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Pete Sampras se retiró de las canchas en 2003. Andre Agassi le siguió los pasos tres años después. Pese a su rivalidad, ambos han participado en varios partidos de exhibición en diferentes países del mundo.

DEPORTISTAS

Lucha de titanes

Andre Agassi y Pete Sampras, los archirrivales más famosos del mundo del tenis, protagonizarán un clásico del recuerdo en Bogotá el próximo 20 de agosto.

7 de agosto de 2010

Andre Agassi prefiere tomar café y Pete Sampras, té. El uno ve Jeopardy y el otro, Seinfeld. Pero por encima de sus diferencias, coinciden en una pasión: el tenis. Su rivalidad es legendaria y durante la década de los 90 se convirtieron en un fenómeno del deporte blanco. Participaron en duelos históricos y por varios años fueron la comidilla de la prensa internacional. Hoy, cuando ya se retiraron de la competición oficial, decidieron hacer las paces y viajar por el mundo para jugar partidos de exhibición.

El 20 de agosto se presentarán en Bogotá como parte del Agassi-Sampras Tour que organiza Seguros del Estado, con el apoyo de SEMANA. El espectáculo además contará con la participación de las tenistas Anna Kournikova, novia del cantante Enrique Iglesias, y Ashley Harkleroad, quien alguna vez fue portada de Playboy. El partido se realizará en el Coliseo Cubierto El Campín y desde ya todo indica que será uno de los encuentros deportivos más emocionantes del año. Como dijo Agassi a esta revista, "Pete y yo somos muy competitivos y cuando nos encontramos en la cancha nos impulsamos a jugar cada vez mejor".

Actualmente ambos rodean los 40 años de edad y tienen un largo historial juntos. Fueron niños prodigios del tenis y en algún momento encabezaron la lista de los mejores del mundo según la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP). Son adversarios aguerridos y mientras uno es considerado como el niño malo del tenis, el otro es visto como el bueno.

Agassi siempre personificó la imagen de chico rebelde. En su autobiografía Open, publicada el año pasado, confiesa que cuando era pequeño odiaba jugar tenis. Fue una decisión impuesta por su padre, un boxeador frustrado que lo obligaba a entrenar día y noche. Estaba tan obsesionado con hacer de su hijo una estrella que construyó una cancha en el patio trasero de la casa y solía recogerlo del colegio más temprano para que practicara durante horas. El ritmo al que lo sometía era tan exigente que cuando el deportista empezó a participar en torneos infantiles su papá solía darle cafeína para que tuviera un mejor rendimiento. También hacía apuestas a costa de él y en 1992, cuando ganó su primer y único Wimbledon, le reclamó: "¡No tenías por qué perder el cuarto set!".

Sampras, en cambio, soñaba con ser tenista. Fue él mismo quien descubrió su amor por ese deporte cuando halló una raqueta olvidada en el garaje de su casa. En entrevista con SEMANA comentó: "Nunca tuve ningún tipo de presión. Simplemente me divertía jugando". Desde niño se caracterizó por ser muy disciplinado, sabía muy bien que quería ser el mejor del mundo y estaba dispuesto a sacrificarse.

Su archirrival no tuvo más alternativa. Se salió del colegio en noveno grado y lo único que aprendió a hacer bien fue jugar tenis. Para liberarse de la presión se emborrachaba, llevaba una melena de roquero, vestía pantalonetas de jean y usaba piercings. Con sus pintas desafió la rigidez del deporte blanco e incluso llegó a convertirse en un referente de la moda. Como solía decir en un comercial de televisión, "la imagen lo es todo". Verlo en acción era todo un espectáculo y cada vez que se presentaba agotaba la boletería. Su carrera estuvo llena de altibajos y, como admite en su libro, durante una temporada consumió metanfetaminas.

Sampras trató de mantenerse fuera del foco de los escándalos. Cuando publicó su autobiografía hace dos años se cuidó de no contar detalles de su vida íntima. "Nunca quise ser rebelde. Así es mi personalidad". Y sus diferencias todavía se notan en la cancha. Sampras es conocido como 'el Rey del Swing'. Se mueve con elegancia y tiene un saque demoledor. Agassi, por el contrario, es irreverente y juega con ímpetu. Aunque el primero ostenta 64 títulos, nunca ganó el Roland Garros. 'El Kid de Las Vegas' obtuvo 60, pero conquistó los cuatro torneos del circuito internacional: Wimbledon, el Abierto de Australia, el US Open y el campeonato francés.

En Open dice que su contendor era "más robótico que un loro (...) Envidio su aburrida vida. Desearía poder imitar su espectacular falta de inspiración". Lo más paradójico es que a lo largo de sus carreras se enfrentaron 34 veces y Sampras lo derrotó en 20 de ellas. Incluso lo supera en ganancias, con 43 millones de dólares frente a 31 de Agassi. Su rivalidad los volvió tan famosos que se convirtieron en íconos publicitarios. Aparecieron en un capítulo de Los Simpsons y a mediados de los 90 se hizo popular un comercial de televisión en el que ambos se retan en las calles de Nueva York y cada uno tiene su propio séquito de fans que cantan su nombre.

Hace pocos meses, el público volvió a deleitarse con sus viejas rencillas durante una exhibición en beneficio de las víctimas de Haití. Ambos llevaban un micrófono y en medio del partido Sampras se burló de la forma como caminaba Agassi. Este, ofendido, le devolvió el chiste recordando el episodio en el que su rival supuestamente le dejó solo un dólar de propina al valet parking de un restaurante. La tensión llegó a tal punto que Sampras le lanzó una bola a la cabeza. El incidente no pasó a mayores y hoy están dispuestos a dejar atrás todos sus rencores, a pesar de que, como dice 'el Rey del Swing', "somos simplemente distintos".