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LOS MUERTOS TAMBIEN CANTAN

Gracias a la nueva tecnología, los cantantes pueden seguir produciendo éxitos después de muertos.

21 de agosto de 1995

EN MARZO PAsado cuando Selena, la cantante de música texano-mexicana fue asesinada, la comunidad latina en Estados Unidos perdió a su ídolo. Pero como vocalista, Selena no ha muerto. El 18 de julio pasado la disquera EMI lanzó al mercado Dreaming of you, el último disco de la artista, considerada la Madona de los chicanos, cuyas interpretaciones ella apenas había comenzado. Los productores pudieron terminarlo gracias a la nueva tecnología de grabación que permite completar los trabajos de los artistas fallecidos mezclando, editando o resaltando grabaciones inconclusas con precisión digital.
Selena no grabó todo lo que ahora aparece en su nuevo CD, que es mitad en inglés y mitad en español. Aunque ella empezó a trabajar sus temas en inglés hace varios años, sólo terminó unas cuantas canciones antes de morir. Su canto en español fue extractado de una canción que salió al mercado latino hace varios años y que ha sido mezclada con las voces de los integrantes del grupo Barrio Boys, quienes cantan en inglés.
Su caso no es el único. En diciembre saldrá al mercado un álbum de los Beatles con nuevos temas, pero en este disco hay también una canción en la que se podrá escuchar la voz de John Lennon, quien fue asesinado en 1980. Una grabación inédita de Lennon se combinó con las voces de los tres Beatles sobrevivientes.
Esta técnica que algunos consideran 'macabra', se convirtió en una millonaria fórmula desde que Natalie Cole ganó el Grammy con su Unforgettable, en el cual canta a dúo con su padre Nat 'King' Cole, quien murió cuando ella era adolescente. Aunque seguramente Nat King Cole hubiera estado feliz de saber que algún día iba a cantar con su hija, no todo es nostalgia y no siempre el cantante aparece con quien hubiera deseado. Si bien es cierto que cuando un artista muere en su mejor momento las ventas de sus discos se disparan, ahora, gracias a la técnica, los artistas pueden continuar vendiendo producciones con sus propios grupos y también pueden conquistar audiencias al lado de otros con quien ellos nunca soñaron subir a un escenario.
Hace poco salió al mercado estadounidense Voodoo Soup, de MCA, el cual presenta al guitarrista Jimi Hendrix acompañado del baterista Bruce Gary, un antiguo miembro del grupo The Knack, con quien el guitarrista nunca soñó tocar. Pero los muertos no pueden escoger sus compañeros de grabación. Hendrix es quizás uno de los artistas que más álbumes póstumos ha producido. Cuando murió en 1970, por una sobredosis de heroína, el genio de la guitarra sólo había publicado tres discos. Hoy, 25 años después, su nombre se ha convertido en toda una industria. No sólo existen más de 100 álbumes en el mercado -entre conciertos y grabaciones que, dicen sus admiradores, el artista nunca hubiera permitido comercializar-, sino que se prepara un documental sobre su vida y su museo se construye en Seattle. No es de extrañar que sólo el año pasado, Hendrix vendió 3,5 millones de discos.
Al parecer, en el mundo del espectáculo, morir es el último y el mejor escalón del éxito. Irónicamente, lo que Selena soñó en vida vino a realizarse sólo con su muerte. La prematura desaparición de la artista, a los 23 años, representó un intempestivo éxito comercial. Desde el día de su asesinato, el 31 de marzo pasado, su álbum en español ha vendido 2,5 millones de copias. Un éxito que quizás de otra forma la artista se hubiera demorado muchos años en conseguir o nunca hubiera alcanzado. Y su más ambicioso sueño se cumplirá con su muerte. Dreaming of you será promocionado como si fuera el de Janet Jackson, y no cabe duda de que Selena tendrá esta vez más audiencia de la que pudo imaginar jamás.
Sin embargo, así como detrás de los álbumes póstumos hay una industria millonaria, detrás de esa popularidad póstuma hay también innumerables conflictos legales, tan nuevos como la técnica, los cuales están poniendo en aprietos a los tribunales. El padre de Jimi Hendrix demandó hace un tiempo a Alan Douglas, quien ha producido muchos de los discos y a quien él le vendió hace unos años los derechos de su música. Ahora Hendrix padre alega que fue engañado porque nunca imaginó que esos derechos se comercializarían en forma tan audaz, mientras Douglas sostiene que no tiene que pagar nada más porque fue él quien hizo de Hendrix una rentable leyenda. Un caso similar, que no ha llegado a los tribunales pero que sí se ha cuestionado, es el de Marvin Gaye, quien murio asesinado por su padre en 1984. El cantante y músico de color tuvo también muchas peleas con su disquera por no hacer las cosas a la manera que sus productores querían. El próximo septiembre, Motown Records lanzará un homenaje a Gaye en un CD donde otros cantantes, como Madonna, ofrecen versiones de sus más grandes éxitos, muchos sacados del álbum clásico. En uno de los temas Gaye interpreta a dúo con Bono, integrante del grupo irlandés U2, la canción Save the Children, cuya parte vocal fue sacada de una vieja grabación. El hecho ha sido fuertemente criticado por sus admiradores.
Si bien la tecnología permite la resurrección musical, la dirección de esa trayectoria póstuma puede no corresponder a las expectativas de los admiradores. La pregunta que muchos se hacen es ¿hasta dónde puede llegar la voracidad de esta necrófila industria? No son pocos los que se aventuran en predicciones y aseguran que algún día esas notas individuales tocadas por músicos muertos puedan ser reconstruidas en canciones completas.