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Nunca es tarde

De periodista a pintor, de empresario a futbolista... algunas personas no temen dejar de lado sus profesiones y hacer cambios abismales en sus vidas para volver a empezar.

8 de agosto de 2004

Por la mente de la mayoría de las personas alguna vez ha pasado la idea de cambiar de vida. Es entonces cuando aparece el deseo de dejar de hacer lo que la sociedad espera y exige para darse el permiso de cumplir viejos sueños. Sin embargo, generalmente es una ilusión no realizada que se queda en las ganas. Pero ya sea por la crisis de la edad madura, por echarse una canita al aire o por dar rienda suelta a los gustos, no faltan los intrépidos que se la juegan toda y se arrojan a la aventura de tomar un nuevo rumbo en sus caminos para siempre.

SEMANA presenta los casos de algunos de los pocos valientes que han decidido dar ese timonazo en sus vidas.

Nace una estrella

José Gabriel Ortiz es una de las figuras más populares de la televisión colombiana. Algo inesperado para alguien que hace seis años era un cachaco cuya chispa sólo se conocía en la alta sociedad bogotana. Lo suyo siempre habían sido la industria y el comercio, aunque acepta que estudió ingeniería industrial por darle gusto a su papá.

El carismático presentador de Yo, José Gabriel pasó por Planeación Nacional, fue uno de los fundadores de Colflores (hoy Asocolflores), creó una comercializadora llamada Interco y fue representante de Proexport en Europa con sede en Madrid. Sin pretensiones reconoce que su cambio no fue del todo voluntario sino más bien producto de las circunstancias, pues cuando regresó de España se encontró con que la difícil situación económica del país había golpeado a su empresa. "Estaba en el limbo", recuerda, cuando Carlos Julio Ardila y Paulo Laserna, quienes estaban montando el canal privado RCN, le propusieron presentar un talk show. Y no se equivocaron. Ahora sus amigos bromean diciendo que es la única persona a la que a los 50 años le empezaron a pagar por lo que había sido siempre: cachaco y mamador de gallo.

Regreso a las aulas

Los requisitos académicos de un doctorado no son cosa fácil de sobrellevar. Escribir ensayos, prepararse para los parciales y presentar exposiciones es algo que incluso a los veinte años no todos resisten. Por eso sorprende que alguien que pasa de los 60 como el empresario Nicanor Restrepo haya decidido medírsele a semejante reto. De ser uno de los cinco hombres más poderosos del sector privado, como cabeza del Sindicato Antioqueño, y acostumbrado a que sus empleados le marcharan, pasó a ser un estudiante que tiene que cumplir horarios y ser calificado. Desde noviembre Restrepo, quien hace 40 años terminó sus estudios como ingeniero administrador, está haciendo un doctorado de sociología en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París.

"Siempre pensé que después de jubilarme podía dedicar los últimos años de la vida a la apasionada tarea de aprender. Ahora simplemente el reloj marcó la hora", contó a SEMANA. Pese a las exigencias de su nueva actividad ha disfrutado cada momento de esta segunda vida: "Mi capacidad de adaptación ha sido increíble, al día siguiente ya estaba con el morral como los otros muchachos". Hoy, cuando está cumpliendo su sueño siente que es más feliz que nunca: "La vida es demasiado bella y lo menos que podemos hacer por ella es darle en el presente la oportunidad de vivirla intensamente".

Adiós a la corbata

A pesar de haber sido corredor de bolsa por más de dos décadas, hoy Camilo Durán no madruga pensando en el valor de las acciones sino en lo que va a decir al aire en el programa 6 a.m 9 a.m. Todo comenzó cuando, dedicado de lleno a la firma Durán Casas y Cía., hoy Promotora Bursátil, empezó a rondar por su cabeza la idea de darle un nuevo aire a su vida. Estaba pensando en estudiar y escribir cuando Yamid Amat le propuso trabajar en radio. Aunque no tenía ninguna experiencia, el periodismo siempre le había llamado la atención. "Simplemente decidí coger la flota", cuenta. Con sólo tres años y medio dedicado a esta carrera, experiencias como la de Viva F.M, y La Luciérnaga demuestran que en el mundo de los micrófonos se mueve como pez en el agua. Cuando se le pregunta qué tan abismal fue el cambio de su vida bromea: "No volví a usar corbata".

Cámaras por pinceles

Muchos colombianos todavía recuerdan a Mauricio Gómez presentando el Noticiero 24 Horas junto con Margarita Rosa de Francisco. Sin embargo ya hace más de 10 años que abandonó las cámaras para dedicarse a su gran pasión: la pintura. Estaba radicado en Atlanta, trabajando para CNN, en el punto más alto de su carrera cuando, agotado por la rutina y el ajetreo de cada emisión, decidió tomar algunas clases de dibujo. Pero lo que empezó como un hobby se convirtió en su verdadera vocación a los 40 años. Atrás dejó dos décadas dedicadas al periodismo. Se trasladó a París, donde empezó a estudiar en la Escuela del Museo de Louvre y en la academia Nicolas Poussin. Aunque reconoce que le falta mucho por aprender ya ha realizado varias exposiciones en reconocidas galerías de Europa y América Latina.

Un golazo a medio tiempo

Mientras que la mayoría de futbolistas empiezan a jugar a nivel profesional antes de los 20 años, Lucas Jaramillo decidió darse ese gusto a los 26. Como muchas personas, le prometió a su papá obtener un título universitario y luego dar rienda suelta a su pasión, por lo que estudió administración de negocios y finanzas en Boston. Sin embargo no cumplió con su cronograma pues después de graduarse pasaron varios años en los que trabajó en una firma de la Bolsa de Medellín, en el Banco Andino y en la constructora Interplan. El fútbol parecía ser un pasatiempo en su vida aunque siempre estaba en su mente, por lo que creó Futbolred, una página web dedicada a noticias deportivas. En esas estaba cuando varios amigos lo empujaron a dejar de lado su exitosa carrera en los negocios para ponerse la camisa del Santa Fe. En este equipo y años más tarde en Chicó Fútbol Club, Lucas comprobó que en cuestión de números el más importante es el que se lleva en la espalda cuando se pisa el terreno de juego.

Cambio de hábito

Es inevitable que algunos colombianos lo sigan llamado 'padre', pero ya hace algunos años Gonzalo Gallo dejó de ser sacerdote, algo que de por sí implica un cambio de vida drástico. "Me di cuenta de que lo más ético y sano era retirarme por no estar de acuerdo con posturas, creencias y estructuras de la Iglesia que no son la esencia de la fe", explica. Aunque atrás quedaron las eucaristías hoy sigue guiando a muchas personas con sus conferencias y libros como La magia del perdón, Oasis, Aeróbicos espirituales y El milagro está en nuestras manos, entre otros. "Me siento más libre para expresar lo que creo y poder iluminar a otros como un simple instrumento". Su conclusión acerca de su cambio de vida bien podría explicar las motivaciones de la mayoría de personas que, como las anteriormente mencionadas, han dado un giro de 180 grados en sus caminos: "Se trata de tener osadía para romper amarras y paradigmas. Es discernir en paz cuando la vida te llama a otra aventura".