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Los Beatles llegaron a Estados Unidos por primera vez el 7 de febrero de 1964. Ese día comenzó el fenómeno de la Beatlemanía, que sigue vivo todavía 50 años después. | Foto: Getty Images

ANIVERSARIO

Damas y caballeros… ¡Los Beatles!

El día que John, Paul, George y Ringo aterrizaron en Nueva York se convirtió en el hito de la música popular del siglo XX. Cincuenta años después, Los Beatles siguen siendo la banda de rock más importante de la historia.

25 de enero de 2014

Pedían   a   gritos su atención y tan solo una mirada era suficiente para desatar el frenesí de alaridos y hacer temblar las pancartas que decían “Los amamos”. Los cuatro chicos de Liverpool apenas se estaban acostumbrando a tener fanáticas y esta demostración de afecto los dejó atónitos. “Había millones de jóvenes, cosa que nadie anticipó. Nos enteramos estando todavía en el aire, cuando el piloto anunció: ‘Díganle a los chicos que hay una gran multitud esperándolos’. Y pensamos: ‘Dios, de verdad lo logramos’, escribió años después Paul McCartney. Era el 7 de febrero de 1964 y Los Beatles acababan de aterrizar en el aeropuerto internacional de Nueva York, recién bautizado J.F. Kennedy, y, sin saberlo, estaban haciendo historia. 

La emoción de aquel día, y de las siguientes dos semanas, marcó el comienzo de la Beatlemanía, el fenómeno que consagró a John, Paul, George y Ringo como la banda más famosa que ha existido. Nunca se había visto a miles de adolescentes gritar enloquecidas por un grupo, y el particular corte de pelo y el acento británico les hacía perder completamente  la compostura. Los periodistas estadounidenses tampoco fueron inmunes al fenómeno y unos 200 de ellos se reunieron en el aeropuerto para hacerles preguntas a los recién llegados. 

Periodista: ¿Se sienten avergonzados de la locura que han causado?

John Lennon: No, es genial. Nos gustan los lunáticos. 

Periodista: ¿Están a favor de la locura? 

Los Beatles: ¡Sí! 

J. L.: La locura es sana. 

Periodista: ¿Por qué su música emociona tanto a la gente?

J. L.: Si los supiéramos, formaríamos otro grupo y seríamos los mánagers. 

Periodista: ¿Y qué dicen del rumor de que ustedes representan una rebelión? 

J. L.: Es una cochina mentira, una cochina mentira. 

La pinta de los chicos y sus ocurrentes y sarcásticas respuestas durante la conferencia enamoraron a los estadounidenses tanto como sus canciones. Esa misma noche otra multitud los esperaba frente al Hotel Plaza, donde se hospedaron. “¡Era una locura! Estaban todos afuera, había barreras y policías a caballo por todas partes y nosotros cuatro sentados en el carro, riéndonos. ¡No podíamos creerlo!”, recordó después Ringo. 

Aunque para entonces ya era claro que tenían una buena base de fanáticos en Nueva York, el verdadero nivel de su influencia en Estados Unidos solo se hizo evidente cuando se presentaron en el programa dominical The Ed Sullivan Show. Una semana antes ya las 780 plazas del estudio estaban agotadas y los teléfonos no paraban de sonar: todo el mundo quería ver a los británicos tocar en vivo. Incluso el entonces ex vicepresidente Richard Nixon metió palancas para conseguirle una entrada a su hija Julie, de 15 años. Al presentar a la banda Sullivan dejó claro cuál era el ambiente esa noche: “Desde ayer nuestro teatro está inundado de periodistas y cientos de fotógrafos de todo el país, y estos veteranos están de acuerdo conmigo en que esta ciudad nunca ha vivido una emoción como la que han causado estos jóvenes de Liverpool. Damas y caballeros…¡Los Beatles!”. 

Se dice que aquella noche Lennon pegó las letras de las canciones a la parte de atrás de su guitarra, pues estaba tan nervioso que pensó que podría olvidarlas. Y tenía razón, pues 73 millones de personas vieron el programa, lo que marcó un nuevo récord de sintonía en el país. De hecho, aunque Los Beatles también dieron otros dos conciertos en esos días, ellos realmente estaban en Nueva York por el programa de Ed Sullivan. La versión más difundida de su viaje a través del Atlántico cuenta que Sid Bernstein fue quien los llevó  a Estados Unidos. En realidad, Brian Epstein, el mánager de los Fab Four, como comenzaban a ser llamados, había viajado en septiembre de 1963  Nueva York para reunirse con Sullivan y acordar  con él que los chicos se presentarían tres veces seguidas en el programa por 10.000 dólares. Solo después Bernstein lo contactó y le dijo que podía conseguirles conciertos en el mítico Carnegie Hall y en el Coliseo de Washington. 

Los Beatles además llegaron a Estados Unidos en un momento especialmente crucial. Solo unos meses antes, el 22 de noviembre de 1963, el país había quedado noqueado por el asesinato del presidente John F. Kennedy. Como señala el historiador Philip Norman en su biografía de Los Beatles titulada Shout!, los norteamericanos necesitaban algo que llenara ese vacío profundo. Y ese algo comenzó a ganar fuerza cuando el disc-jockey Carroll James, de la emisora WWDC, de Washington, aceptó la sugerencia de Marsha Albert, una adolescente fanática, de pasar por su emisora canciones del grupo. El hecho es que en diciembre de 1963 importó de Reino Unido el sencillo de I Want to Hold Your Hand y comenzó a transmitirlo una y otra vez.

Estados Unidos llevaba años oyendo baladas insulsas tras la guerra a muerte que le declaró la derecha al rock and roll a finales de los años cincuenta. Así que el público quedó maravillado con el sonido que ofrecía el cuarteto. Era movido, alegre, optimista, una canción aparentemente sencilla y fácil de digerir, pero con una progresión de acordes que nunca antes se habían escuchado, unos arreglos vocales prodigiosos y un sonido de guitarras enérgico pero limpio.

Lo que es increíble es que cuando llegaron  a Estados Unidos con semejante resonancia, el fenómeno apenas estaba naciendo, pues hasta febrero de 1964 los Fab Four solo tenían un éxito, I Want to Hold Your Hand . Después seguiría She Loves You, y de allí una serie de canciones que llegaban a la radio y a las listas de éxitos a raudales.  Los muchachos llevaban más de un año grabando en Reino Unido y había mucho material represado, que a lo largo de ese año apareció en Estados Unidos con muy pocas semanas de intervalo. 

Los Beatles no solo llenaron ese vacío que señala Norman, también resucitaron el rock and roll, que volvió a sonar en la radio gracias a esa hábil combinación de música blanca y negra que había logrado el grupo, y a la que había que agregar la capacidad que tenían ellos, en particular Paul McCartney, para componer o interpretar canciones más líricas y armoniosas.

La Beatlemanía estalló definitivamente aquel fin de semana. Ya no era un tema exclusivo de Reino Unido o de Europa sino del mundo entero.  Y como Los Beatles no eran precisamente un grupo creado para triunfar en la radio sino una suma de talentos prodigiosos pocas veces vista, el fenómeno duró hasta septiembre de 1966, cuando se aburrieron de cantar ante audiencias que gritaban tan duro que la música no se podía oír y decidieron concentrarse en trabajar en los estudios. 

En los seis años que estuvieron juntos  Los Beatles lograron lo que nadie antes había logrado, no solo en el ámbito musical, sino en cuanto a la influencia que tuvieron sobre varias generaciones. Cincuenta años después, Estados Unidos celebra la llegada del cuarteto británico con decenas de homenajes y la prensa les vuelve a dar portada a John, Paul, George y Ringo porque, sin importar el tiempo que pase, su música y lo que representaron sigue estando más vivo que nunca. Como dice la expresión anglosajona: fue corto pero dulce. 

  • “Yo estuve ahí”

Los Beatles hicieron su primera presentación en Estados Unidos en el ‘Ed Sullivan Show’ y luego dieron un concierto en Washington. Cincuenta años después, dos espectadores afortunados recuerdan aquella experiencia.


Jennifer M. Rothgeb
Estadounidense • Consultora • 62 años


“Mi padre era el gerente del Coliseo de Washington cuando yo era adolescente. Crecí yendo a todos los eventos que se hacían ahí y patinando en hielo los sábados por la tarde. Tenía 12 años cuando las canciones de Los Beatles llegaron a Estados Unidos y hasta entonces la música no me interesaba mucho, pero cuando comencé a escuchar al grupo en la radio me encantó y cada vez quería oír más y más de ellos. Recuerdo que en el otoño de 1963 mi mamá estaba viendo un programa de televisión donde pasaron imágenes de chicas gritando por Los Beatles y yo le pregunté por qué gritaban así. Bueno, unos meses después, ahí estaba yo en su primer concierto en vivo en Estados Unidos, gritando tanto como aquellas chicas. Mi papá consiguió dos entradas: una para mí y otra para mi amiga Francine. ¡Estábamos tan emocionadas! Esa noche una tormenta llegó a Washington y estábamos preocupadas de que cancelaran el concierto. Cuando la mamá de Francine nos llevó hasta el Coliseo las calles estaban cubiertas de nieve. Los Beatles tomaron el escenario y se desató la locura: había 8.000 adolescentes gritando y entre ellas, yo, dando alaridos y agitando los brazos en el aire. Y cada vez que ellos sacudían el pelo o decían ‘ooohhhhhh’, los gritos resonaban más duro. Poco después, las paredes de mi cuarto ya estaban cubiertas de sus fotos que recorté de las revistas. También comencé un álbum, que aún conservo, con recortes de noticias de los chicos”.

Ronald Grelsamer
Estadounidense • Médico cirujano • 60 años


“La mañana del 9 de febrero de 1964 me levanté sin ningún interés por la música popular. Sin embargo, cuando esa noche me acosté pasé horas despierto, pensando en lo que acababa de ver en el ‘Ed Sullivan Show’. Tenía 10 años, era demasiado joven para entender la histeria que se había apoderado de la ciudad, pero al día siguiente de lo único que mis compañeros del colegio podían hablar era de Los Beatles. De pronto llegaron a Estados Unidos todas sus canciones que ya habían salido en Europa: fue un verdadero tsunami de música de Los Beatles. Recuerdo haber escuchado Do You Want to Know a Secret? en la radio. ¡No estaba en mi álbum Meet the Beatles! Pasé días desesperado por conseguirla. En abril ya sus canciones eran las cinco primeras en todas las listas y pronto salió la película A Hard Day’s Night, en la que pude ver a mis héroes en acción. Y así continuó. Mi familia no era muy acogedora y, en retrospectiva, Los Beatles se convirtieron en mis amigos. Eran despreocupados, divertidos y nunca me cansaba de escucharlos. Yo no tenía ninguna noción de armonías o de acordes, lo único que sabía era que su música y su personalidad me cautivaban. Por eso dejé mis lecciones de piano y convencí a mis padres de que me compraran una guitarra”. 

Carole McCracken 
Estadounidense • Publicista 


 “Yo sí estuve ahí en el sesenta y cuatro. Mi padre nos dio permiso a mi hermana y a mí de tomar el tren desde Baltimore hasta Washington DC para asistir al concierto en el Coliseo, el 11 de febrero. Estábamos como en la sexta fila, en sillas plegables. Recuerdo que caminé por la tarima antes de que comenzara el show y que había un hombre ahí parado. Le pregunté si conocía a los Beatles y me dijo que era su mánager. Comencé a gritar, como hacíamos todas las niñas entonces, y fila tras fila cientos de otras chicas comenzaron a gritar, aunque no sabían por qué. Recuerdo que mi hermana decía que Ringo se estaba riendo de mis alaridos y cuando llegamos a la casa, ella escribió una canción titulada Rindo me sonrió. También recuerdo que los Beatles cantaron primero de cara a nosotros y luego se dieron la vuelta –Ringo cargó él mismo la batería–, para tocar frente al resto del público. Cuando terminó, mi hermana y yo teníamos que tomar el primer tren de vuelta a casa, pero en la estación se decía que los chicos iban a tomar uno que salía más tarde, así que nos quedamos. Estábamos muy emocionadas. Pero resultó que los Beatles sí tomaron el primer tren, en el que nosotras debíamos haber estado. ¡Hasta el sol de hoy nos arrepentimos de ese error!”
  • Se despierta Colombia 

Por el Dr. Rock


Cuando comenzó 1964, el mundo aún se hallaba sacudido por el discurso-oración de Martin Luther King Jr. conocido como Yo tengo un sueño, no lograba recuperarse del impacto causado por el asesinato de John F. Kennedy, varias naciones africanas empezaban sus procesos de independencia, en Europa afloraban nuevas expresiones culturales, en América Latina caían y subían dictadores, Paulo VI ya se consolidaba como el papa de los católicos y el único calentamiento en el planeta se generaba por las tensiones de la Guerra Fría. Así era más o menos el transcurso de la historia hace 50 años.

Los Beatles irrumpieron en Estados Unidos hace medio siglo dando inicio a la llamada ‘invasión británica’. En Colombia, mientras tanto, la gente comenzaba a tener acceso a la educación superior y se gestaba la gran migración del campo a la ciudad, transcurría el segundo gobierno del Frente Nacional en cabeza de Guillermo León Valencia, los bandoleros se transformaban en guerrilleros y los jóvenes se divertían con lo que más les gusta a los colombianos, bailar. Las fiestas en casas estaban a la orden del día y los muchachos organizaban en sus barrios o pequeñas ciudades actividades como las empanadas o melcochas bailables. La música tropical reinaba.

Las emisoras bogotanas estaban superando la música de mariachi y la escasa radio juvenil se centraba en la ‘nueva ola mexicana’, que era una serie de cantantes de aquella nacionalidad que se dedicaban a hacer versiones en español de éxitos norteamericanos de los llamados ídolos de matiné, término que se usó para designar a quienes pretendieron llenar el vacío dejado por Elvis cuando prestó el servicio militar. César Costa, Enrique Guzmán, Manolo Muñoz, Angélica María, Pili y Mili y Alberto Vásquez, por ejemplo, ganaban popularidad cantando temas de Paul Anka, Neil Sedaka, Ricky Nelson o Connie Francis entre otros.

Quienes gustaban de estar pendientes de lo último de la moda eran llamados cocacolos. El traje bien cortado o blazer, la camisa de satín, el zapato mocasín bien lustrado y un buen copete engominado o mota cole’pato con brillantina parecían ser la herencia del cachaco siempre preocupado por el buen vestir. Por su lado, las muchachas estaban superando las polleras, las crinolinas y las pañoletas de los años cincuenta, y las reemplazaban por faldas escocesas, algunas abiertas con gancho, largos suéteres o jerséis y zapatos de dos tonos, llamados también cocacolos. 

La llegada de los mechudos de Liverpool cambió la percepción de la moda y trajo nuevas formas de expresión a través de imágenes, sonidos o acciones que no podían pasar desapercibidas y que iban evolucionando a la par de los cambios de pinta y actitud que marcaban los cuatro fabulosos. Quien gustó desde un comienzo de su música dejó de ser parroquial para convertirse en algo universal y podría decirse que Los Beatles comenzaron con la globalización.

En la ‘invasión británica’ participaron muchas agrupaciones musicales que aportaron cada una lo suyo para que la década del sesenta se reconozca como la iniciadora de grandes cambios. En Colombia nos sirvió para despertar de la eterna siesta en que vivíamos. 

LOS HIMNOS DE LA BEATLEMANÍA

Estas son las principales canciones que impulsaron el fenómeno de la Beatlemania en Estados Unidos a lo largo de 1964. Cinco personalidades colombianas del mundo de la música dicen cuál es su preferida y por qué. 

  • I Want to Hold Your Hand

  “La canción que reventó la Beatlemania en todo el mundo. No hay misterio. Fue además su primer número uno en Estados Unidos y a raíz de eso el resto del mundo se enteró de que ellos existían”. 
(Manolo Bellon, locutor de radio)
  • She Loves You
  “Una de las grandes canciones de Los Beatles que inmediatamente remiten a los tiempos de la Beatlemania y el ‘yeah yeah yeah’. Entró en las listas rápidamente y llegó al primer lugar en Estados Unidos cuando despuntaba 1964.” 
(Eduardo Arias, periodista)

  • Please Please Me
  “Es una canción sensacional. Resume de forma perfecta las influencias que tuvo el rock blanco de finales de los años cincuenta en su música. Además refleja el espíritu de las primeras colaboraciones entre Lennon y McCartney.”
    (Umberto Pérez, historiador y comentarista musical)
  • Twist And Shout 
  “Siendo ajena, la hicieron propia. No es una canción: es un sublime grito de Lennon.” 

    (Gustavo Gómez, periodista)
  • A Hard Day’s Night

  “Es una de las canciones insigne de la época. No solo rompe con el estilo y el ritmo del momento, sino que además tiene un mensaje diferente. Fue el primer paso para una nueva era del rock.” 

(Arturo Astudillo, vocalista de Los Flippers)