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NOVELA ROSA

Nadia Comaneci dejó a Rumania para ir en busca de un hombre que es casado, con cuatro hijos y que se gana la vida como albañil.

15 de enero de 1990

La historia de Nadia Comaneci, la atleta rumana que se encuentra refugiada en una población de la Florida, llamada Ballandale, se ha convertido ante millones de televidentes norteamericanos en uno de esos dramas lacrimosos y domésticos patrocinados por detergentes y fabricantes de automóviles.
Es que el hombre que la ayudo a escapar, Constantin Panait, un rumano nacionalizado en Estados Unidos y quien se gana la vida reparando techos, ha sido acusado publicamente de abandonar a su joven esposa de 25 años y sus cuatro hijos, en medio de la mayor miseria. La muchacha ha aparecido en varios programas de televisión contando su caso, llorando y pidiendo que la ayuden para poder comprarle regalos a los pequeños.
Panait abandonó a su familia desde varias semanas atrás cuando salió hacia Rumania con el pretexto de visitar a su anciana madre. El albañil y la ganadora de tres medallas olímpicas en 1976 se habían conocido durante una fiesta en Rumania dos años atrás. No surgió romance alguno entre ellos. Ya la joven tenía decidida su fuga a Occidente y con el apoyo moral de Bela Karolyi, su antiguo entrenador olímpico, quien escapo a Estados Unidos en 1981, todos estos años alimento la ilusión de poder seguir sus pasos. Aunque, como la mayoría de los atletas premiados en los países socialistas, la Comaneci contaba con algunos privilegios (un apartamento grande y acceso a mercados de turistas), luego de romper románticamente con el hijo de Nicolás Ceausescu, Nicu, se vio restringida en algunos aspectos de su vida doméstica y tenía expresa prohibición de viajar al exterior. A los 28 años y mientras vivía con un empleado de una gasolinera, la Comaneci se dedicó a la bebida y aumento varios kilos. Cuando se reencontro con Constantin Panait, no hablaron de la fuga y solo pocos días antes ("No quería asustarla, no quería crearle tensiones innecesarias", diría él después) le explicó los detalles más urgentes. Alquiló un automóvil, se marcho hasta un punto desolado, cruzó y los esperó al otro lado. El resto pertenece a la leyenda política internacional.
Pero en ese momento no había aparecido el tercer personaje del drama, la joven esposa abandonada con los cuatro hijos. Al principio, confiesa ella misma, se sentía orgullosa de la hazaña del marido, ayudando a toda una leyenda del mundo socialista a atrapar la libertad y hasta le preparó una habitación en su casa. Pero comenzó a sentir que las cosas andaban mal cuando el marido no volvió al hogar, sólo la llamó dos veces, se quedó en un hotel con la atleta y hasta falto al cumpleaños de una de las niñas.
Todo se vino abajo cuando los vio en un noticiero de televisión, como una pareja feliz, anunciando sus planes para el futuro, juntos. La Comaneci tenía la cadena y el anillo que el marido usaba antes. Entonces decidió pedir ayuda a un abogado, quien la esta asesorando en su campaña para lograr la solidaridad de los televidentes. Ya aceptó dos mil dólares de un periódico londinense para contar su historia, está recibiendo ayuda y los primeros afectos de este drama se han volteado contra Nadia porque muchos publicistas, preocupados por la imagen de roba-maridos que ahora tiene, prefieren no hacerle ninguna oferta, ya que su principal cualidad, la inocencia, la ha perdido al lado del amante.
La imagen que Constantin tiene ante los norteamericanos es desastrosa. El abogado de la esposa lo acusa de abandono y maltrato moral, mientras la nueva pareja busca nuevos ingresos para la accidentada vida que inician: una telenovela.