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MENTIROSA, MENTIROSA

UN CONTROVERTIDO LIBRO REVELA QUE MUCHOS DE LOS TORMENTOS DE RIGOBERTA MENCHU SON INVENCIONES DE LA NOBEL DE PAZ GUATEMALTECA.

18 de enero de 1999

En 1983 el mundo se estremeció con la historia de Rigoberta Menchú, una indígena quiché que vivió en carne propia los horrores de la guerra civil en Guatemala. Los tormentos de esta joven quedaron consignados en su biografía Yo, Rigoberta Menchú, un dramático libro que narra la violencia de la que fueron víctimas las comunidades indígenas durante más de 30 años. La dimensión de la obra fue tan grande que en 1992 Menchú fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz como reconocimiento a su labor en favor de los derechos humanos.
Sin embargo esta imagen de mujer atormentada está a punto de cambiar por cuenta de la aparición del libro Rigoberta Menchú y la historia de todos los pobres guatemaltecos, de David Stoll, un antropólogo norteamericano que asegura que Menchú mintió sobre algunos aspectos de su pasado.
Aunque para algunos estas acusaciones hacen parte de una campaña para desprestigiar a la líder indígena, las denuncias del doctor Stoll han encontrado eco en los testimonios de dos hermanos de Menchú y en cuatro monjas católicas que sostienen que muchos de los relatos que Rigoberta narra como experiencias personales nunca le ocurrieron a ella.
Uno de los más relevantes es la supuesta disputa territorial que enfrentó a su familia con los ricos terratenientes que manipulaban al gobierno. De acuerdo con las averiguaciones adelantadas en los poblados indígenas y en los registros civiles, la pelea sí existió pero no se llevó a cabo con los terratenientes sino entre dos ramas de la familia Menchú que durante décadas habían luchado por el control patrimonial.
Las dudas también se extendieron a las trágicas muertes de dos hermanos de Rigoberta. Según la indígena, en 1967 ella vio cómo el pequeño Nicolás moría a causa de la malnutrición. Para sorpresa de los investigadores, Nicolás está vivo y asegura que ninguno de sus hermanos falleció en la forma como lo describe el libro. Ni siquiera Petrocinio, a quien Rigoberta quema vivo en sus memorias, cuando en realidad fue acribillado en un campamento lejos de la mirada de sus familiares, según la investigación.
Las monjas, por su parte, afirman que, contrario a lo que afirma Rigoberta, ella sí recibió educación básica en un internado y que nunca pudo haber trabajado en las plantaciones ya que las épocas de cosecha coincidían con la temporada escolar.
A pesar de la oleada de críticas la indígena defiende su posición y manifiesta que todo se trata de un complot para hundirla. Lo mismo consideran los organizadores del Nobel, que han anunciado que no le quitarán el premio.
Mientras se logra establecer la veracidad de estas afirmaciones Rigoberta ha vuelto a ser el centro de atención pues, para bien o para mal, el escándalo le ha dado al movimiento indigenista un nuevo aire.