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OBRAS SON AMORES

Liderados por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, los prelados colombianos están dispuestos a echar sus restos en el deseo de lograr la paz.

11 de agosto de 1997

Desde hace muchos años los jerarcas de la Iglesia en Colombia están hablando de paz. Sin embargo nunca antes como ahora los prelados han estado tan dispuestos a medírsele al reto de lograrla.Poco a poco los tradicionales sermones de Semana Santa están pasando de las palabras a los hechos. El más reciente y significativo episodio que demuestra la voluntad eclesiástica de tomar de una vez por todas el monstruo de la violencia por los cuernos sucedió hace menos de un mes, cuando la guerrilla terminó devolviendo sanos y salvos a los soldados secuestrados en las Delicias en agosto del año pasado. Independientemente de la polémica desatada alrededor de las fórmulas y las condiciones que hicieron realidad la entrega, lo cierto es que la intervención de la Iglesia, por mediación de monseñor Augusto Castro y el padre Jorge Martínez, fue definitiva en la tarea de hallar una solución diferente de la tragedia para tan delicado asunto.
La esperanza de una conciliación no alcanzó a asomarse tras el polémico capítulo de Cartagena del Chairá cuando fue nuevamente torpedeada por los atentados terroristas y los asaltos guerrilleros de los últimos días. Sin embargo, lejos de sentirse amedrentados, los más altos jerarcas de la Iglesia están de acuerdo en que no hay otra solución que empezar a promover el diálogo.Detrás de estas intenciones pacificadoras se esconde la figura de monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, un manizaleño de 62 años quien, al frente de la Conferencia Episcopal de Colombia, ha decidido unir los esfuerzos de todos los obispos y sacerdotes del país para proponer un plan de trabajo cuyo objetivo principal sea el de reconquistar la tranquilidad nacional. Amigo de la concertación y de la negociación como mecanismos esenciales de la reconstrucción social, desde cuando asumió la presidencia de la Conferencia hace un año monseñor Giraldo ha insistido en la necesidad de que la Iglesia sea la gestora de un ambiente propicio para el diálogo, una idea que está tomando cada día más vuelo en los círculos políticos. Precisamente este fue uno de los temas principales de la 64ª Asamblea del Episcopado Colombiano que culminó el pasado sábado en Bogotá. Y a pesar de que entre las conclusiones el propio Giraldo dejó en claro que la paz todavía está lejana, también es consciente de que "como vamos, vamos mal".
Por eso, al tiempo que suplicaba a los guerrilleros "un poco de coherencia con las expectativas que ellos mismos le crearon al país", el prelado dejó entrever en la voluntad de la Iglesia de crear alternativas de acercamiento entre el gobierno y los alzados en armas en aras de la reconciliación. Es apenas una ventana abierta, pero en todo caso una ventana por la cual muchos esperan que entren los vientos de la paz.