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En su nuevo libro, el sicólogo Paul Ekman presenta los hallazgos de más de 40 años de estudios del comportamiento no verbal de las personas. Sus investigaciones han sido de utilidad para el FBI y la CIA

SICOLOGÍA

Los gestos hablan

¿Se puede aprender a leer el mensaje que emite un rostro? Según las investigaciones del doctor Paul Ekman, un gesto dice más de las emociones de una persona que sus palabras.

8 de diciembre de 2006

Juan Camilo Peláez, estudiante universitario de Medellín, acabó de terminar con su novia después de una relación de dos años y medio. La razón, dice él, sus gestos. Su novia estaba convencida de que él le ha sido infiel en más de una oportunidad, aunque Camilo insistía en lo contrario. A ella no le bastaban las palabras, el sólo hecho de que mirara hacia abajo cuando le estaba dando explicaciones y se riera con los labios tensos fue razón suficiente para darle fin a la relación.

Pero los gestos no son determinantes sólo en los temas del corazón. En los negocios, en la política, en las relaciones laborales, en la cotidianidad de las personas, su interpretación es un asunto clave que puede conducir a tomar decisiones trascendentales. ¿Cuántas veces en el trabajo, aunque el jefe diga las cosas de manera normal y hasta amigablemente, su subalterno sabe que él está en su peor día? ¿Cuántas veces en una entrevista de trabajo se da por hecho que alguien no será contratado aunque le digan que lo van llamar? No sólo las palabras y la entonación son las encargadas de contar las cosas: las mejillas, los ojos, las cejas, la boca... en fin, todo el rostro puede revelar secretos e intimidades.

El sicólogo Paul Ekman es uno de los mayores especialistas en el lenguaje facial. Se ha dedicado en los últimos 40 años a analizar el comportamiento no verbal y la expresión y sicología de las emociones y las mentiras. Por eso ha viajado alrededor del mundo para investigar los gestos faciales de las diferentes culturas y las emociones que los desencadenan. También ha estudiado los rostros de enfermos esquizofrénicos, homicidas y asesinos en serie. Además, colabora como asesor en expresión emocional para el FBI, la CIA, jueces, incluso para empresas de animación como Disney, Pixar y escuelas de actores. En la actualidad aplica su trabajo a la seguridad nacional, para intentar disminuir el número de errores que se cometen cuando se hacen los interrogatorios y las investigaciones contra el terrorismo. Sus hallazgos lo han hecho merecedor de varios reconocimientos, entre ellos el Premio a la Contribución Científica Distinguida de la Asociación Norteamericana de Sicología.

En su más reciente libro, ¿Qué dice ese gesto

, Ekman confiesa que desde cuando comenzó a escribir artículos en revistas especializadas y a publicar libros, cientos de cartas le llegan a su oficina en las que sicoterapeutas, investigadores sobre terrorismo, abogados, matrimonios a punto de fracasar, hombres de negocios y hasta padres con niños hiperactivos le confiesan sus problemas y le piden claves para solucionarlos. ¿Qué produce una emoción? Ha sido la pregunta clave para su trabajo, debido a que, como él mismo afirma, "si queremos cambiar lo que nos lleva a alterarnos emocionalmente, tenemos que saber la respuesta a esa pregunta".

Ekman recomienda adquirir cuatro capacidades para interpretar o controlar los gestos. La primera es darse cuenta del tiempo que hay entre la emoción y el gesto. En casi todas las personas esto es inmediato e instintivo, pero el autor afirma que es posible retardar el tiempo de reacción y controlar los gestos, aunque en ocasiones sea para decir "no quiero responderte con enfado a tu enfado". "Mi propósito es ayudar a los lectores a profundizar en la comprensión de su vida emocional y a mejorarla. Las emociones se pueden desencadenar con gran celeridad, con tanta que, de hecho, nuestro yo consciente no participa, ni es testigo de lo que en la mente dispara una emoción en un momento determinado. Esa velocidad puede salvarnos la vida en una situación de emergencia, pero también puede destrozárnosla si reaccionamos de manera exagerada", escribe el autor. La segunda es elegir cómo es el comportamiento cuando se está emotivo. La tercera es aprender a ser más sensibles a las emociones de otros. Y la última capacidad es intentar disminuir el número de errores que se cometen cuando se hacen preguntas. Generalmente, cuando alguien interroga, la forma como mueve la cara predispone al otro a contestar de una u otra manera.

Ekman hace bastante referencia a las microexpresiones -aquellos gestos que no son perceptibles de un solo vistazo-. Habla, por ejemplo, de la gente que suele apretar los párpados mientras da explicaciones, de tal forma que los ojos se ven medio cerrados; Eso significa, según el sicólogo norteamericano, que a la persona le gusta hacerse pasar por 'chico malo o rebelde'. Da otro ejemplo: si una persona, antes de contestar una pregunta o de dar una explicación, suele simular que va a reír a carcajadas, pero inmediatamente después junta los labios y los estira en muestra de satisfacción, eso significa que lo que va a decir es mentira y que, además, disfruta diciéndola.

En cuanto a los sentimientos, "las cejas son indicadores de tristeza muy importantes y fiables". Cuando una persona arquea levemente una sola ceja mientras habla, significa que está triste, así sus palabras demuestren lo contrario. "Un signo de gran fuerza es el angulamiento hacia arriba de los extremos internos de las cejas". Esta emoción también se refleja mediante la caída de los párpados superiores, el estiramiento de los labios de manera horizontal, las mejillas elevadas que "a veces provocan que las comisuras de los labios se levanten ligeramente, como en una sonrisa burlona". Un ligero descenso en la comisura de los labios también es señal de tristeza, aunque sea moderada.

Por más que la rabia se trate de ocultar, hay signos que, según Ekman, la delatan. Por lo general, los labios se estrechan y se ven apretados. "Este puede ser uno de los signos más tempranos de la cólera, que le pone sobre aviso antes de que la cosa se vuelva irreversible; en ocasiones se da antes incluso de que la otra persona reconozca que está enfadándose". También las cejas descendidas y los párpados inferiores tensos indican ira, aunque unos labios sonrientes traten de demostrar lo contrario.

Cuando una persona es sorprendida, hay gestos inequívocos como que abra los ojos, eleve las cejas y la mandíbula caiga. Hay otros más ambiguos como unos párpados superiores elevados. Estos indicios son útiles para detectar mentirosos: "Si en una clase una alumna que afirma que ha leído las lecturas, se sorprende al revelar el profesor algo relativo a ellas, esa sorpresa delata su mentira". En el miedo las señales son similares, pero la diferencia está en los párpados inferiores, que están tensos, al tiempo que los superiores aparecen elevados y el resto de la cara suele estar inexpresiva.

Una de las grandes conclusiones dentro de sus investigaciones es que las expresiones son un producto universal de la evolución y que por esa razón la gesticulación de un japonés cuando está triste es muy similar a la de un colombiano.

Pero, ¿se puede aprender a leer el mensaje que emite un rostro? según Ekmam, un buen entrenamiento podría hacer que las personas adquirieran dicha habilidad. Él dice que la gente no es buena para leer el rostro porque piensa que no necesita hacer un esfuerzo extraordinario. Es un error pensar que las palabras son suficientes para captar todo lo que alguien quiere expresar. Muchas cosas se esconden detrás de un simple gesto.