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MI MAMA ME MIMA

Reveladoras cartas sobre la intervención de la madre de Einstein en su vida sentimental

22 de junio de 1987

Una extensa colección recientemente compilada, de correspondencia de Albert Einstein, revela que el genio vivió en sus primeros años una dificil y angustiosa relación sentimental, debido a la negativa de su madre a aceptar a su amada, quien años más tarde se convertiría en su primera esposa.
La colección, que será publicada por la Universidad de Princeton en un trabajo que se espera abarcará treinta volúmenes, revela que, entre otras cosas, ser el genio que pocos años más tarde revolucionaría el mundo de la física y cambiaría sustancialmente la concepción del hombre moderno sobre el universo, no significaba que no tuviera tiempo de enamorarse, y perdidamente, de una compañera de estudios .
El romance, por lo demás, no careció de los tintes melodramáticos de una novela de folletín, pues los amantes concibieron una niña, dos años antes de casarse, cuyo destino final permanece en el misterio.
Einstein y Mileva Maric (que así se llamaba la luz de sus ojos) se hicieron amigos en 1896, mientras estudiaban juntos en el Instituto Técnico Federal de Zurich. La Maric había nacido dos años antes de Einstein en una región de Hungria que hoy hace parte de Yugoslavia, y la frecuencia de sus visitas a la casa paterna permitió que se desarrollara la abundante correspondencia a través de la cual se han podido conocer detalles tan íntimos y significativos de la vida de Einstein, que de otra forma se hubieran perdido para la historia. Es de agradecer, pues, que en la época el desarrollo del teléfono fuera aún tan precario como para que los novios hubieran tenido que recurrir a la hoy anticuada epístola.
Aunque muchos historiadores consideran a la Maric una mujer "tonta", y alguien que cumplió más el papel de una "caja de resonancia" de las ideas de Einstein antes que alguien que las estimulara, la correspondencia contiene abundantes referencias a los trabajos que, desde el final de su adolescencia, ya obsesionaban al genio. En una época en que los físicos aún creían que el espacio estaba lleno de una sustancia que servía de medio invisible para que la luz viajara, llamada el "éter".
Tan elevados pensamientos no lograron sacar a Einstein de unas circunstancias amorosas que hoy se antojan hasta truculentas. Las cartas revelan la apasionada oposición de Pauline, la madre del científico quien, según su hermana "se tiró encima de la cama, gritando como loca y cubriendo su cabeza con las almohadas" al enterarse de las intenciones matrimoniales de su retoño. Cuando se recuperó de su shock inicial, pasó a la ofensiva más virulenta. Escribió a su hijo: "Esa mujer no puede ganar la entrada a una familia decente" y "tú estás arruinando tu futuro y bloqueando tu camino en la vida".
Los sentimientos tan adversos de Pauline Einstein hacia el romance de su hijo revisten causas que no están claramente explicadas en la correspondencia. Aparentemente tenían que ver con el origen geográfico de la amada, quien era serbia y a cuyo pais se refería Pauline como "ese pequeño país lleno de bandidos". Pero eso parece secundario ante una consideración mucho más prosaica: ninguno de los dos había podido conseguir un trabajo que les permitiera sostenerse.
En medio de semejante lio, la mente de Einstein ya trabajaba en la búsqueda de su famosa teoría. Una carta fechada en 1897, cuando el físico tenía 18 años, revela, según el doctor John Stachel, profesor de física de la Universidad de Boston y quien es el editor de los documentos de Einstein, que "ya desde esa época Einstein había adoptado alguna versión del principio de la relatividad, aunque no en su forma final".
A pesar de los largos periodos de separación, Einstein y Mileva Maric se las arreglaban para verse de vez en cuando, y en una de esas ocasiones, el genio se enteró que su novia esperaba un hijo de los dos, en mayo de 1901. Las circunstancias de su nacimiento permanecen en la oscuridad, y se presume que la niña, a quien Einstein se refiere en sus cartas aún antes de haber nacido como "Lieserl", vio la luz dos años antes de que Albert y Mileva hubieran podido casarse, por lo que eventualmente podría haber sido entregada en adopción, o al menos al cuidado de algunas personas de la familia de la Maric, tal como era costumbre en la época. De todas maneras, resulta llamativo el hecho de que, luego de su matrimonio, que finalmente tuvo lugar en Berna en enero de 1903, los Einstein no hubieran recobrado el fruto tempranero de su amor. Tal vez jamás se sepa que pasó con ella.
Lo cierto es que la historia le daría algún tipo de razón a la señora Pauline Einstein, pues el matrimonio por el que tanto sufrieron madre e hijo, terminó en divorcio en 1919. Pero el sabio, con todo y su preclara inteligencia, no escarmentó y años más tarde contrajo matrimonio de nuevo, en lo que ya es otra historia.