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El programa de Oprah, a quien muchos tildan de manipuladora, tiene una audiencia de 44 millones de televidentes.

POLÉMICA

Oprah, todopoderosa

Una biografía no autorizada sostiene que la vida de la mujer más poderosa del mundo del entretenimiento no es tan dramática ni inspiradora como ella lo ha hecho parecer.

15 de mayo de 2010

En la calle, mucha gente habla del libro, pero en la televisión no se dice una palabra. Así puede resumirse la historia de la biografía de la superestrella de la televisión gringa Oprah Winfrey escrita por la controvertida Kitty Kelley, que llegó a las librerías de Estados Unidos hace dos semanas. Titulada Oprah: A Biography; sus 445 páginas cuestionan varios episodios conocidos de la vida de esta mujer que se ha convertido en una auténtica diosa para millones de norteamericanos y que ha sido considerada la mujer más influyente del mundo.

Su historia oficial se conocía bien. Nacida hace 56 años en Kosciusko, un pueblo del sureño y racista estado de Misisipi, es hija de Vernon Winfrey, un hombre pobre que luego de trabajar como minero compró una peluquería de mala muerte en Nashville (Tennessee), y de Vernita Lee, afroamericana como él, que para salir adelante trabajo como empleada del servicio y tuvo tres hijos sin haberse casado. Oprah pasó los primeros años con su madre en Milwaukee (Wisconsin), más tarde se mudó a donde su padre y vivió una infancia tormentosa.

Según ella, creció en medio de estrecheces, en el baño de su casa "no había agua corriente" y con solo 9 años fue violada por un primo de 19 y por un tío. Luego, pasó una etapa de tanta promiscuidad que ella se calificó a sí misma como "prostituta", y a los 14 años dio a luz un hijo que murió antes de cumplir las seis semanas. Por si fuera poco, también admitió haber fumado crack. Pero Oprah no se rindió. Becada, estudió Comunicación en Tennessee, ganó un concurso de belleza y fue contratada por una emisora pequeña.

Más adelante la ficharon en Baltimore (Maryland), donde comenzó su ascenso a la cumbre, porque el siguiente peldaño llegó cuando fue contratada en 1983 para un talk show en Chicago, que solo tres años más tarde comenzó a transmitirse en todo Estados Unidos. Hoy, Oprah posee un imperio de más de 3.000 millones de dólares, una revista llamada simplemente O y una empresa de nombre Harpo (Oprah al revés). Es tal el número de fans que la endiosa, que hay un libro titulado El evangelio según Oprah. Una mujer sincera y ejemplar, sin duda.

Kitty Kelley ha puesto en duda esta historia de superación que conmovería al más indiferente. La autora, cuyas biografías de Jackeline Kennedy y la familia real británica, entre otras, han generado polémica, hizo más de 800 entrevistas para "luchar contra el mito" de Oprah. En una de ellas, Katharine Carr Estes, prima de la presentadora, dice que la familia no era tan pobre y en varios apartes sostiene que no hay pruebas contundentes de que hubiera sido violada. Fuera de eso, afirma que las lágrimas que la presentadora ha derramado en algunos de los shows no son tan espontáneas como parecen.

"En el programa del 11 de enero de 1995, cuando Oprah reconoció ante dos ex drogadictos que había fumado 'crack'", dice Kelley, no lo hizo sinceramente. "Dos periodistas de Chicago con buenas fuentes en Harpo, contaron que ella solo quería subir los 'ratings' y evitar que otras personas revelaran la historia".

Pero no solo eso. Kelley asegura que tras las entrevistas pudo concluir que Vernon Winfrey no es el verdadero padre de Oprah (aunque no identifica quién es) y deja entrever que la presentadora tiene hoy día una relación sentimental con su mejor amiga, Gayle Kina. Así las cosas, deja abierta la pregunta de por qué Oprah nunca ha oficializado las cosas con Stedman Graham, su novio desde 1986. Y explica que mientras se codea con Bill Clinton, Julia Roberts, Barack Obama, Tom Cruise y Caroline Kennedy, ni siquiera le da el número de teléfono a su madre. Es admirable, pero mala gente, según Kelley.

Verdad o mentira, la polémica está servida y Oprah, que a todos sus empleados les hace firmar un contrato de confidencialidad, está enfurecida. Por su parte, Kelley no ha podido promocionar su libro en televisión. "Sus colegas no me invitan a sus programas. Le tienen pavor. Barbara Walters, Larry King y hasta David Letterman han preferido guardar silencio".