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DAVID CARRADINE Una prestigiosa forense dijo que todo indicaba que el actor había tenido un accidente sexual

ESCÁNDALO

Muerte en el acto

David Carradine no sería la única celebridad que muere en un episodio sexual. Muchas otras han perdido la vida durante un rato de placer.

13 de junio de 2009

"Auto asfixia erótica", una expresión poco familiar para muchas personas, empezó a ser mencionada repetidas veces desde la muerte de David Carradine. Aunque no ha habido un reporte oficial, el periódico The New York Post aseguró lo que se venía rumorando: la autopsia habría determinado que el actor, de 72 años, perdió la vida por accidente durante un peligroso juego sexual.

El cadáver del protagonista de la serie Kung Fu fue hallado el 4 de junio en una lujosa suite de un hotel de Bangkok, donde se hospedaba mientras rodaba la cinta Stretch. Estaba desnudo, suspendido en un armario por una cuerda atada a su cuello, unida a otra que estaba amarrada a sus genitales. Sus manos estaban enlazadas detrás de su cabeza. Se habría filtrado que en la escena había una peluca, lencería roja de mujer y fotos eróticas. Por estos detalles la teoría inicial de suicidio se descartó y dio paso a la idea de que podría haber muerto accidentalmente mientras practicaba solo, el ritual que consiste en limitar el acceso de oxígeno al cerebro para tener una sensación orgásmica muy intensa.

Como es natural, la familia del actor rechaza esta teoría y considera que, por la posición de las manos de Carradine, no hay que descartar que haya sido asesinado. Su abogado, Mark Geragos, ha señalado ciertas sectas secretas de artes marciales, pues el actor estaba interesado en revelar información de éstas. Sin embargo, Gail Jensen, su tercera esposa, no parece apoyar esa tesis. Según ella, durante sus 10 años de matrimonio vio muchas veces a su marido planeando riesgosas fantasías sexuales. Por si fuera poco, la página web The Smoking Gun publicó los archivos de la demanda de divorcio presentada en 2003 por su última ex esposa, Marina Anderson, en la que ésta lo acusaba de "un comportamiento sexual pervertido y potencialmente mortal".

La asfixia erótica no es una práctica nueva. El Marqués de Sade, a quien se debe el término sadomasoquismo, describió en su escandalosa novela Justine de 1791 esta práctica. Es famosa además la película El imperio de los sentidos, inspirada en la historia real de la prostituta japonesa Sada Abe, quien en 1936 fue a prisión acusada de estrangular y cortarle los genitales a su amante Kichizo Ishida, con quien tenía una relación enfermiza. El FBI estima que en Estados Unidos cada año se presentan entre 500 y 1.000 muertes de este tipo, especialmente entre hombres jóvenes, pero que la mayoría son erróneamente calificadas como suicidio. Colgarse, estrangularse y ahogarse hacen parte de las técnicas usadas. "Hay muchas reacciones impredecibles que pueden pasar muy rápidamente como un problema cardíaco o un derrame cerebral. La gente oye sobre la asfixia erótica y decide probar sin conocer los riesgos. Esto los hace más ignorantes que pervertidos", dijo a SEMANA la sexóloga clínica Amy Marsh, de la American College of Sexologists.

Si se confirma lo anterior, David Carradine no sería el primer famoso que encuentra la muerte en un accidente sexual. Cuando Michael Hutchence, vocalista de la famosa banda australiana Inxs, murió en 1997, también se habló de suicidio. El cantante estaba de regreso a su nativa Sydney porque iban a celebrar el aniversario número 20 con un gran tour. Pero al mediodía del 22 de noviembre una empleada del Hotel Ritz lo encontró sin ropa, colgando de la puerta de su habitación y con su cinturón de cuero amarrado al cuello. No había ninguna nota de suicidio, pero sí material pornográfico. Y fue ese detalle el que hizo que su novia, la presentadora británica Paula Yates, no creyera en el dictamen oficial según el cual se había quitado la vida, sino que había muerto sin querer. "Michael era la clase de hombre que probaba de todo", aseguró.

Otro caso que también causó conmoción en los 90 fue el del diputado británico Stephen Milligan, por su efecto demoledor sobre la imagen de su partido, el Conservador. La escena de su muerte no podía ser más escandalosa: como no había asistido a una de las citas que tenía, su secretaria, preocupada, fue a su casa y se encontró con su cuerpo desnudo, excepto por un par de medias de mujer con ligueros. Tenía restos de naranja en su boca, que, según los expertos, sirve para matizar el sabor amargo de drogas para incrementar el placer, una cuerda alrededor de su cuello, que también amarraba los tobillos, y una bolsa plástica en la cabeza. Aunque este último elemento y el hecho de que tuviera las extremidades atadas despertaron sospechas de asesinato, las autoridades confirmaron que el parlamentario se había asfixiado durante un juego erótico.

En cuanto a muertes asociadas al sexo, hay más que accidentes. Están también los que fallecen porque quizá su cuerpo no soporta tanta emoción. Cuenta la leyenda que Atila, el rey de los Hunos, murió en medio de una ruda faena con una de sus muchas esposas. También se dice que el presidente francés Félix Faure, murió en 1899 en su oficina en el Palacio Elíseo, mientras una mujer le practicaba sexo oral. El episodio más famoso fue el protagonizado por Nelson Rockefeller, quien falleció en 1979, dos años después de dejar la vicepresidencia de Estados Unidos. Hasta ese momento no se sabía que él, uno de los hombres más ricos del mundo, tenía una relación con una discreta mujer que era parte de su equipo de trabajo. El ex candidato a la Presidencia había mandado a construir un túnel secreto entre su residencia y la casa de su amante, que él había comprado al lado de la suya. Por eso cuando le dio un infarto mientras hacía el amor con la joven, ella no fue capaz de llamar una ambulancia. En vez de eso le avisó a una amiga que al ver la gravedad de la situación avisó a los servicios de emergencia. Rockefeller murió rumbo al hospital. Para ocultar lo ocurrido su esposa no habría permitió que le realizaran al cuerpo exámenes de rigor y pidió que lo cremaran cuanto antes.

Últimamente el tema sexo y muerte no sólo ha estado en las primeras planas por cuenta de Carradine. La semana pasada empezó en Suiza el juicio por el asesinato en 2005 de Edouard Stern, un prestigioso banquero de inversión. El revuelo que ha causado la noticia en Europa se debe a que se trataba de uno de los hombres más ricos de Francia, que contaba en su círculo de amigos a pesos pesados de la política como el presidente Nicolas Sarkozy, y quien era yerno de Michel David-Weill, el mayor accionista en ese momento del Banco Lazard. La acusada es su amante Cécile Brossard.

El cuerpo de Stern apareció cubierto en un traje de látex en su lujoso penthouse en Ginebra. Según el fiscal del caso estaba amarrado a una silla en "posición de sumisión", lo que hizo sospechar que antes de recibir los cuatro tiros que lo mataron, estaba disfrutando de un juego sadomasoquista. Varios testigos han confirmado que desde cuando la pareja se conoció, en 2001, se hizo aficionada a este tipo de prácticas, y que Stern se había dejado seducir por las habilidades de Cécile, quien habría trabajado como prostituta de hombres ricos, y quien jugaba a la perfección el papel de dominatriz.

Luego del asesinato se barajaron varias hipótesis, como la relación de la mafia rusa o de agentes secretos con el crimen. Pero dos semanas después, Cécile fue detenida porque sus huellas concordaban con las que habían encontrado en el látex. Inmediatamente la mujer confesó lo ocurrido: su multimillonario amante le había propuesto matrimonio y le había ofrecido un millón de dólares. Sin embargo, luego de depositar el dinero en la cuenta de Stern, decidió congelarla. Ella se habría presentado en su apartamento para 'castigarlo' a su estilo, en medio de su encuentro íntimo. El plan de ablandar a Stern no surtió efecto porque, según los abogados de la acusada, él la ofendió diciéndole que "un millón era demasiado dinero para pagarle a una prostituta". Fue entonces cuando Cécile tomó el arma que el banquero guardaba en su mesa de noche y le disparó. Este crimen pasional, que ya ha inspirado dos libros, comprueba, como los casos anteriores, una verdad insólita: el sexo, a veces, mata.