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LO ESCRITO, ESCRITO ESTA

Surge un nuevo requisito para las bodas entre los famosos: los contratos prenupciales.

8 de octubre de 1990

La expresión favorita entre los famosos y ricos en Nueva York, Los Angeles, Miami, Hollywood, París, Madrid, Londres y otras capitales de la belleza y el dinero en el mundo esta compuesta por dos palabras: Contrato Prenupcial.
Uno de los casos más recientes y escandalosos que sigue girando alrededor de esas palabras se relaciona con los esposos Trump quienes ante la inminencia de un divorcio, empeorado por las dificultades financieras del magnate y las acusaciones de infidelidad por parte de la esposa, vieron cómo ese Contrato Prenupcial era esgrimido por los abogados de Donald contra los apoderados de su rubia mujer. Aparentemente se ha demostrado por parte de los primeros que, antes de casarse, ambos firmaron un contrato por el cual, en caso de divorcio, ella sólo obtendría una cantidad pequeña en comparación con la supuesta fortuna que existe.
Muchas leyendas han surgido a raíz de estos pleitos y se habla de una elegante boda en Los Angeles, con los invitados contemplando cómo una escultura de hierro se derretía en medio del salon cuando la novia se negó a firmar este contrato.
Estas situaciones empujadas por factores como los celos, la ambición, la infidelidad y la codicia han cambiado en buena parte la verdadera naturaleza de los matrimonios entre esos bellos, famosos y ricos.
Un abogado especializado en divorciar estrellas resume muy bien la esencia de estos conflictos: "Si un hombre con 10 millones de dólares decide casarse con una mujer más joven que el, ella seguramente no reparará en el factor financiero y solo pensará que se encuentra a punto de iniciar una vida deliciosa y fácil. Pero, con la nueva actitud ante el dinero y el matrimonio, el futuro esposo aparece ante los ojos de la muchacha bajo otra perspectiva, sabe que los bienes serán separados y él comprenderá que no andán detrás de su inteligencia. De esa manera el matrimonio se convierte en algo más justo, menos egoísta e interesado más libre" . Esa es una versión.
El contrato prenupcial aparentemente indispensable ahora como la licencia y la ceremonia ante el juez o el sacerdote, es uno de los temas más controvertidos de los últimos años y en muchas ocasiones, motivo de desagrado y verguenza para quienes prefieren no hablar del tema en público y menos con la prensa. Dicen que si alguien quiere enfriar unas ardientes relaciones, basta que toque el tema en un momento de intimidad para que el otro se sienta cohibido.
Los sicólogos han analizado a fondo todos los traumas y conflictos que nacen del simple hecho, como dice una columnista, de iniciar una luna de miel o una relación conyugal tórrida, sabiendo que los bienes que se adquieren durante el matrimonio así como los aportados por cada uno, estan regulados de una manera matemática y lo que es peor, por desconocidos que sumaron, restaron, multiplicaron y dividieron como si no estuvieran tasando sentimientos sino barras de oro. Si alguien tiene alguna duda sobre la conveniencia de estos Contratos Prenupciales en los cuales el inventario llega hasta los objetos más ridículos, basta que recuerde el caso del director Steven Spielberg y su exesposa, la actriz Amy Irving con quien antes de casarse firmó en un pedazo de papel una especie de acuerdo, pero sólo entre los dos, sin intervención de abogados ni amigos. Spielberg aprendió varios años después que había cometido un error. Cuando se enamoró de la actriz Kate Capshaw y pidió el divorcio en tendió que ese pedazo de papel no tenía validez alguna y que la demanda de la Irving, solicitando la mitad de sus bienes (calculados en 450 millones de dólares), era aceptada por el juez.
Otro caso curioso se presentó en el matrimonio de Tom Cruise y Mimi Rogers quienes a pesar de no tener ese acuerdo prenupcial, al divorciarse no entablaron conflicto financiero alguno. Mientras tanto, Jane Fonda y el político Tom Hayden se divorciaban para sorpresa de todos, sin contrato prenupcial. Según la ley de California, Hayden como todos los maridos de estrellas y mujeres famosas tenía derecho a la mitad de los bienes adquiridos por ambos durante su matrimonio pero como la actriz lo había ayudado en numerosas ocasiones en sus campañas políticas, invirtiendo más de 20 millones en sus actividades, se conformó con una cantidad reducida porque, según lo expresó a sus amigos, prefería volver a ser pobre.
Un abogado experto en estos contratos se pregunta: ¿qué se hicieron el amor, el cariño, la ternura, el honor, la confianza hacia el otro, el desinterés por las cosas materiales? ¿En qué se transformaron?
Y otro experto en estos líos amorosos y financieros tiene una tesis: "Todos los matrimonios que firman estos acuerdos prenupciales sobre sus bienes personales, siempre terminan en divorcios. Las mujeres son unas idiotas al aceptar estas situaciones ridículas" .
Lo cierto es que la idea y la costumbre de los Contratos Prenupciales no son de ahora. Hay documentos de 1801 por los cuales queda establecido que al momento de casarse con Napoleón, Josefina recibía como fortuna personal la suma de 12.000 francos de entonces. En otro documento, el mismo emperador firma como testigo en la boda de uno de sus oficiales y se establece hasta dónde llegan los bienes de cada uno de los contrayentes.
Legalmente, los cónyuges son dueños del cincuenta por ciento de los bienes habidos en el matrimonio. Pero, el contrato prenupcial acaba con esa equidad ya que los personajes millonarios establecen que el otro sólo recibira, en caso de divorcio, una cantidad más pequeña. La finalidad de la firma es defenderse de una presunta mala fe del otro o sea, al casarse uno presume que el otro intentará engañarle o robarle, dicen los abogados.
Una actriz que firmó el contrato sin saber que esta embarazada, al descubrirlo expresó que se entía como oveja en el matadero. Otras coinciden con ella. Esas son las dos palabras de moda entre los bellos y ricos: Contrato Prenupcial y algunos piensan que está matando el poco amor que queda en esas latitudes.