se le llaman coloquialmente a los grandes dirigentes del PS. Falorni fue expulsado de la colectividad, pero continuó en la carrera para ganar uno de los escaños en la Asamblea.  

Hollande declaró su apoyo irrestricto a su excompañera, pero su novia no tardó en desencadenar un escándalo en menos de 140 caracteres al escribir en Twitter: "Ánimo a Olivier Falorni que no ha desmerecido, que se bate al lado de los rocheleses con un compromiso desinteresado". Apoyarlo significó una bofetada a Ségolène, a Hollande y al resto de los socialistas. La polémica creció aún más cuando Falorni humilló a la excandidata presidencial en la segunda vuelta de las legislativas al ganar con 63 por ciento de los votos.

Otro de los libros se titula Entre dos fuegos, escrito por las periodistas Anna Cabana y Anne Rosencher. La obra recuerda los inicios de la relación. A finales de los ochenta Valérie, encargada de cubrir el Partido Socialista para Paris Match, conoció a Hollande, de quien sus colegas se burlaban en ese entonces por su figura poco presidencial: bonachón, glotón e indeciso. En 2002 el político cruzó la frontera profesional al preferir a Valérie para darle información exclusiva. En 2005 empezó la relación, pero Ségolène no se quedó quieta. Según cuentan las autoras, por esa época habría llamado a la redacción de Paris Match para pedir la cabeza de su rival o, al menos, hacerla cambiar de la sección política.

La ex, libro escrito por Sylvain Courage, periodista de la revista Le Nouvel Observateur, revela detalles del drama de Royal. Tras escuchar los rumores de la cercanía de la cronista con su esposo, la socialista se habría reunido con Valérie en febrero de 2003 y le habría dicho: "Usted tiene tres hijos. Yo tengo cuatro. Tenga mucho cuidado". El periodista también muestra cómo las dos mujeres mezclaron la vida privada con la política. El director de comunicación de la campaña de Hollande, el hoy ministro del Interior Manuel Valls, habría sido presionado por Valérie para omitir a Ségolène de los clips de campaña presentados a los militantes en los mitines del socialista. Efectivamente, la ex no figura en el video oficial.

Hasta ahora parece haber un cese de hostilidades entre las dos mujeres. Sin embargo, el daño ya está hecho. "El 'affaire' del tweet dio la impresión de que el presidente no sabe mantener un mínimo de armonía en su vida familiar y, por consiguiente, hace dudar de su capacidad para gobernar el país", afirmó Courage a SEMANA.

Sin duda, la historia no ha ayudado a mantener una imagen positiva del presidente francés, en medio de una grave crisis económica y las críticas de la oposición a los 100 días de su mandato. Francia, por primera vez, superó esta semana los 3 millones de desempleados y la prensa ya habla de un gobierno inactivo que no toma ninguna medida. La popularidad de Hollande cayó de 63 a 47 por ciento en tres meses.

No importa que aún coja el tren en vez de avión para desplazarse en Francia y así parecer un ciudadano común y corriente, que no vaya a lujosos restaurantes en la avenida de los Campos Elíseos o que no compre relojes Rolex, como lo hacía Sarkozy. El triángulo amoroso hizo que Hollande pasara de un hombre austero y cercano a los franceses, a un protagonista habitual de la prensa rosa. Todo, cuando el país reclama un presidente fuerte.