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LOS SANTOS BENDECIDOS

El premio Moors Cabot, entregado a Hernando y Enrique Santos Castillo, es el reconocimiento internacional a una vida dedicada al periodismo.

17 de noviembre de 1997

Durante las últimas cuatro decadas Enrique y Hernando Santos Castillo han demostrado que no hay nada mejor que la unión de los contrarios. De pequeños compartieron el privilegio de crecer en medio del olor a plomo del linotipo y las manchas de tinta, jugando a través de los pasillos del periódico que dirigía el tío Eduardo. Pero incluso en esa época ya se habían hecho evidentes las diferencias que los marcarían para siempre. Hernando era el tímido, Enrique el impulsivo; Hernando el abanderado de las causas sociales, Enrique el defensor del establecimiento; Hernando el soñador, Enrique el racional. No era de extrañar que en la juventud Hernando quisiera ser torero y se hubiera transformado en un rebelde de izquierda, mientras su hermano Enrique cultivaba su pasión por el periodismo desde el otro extremo ideológico. Eran opuestos y quizás por eso supieron conformar una de las duplas más eficientes del periodismo contemporáneo nacional. El secreto de esta unión ha sido cumplir con dos reglas de oro, aprendidas cuando compartieron la jefatura de redacción en los tiempos del Frente Nacional bajo la dirección de Roberto García-Peña: no pisarse las mangueras y respetar sus respectivos criterios. Así, mientras Hernando, como director, es el amo y señor de las páginas editoriales, Enrique, como editor general, es el mariscal de la noticia. No pasa un día en que no haya leído y aprobado la totalidad de la primera página. Ha hecho carrera como un excelente titulador y sus propios discípulos no dudan en reconocer que es de lejos el mejor reportero del periódico. Hernando, mientras tanto, lleva las riendas de la opinión del diario y, salvo circunstancias extremas, siempre escribe el editorial que sostiene la orientación ideológica del diario. Cada uno en su campo, Enrique y Hernando Santos Castillo han contribuido como pocos al desarrollo del periodismo colombiano en defensa de la libertad de prensa. Por su trayectoria y por su lucha en favor de una profesión que en Colombia suele ser considerada como de altísimo riesgo _tanto que el otro homenajeado colombiano es el columnista de El País Gerardo Bedoya, asesinado por sus duros ar-tículos contra el narcotráfico_ la Universidad de Columbia los condecoró la semana pasada con el premio María Moors Cabot, uno de los más prestigiosos del continente.Si hace 40 años Eduardo Santos no dudó en confiar el relevo generacional de El Tiempo a sus sobrinos Enrique y Hernando Santos Castillo, hijos del famoso Calibán, tampoco hay duda de que durante todo este tiempo ambos han sabido responder a tan delicado desafío. Hoy el periódico no sólo se ha consolidado como el más influyente del país y uno de los más modernos de Latinoamérica, sino que sus conductores han sido los canalizadores del nuevo periodismo que, liderado por sus propios hijos, recibirá el próximo siglo.