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MAS FOTOS PORNO DE VANESSA

Bob Guccione, propietario de Penthouse, ataca de nuevo y anuncia nuevas fotos de la reina con ingredientes de sadomasoquismo.

15 de octubre de 1984

Sólo fueron necesarios 10 meses, para que lo que había podido ser un cuento de hadas del siglo XX, se convirtiera en una pesadilla infernal. Los primeros rayos de la tormenta comenzaron a sentirse un fatídico viernes 13: una llamada anónima advertía a Vanessa Williams, la primera "Miss América" negra, sobre la publicación de unas poses comprometedoras con otra mujer, Ami Gier, en la edición de septiembre de la revista Penthouse. Era la declaratoria de guerra del "rey del porno", Bob Guccione, propietario de la publicación, a la reina de belleza.
Todo el mundo conoce los resultados: al lado del manto negro de la mala reputación y la pérdida del título y contratos por cerca de dos millones de dólares para la Williams, 25 millones de dólares de ganancias para Guccione por la venta de 5 millones de ejemplares de la revista. Pero la victoria infame de Guccione era apenas el comienzo de la contienda, porque la historia no ha terminado. Guccione ataca de nuevo: acaba de anunciar que no solamente publicará en el número de noviembre el segundo capítulo de la escabrosa sesión de fotos que a Vanessa le hiciera con la modelo Ami Gier el fotógrafo porno de 35 años, Tom Chiapel, sino que además existe una tanda adicional de fotos tomadas por un segundo fotógrafo, Gregg Whitman, "que son igualmente explícitas pero mucho más impactantes, extremadamente impactantes", y que publicará en la edición de enero.
Guccione, cuya fortuna se estima en 225 millones de dólares, ha confesado carecer del más mínimo reato de conciencia frente al episodio de Vanessa Williams, a quien incluso ha llegado a comparar con Nixon en el sentido de que el escándalo podría ser considerado "un "concurso gate". Vanessa Williams ha sido un fraude, no sólo para el pueblo americano, sino ciertamente, un fraude para su propia raza".
Pero... ¿cómo pudo de la noche a la mañana una mujer que había comenzado tan bien, terminar tan mal?

PECADOS DE JUVENTUD
Hija de una familia relativamente acomodada, y educada dentro de patrones conservadores, podría decirse que Vanessa Williams no fue jamás el prototipo del ciudadano de ghetto que se ve obligado a salvar todo tipo de obstáculos para alcanzar una posición destacada. En su niñez lo tuvo prácticamente todo: un lindo rancho, buena ropa, buenos carros importados, una piscina en el jardín y una educación que le proporcionó arandelas de niña bien, como estudios de piano, clases de ballet, jazz y danza moderna. Pero, además, Vanessa era hermosa.
Muy segura de esta cualidad, y aprovechando la circunstancia de un rompimiento con su posesivo novio blanco, Bruce Hanson, resolvió a los 19 años que había llegado el momento de "experimentar con su propia vida", y consideró que la mejor manera de hacerlo era probar suerte en el modelaje. Por esas cosas del destino, se le atravesó en el camino el fotógrafo Tom Chiapel, su futuro verdugo. Irónicamente, Chiapel no contrató a Vanessa como modelo, sino como recepcionista y maquilladora de su agencia, y fue desempeñando este cargo por el que ganaba 125 dólares semanales, como la joven oyó por primera vez las expresiones de la jerga del arte fotográfico que terminarían colgándole el yugo al cuello: claroscuros, contraluces, superimposición de texturas... Muy pronto los desnudos comenzaron a parecerle familiares. Hasta que cierto día, picada por la curiosidad, quiso saber cómo captaría su cuerpo la lente de Chiapel. Como ya le tenía confianza aceptó posar para él, bajo la promesa de que él mismo revelaría el rollo y de que no le mostraría las fotos a nadie más. Sobre la participación de la otra modelo en las fotos hay dos versiones. Mientras Guccione asegura que fue la propia Vanessa la que dijo que sería muy sexy posar desnuda en compañía de otra mujer, Vanessa afirma lo contrario: "Chiapel me dijo: "usted es estupenda, sus ojos realmente hablan a la cámara. Me encantaría tomar unos rollos con usted y Ami Gier. Sólo siluetas. Las facciones no serán visibles". Y cuando vi las fotos, efectivamente eran sólo siluetas. Yo no podía ser identificada. Aun así, fui golpeada al ver las imágenes. Mientras uno está posando, no imagina lo que realmente la cámara está viendo".
Bajo el presupuesto de que estas fotos jamás saldrían a la luz pública, Vanessa termino olvidándose del asunto. Ocho meses después fue invitada a participar en el concurso de "Miss Syracuse" con miras, si salía elegida, a participar en la elección de "Miss América". "Firmé entonces un contrato, pero no me di cuenta de que en él figuraba una vaga cláusula según la cual la firmante aseguraba no haber cometido en el pasado ningún acto de torpeza moral". Efectivamente, Vanessa salió elegida "Miss Syracuse". Y un tiempo después "Miss América". Pero sólo 10 meses le habría de brillar la buena estrella. Porque el fatídico viernes 13 de julio de este año, su pasado regresó abruptamente a su vida y la despojó de su corona con un sucio manotazo.

CUESTA ABAJO
No habían empezado a llegar los números de Penthouse a los puestos de revistas, que se vendieron como pan caliente, cuando la ola de reacciones dejó oír sus rumores. Las críticas no se hicieron esperar: fue acusada por la prensa y aun desde los púlpitos de las iglesias de lasciva, exhibicionista, prostituta, obscena, lesbiana..., y muchos estuvieron de acuerdo con las declaraciones de Guccione en el sentido de que ella debía haber confesado sus pecados de juventud antes de exponerse a protagonizar un escándalo que la lesionaba no sólo a ella, sino también al concurso. "Sé que las fotos me incriminan, dijo la Williams una vez se hubo destapado su destape, pero creánme no hubo actividad lesbiana en la sesión. Ami y yo escasamente nos conocimos y estoy casi segura de que no la volví a ver. Cada movimiento fue coreografiado, cada pose fue compuesta".
Sin embargo, no sólo se oyeron voces de censura. Tres días después de que el director del concurso. Albert Marks, convocó una rueda de prensa e instó a la Williams para que renunciara a la corona en el término de 72 horas, ella empezó a recibir cartas y llamadas de solidaridad. Entre ellas figuró una de Jesse Jackson, el precandidato demócrata negro, en la que le hacía un llamado para mantener la cabeza en alto. Gloria Steinem habló por las femenistas: "Guccione es el rey del lodo". Y no faltó una antecesora suya, Jacquelyn Mayer, Miss América 1963 quien le manifestó también a la Williams cierta simpatía: "Mucha gente joven comete errores. Vanessa necesita mucha comprensión en este aspecto. Creo que la revista ayudó a arruinarla. Fueron muy ambiciosos". Menos comprensiva se mostró Venus Ramey, ganadora del concurso hace 40 años: "Ella es una prostituta. Miss América no se escoge por ser la más bonita y la más talentosa. Se escoge para representar a la juventud femenina de los EE.UU.".
Después de la censura moral vino el bloqueo económico: además de la pérdida de cerca de dos millones de dólares en contratos, la American Greetings Corp., una de las patrocinadoras del concurso con Gillette McDonalds y Nestlé, canceló avisos en cinco revistas en las que aparecía la Williams.
En este punto del debate, Vanessa Williams había logrado reclutar a su favor tanta opinión pública como pudiera tener en contra. Sus palabras habían logrado calar muy hondo en la sensibilidad de muchos de sus compatriotas: "Me siento como si fuera un chivo expiatorio. El pasado regresó bruscamente a mi vida y me pateó Me siento traicionada y, peor aún, siento como si hubiese sido violada".
Pero cuando parecía que después de la tempestad vendría la calma, en torno a Vanessa Williams revivió nuevamente el escándalo, esta vez con la fuerza de un terremoto. No habían sido una, sino dos, las sesiones de fotos nudistas, con diferentes fotógrafos. Y si las primeras habían escandalizado por su promiscuidad, las segundas, que aún no han sido publicadas por la Penthouse pero que ya han sido anunciadas como el plato fuerte de enero, escandalizarán por poseer un ingrediente adicional, el sadomasoquismo.
Estas nuevas fotos fueron tomadas por otro fotógrafo porno, Gregg Whitman, dos semanas después de la sesión con Chiapel. Ella caminaba por una calle de Nueva York, con su portafolio de fotografías bajo el brazo, en busca de trabajo como modelo, cuando Whitman la abordó para preguntarle si era modelo y si estaría interesada en hacer algunas sesiones de fotografía en su estudio. "Usted es muy exótica, tiene muy buena figura. Yo hago mucho trabajo para el mercado europeo, y estoy seguro de que a los europeos les encantará su apariencia", le habría dicho Whitman. Vanessa se sintió intrigada ("No puedo creer que fui tan ingenua", comentaría más adelante.), y aceptó la cita, que terminó efectuándose en el apartamento de Whitman.
Al principio fotografió a Vanessa desnuda, cubierta solamente por una larga bufanda color vino. Pero luego, cuenta Vanessa, sacó unas muñequeras, anteojos negros, un cinturón tachonado, brazaletes, y comenzó a fotografiarla en actitudes que sugerían sado-masoquismo. "Me sentí extraña, recuerda Vanessa, pensé que ésa no era yo. Y pensé también que no no podía estar haciendo eso. Me abandonó entonces toda la energía. El me preguntó qué iba mal, y yo le contesté que no me sentía bien con lo que estaba haciendo. Así que suspendimos la sesión". Más tarde, Vanessa le contó a su novio Bruce con quien acababa de reconciliarse, lo que había sucedido, y él insistió en ir al apartamento de Whitman a recuperar los negativos. Así lo hicieron. Bruce fue armado de un cuchillo, "por si tenía que asustar a Whitman". Este se negó a devolver los negativos: "Hemos creado estas fotografías en unión con Vanessa", habría dicho el fotógrafo. "Son nuestro hijo. Yo no puedo entregar nuestro hijo". Y temerosa de que su novio utilizara el cuchillo, Vanessa se apresuró a sacarlo del apartamento de Whitman, para regresar sola la semana siguiente, con el objeto de persuadirlo de que le devolviera los negativos. Aparentemente el fotógrafo accedió a hacerlo, o por lo menos eso creyó Vanessa. Porque ahora Penthouse ha anunciado que posee los negativos, y que nuevamente convertirá a Vanessa en la "comidilla" de los consumidores de porno.
Aguijoneada por la perspectica de ser nuevamente desnudada por Penthouse, Vanessa, quien asegura tener apenas 30 mil dólares por todo capital en su cuenta bancaria, ha anunciado que está dispuesta a echarle la capa al toro: "Me costará una enorme cantidad de dinero, y mis abogados me dicen que será un caso difícil de ganar. Pero mi reputación y mi carrera han sido violentadas, y no por una razón distinta a la del dinero. Voy a pelear aunque me cueste hasta el último centavo. Voy a luchar por mi vida y por la gente a la cual he defraudado. He decepcionado a otras mujeres y a toda la comunidad negra, y odio eso. Cometí un terrible error de juicio, y sé que tendré que pagar por ello durante toda la vida. Pero no soy una lesbiana, no soy una prostituta, y de alguna manera voy a hacer que la gente me crea".