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NUESTRO JOVEN EN CARACAS

Un hombre de 33 años es ahora el responsable de manejar la delicada situación entre Colombia y Venezuela.

9 de marzo de 1992

TERMINADA LA PONDERADA GESTION de Noemí Sanín en la embajada de Venezuela, había gran expectativa sobre la persona que la reemplazaría en el cargo. Pocos días después se supo que el nombre elegido había sido el de Rodrigo Pardo García-Peña, un joven funcionario que se desempeñaba como vicecanciller. Pero antes de que se registraran reacciones sobre su nombramiento y de que él tuviera tiempo de posesionarse, varios sucesos ocurridos en el vecino país cambiaron el panorama en el que Pardo tendrá que batirse. El intento de golpe de Estado, las recientes declaraciones del Presidente venezolano sobre el golfo, la firma de un acuerdo comercial entre Carlos Andrés Pérez y César Gaviria que causó reacción en algunos sectores de ambos países, y el decreto recientemente dictado en Venezuela sobre los indocumentados, hacen que la luna de miel que vivieron las relaciones Colombia Venezuela durante la administración Sanín, tome nuevos y decisivos matices. Todo ello hace, también, que la atención pública se dirija hacia nuestro "joven" en Caracas.

Con apenas 33 años, Pardo como funcionario público y durante dos administraciones, se ha mantenido fiel al viejo credo que reza: "la prudencia hace verdaderos sabios". Y si algún requisito demanda en este momento la embajada de Colombia en Venezuela, es la prudencia. Reconocido por maestros y colegas como "una persona muy estudiosa y estructurada que tiene la virtud de dominar diversos temas", Rodrigo Pardo ha tenido que lidiar en varias oportunidades con el tema venezolano. Especializado en relaciones internacionales en Estados Unidos, el nuevo embajador participó durante el Gobierno de Virgilio Barco en el diseño de la política con Venezuela que derivó en los Acuerdos de Caracas, Ureña y San Pedro Alejandrino, aún vigentes. Y, como vicecanciller de Gaviria, ha seguido muy de cerca el desarrollo de las relaciones entre los dos países.

Aunque en términos de la opinión venezolana Rodrigo Pardo tiene que hacer un difícil reemplazo después de "la conquista" de Noemí del vecino país, detrás de su aspecto juvenil, hay una madurez intelectual y una precisión de criterios que envidiarían muchos diplomáticos veteranos.

Su nombramiento, además, se ubica dentro del espíritu de lo que se ha denominado el "revolcón" de Gaviria, pero esta vez en el mundo diplomático. Pardo resume el perfil de los funcionarios de esta administración: es un joven con experiencia. Buena mezcla.