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Fernando Lugo El presidente paraguayo reconoció ser el padre de un niño de dos años, al que concibió cuando era sacerdote con Viviana

PATERNIDAD

Padres por accidente

El presidente y ex obispo Fernando Lugo no es el único mandatario latinoamericano con un hijo extramatrimonial. Abundan.

18 de abril de 2009

El presidente paraguayo, Fernando Lugo, ex "obispo de los pobres", reconoció esta semana en un programa de televisión que había tenido un hijo hace dos años. Así puso punto final a la oleada de rumores desatados cuando Viviana Carrillo, la madre, hizo la denuncia judicial. En este caso la novedad es que cuando Guillermo Armindo Lugo fue concebido, su padre era un obispo en ejercicio, y había empezado su relación con Viviana cuando ésta tenía 16 años. Pero que notables figuras políticas latinoamericanas tengan hijos por fuera del matrimonio es una historia tan antigua como pública.

Al mejor estilo de El pájaro espino, Lugo conoció a la joven en el departamento de San Pedro, cuando esta se estaba preparando para recibir el sacramento de la confirmación en ceremonia que él oficiaría. Según la demanda de Carrillo, todo comenzó en la casa de su madrina, donde ocasionalmente se hospedaba el sacerdote. Y agrega que un día ella le llevó un juego de sábanas "y al preguntarle si necesitaba algo más, él me dijo que sí, que era a mí a quien necesitaba". Carrillo cuenta que fue víctima de acoso y que si finalmente sucumbió, fue por su corta edad y su inexperiencia. "Fui seducida por su forma de hablar, por sus palabras bonitas y por las promesas que hizo de renunciar a su cargo por mí. Fue mi primer y único hombre".

Sólo en diciembre de 2006 Lugo renunció al ministerio sacerdotal y episcopal para presentarse como candidato a la Presidencia a la cabeza de una histórica alianza opositora que ganó las elecciones el 20 de abril de 2008, con lo cual terminaron 60 años de dominio del Partido Colorado.

La revelación sobre el hijo del Presidente paraguayo no fue un gesto valiente y anticipado de quien reconoce sus flaquezas en público, sino la reacción tardía de quien se ve acorralado por la noticia. Ya durante su campaña sus detractores habían tratado de desprestigiarlo al inventarle hijos por todos lados. Además, desde hace algún tiempo el ex obispo de San Pedro, la región más pobre de Paraguay, estaba siendo chantajeado por el gobernador de esa provincia, que sabía de la existencia del niño.

Común denominador

En América Latina, que los hombres sean padres prolíficos no es una novedad. Los patriarcas se enorgullecían contando los hijos por docenas, repartidos en distintas madres, acrecentando su imagen de sementales inagotables. Pero cuando de Presidentes se trata, éstos siempre se presentaron como ejemplares monógamos que cumplían a pies juntillas los preceptos de la Santa Iglesia Católica, hombres de familia de impuestos pagos e hijos legales y reconocidos.

Sin embargo, la realidad siempre rompió el molde. El caso de Lugo, si bien es el más escandaloso por la mezcla entre romance, religión y política, no es el único que involucra a un mandatario latinoamericano.

En 2006, Alan García, presidente de Perú, admitió, acompañado de su esposa, la argentina Pilar Nores con quien tiene cinco hijos, ser padre de un niño producto de una relación extramatrimonial con la economista Roxana Cheesman.

El jefe de Estado peruano señaló que entre abril de 2004 y octubre de 2005 había tenido el romance, y se disculpó al aclarar que en ese tiempo había estado separado de su esposa. García reconoció a su hijo, le dio su apellido y le abrió las puertas del Palacio de Gobierno.

Otros ejemplos no son tan polémicos, como el del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, que reconoció desde su nacimiento a Lurian, una hija que tuvo en 1974 con la enfermera Miriam Cordeiro, después de haber enviudado de su primera mujer. Luego se casó con su actual esposa, Marisa Leticia, viuda y madre de un hijo, con quien tuvo tres más.

Evo Morales, presidente de Bolivia, soltero incurable, tiene dos hijos reconocidos de dos mujeres, Eva Liz, de 13 años, y Álvaro, de 11, mientras su hermana ejerce las funciones de primera dama.

Y en cuanto a mujeres, un asunto mucho menos probable en la región, la chilena Michelle Bachelet tuvo a su hija Sofía en diciembre de 1992, a la edad de 40 años, producto de la relación de tres años con un colega médico, Aníbal Henríquez, con quien nunca se casó. De su matrimonio anterior tiene dos hijos, Sebastián y Francisca, ambos universitarios.

La moda de tener hijos por fuera del matrimonio no es sólo de los actuales mandatarios. El ex presidente peruano y antecesor de Alan García, Alejandro Toledo, tuvo que reconocer en 2002 a una niña llamada Zaraí, de 14 años, tras una larga batalla judicial desplegada por su madre, Lucrecia Orozco.

Toledo, que llegó a la presidencia tras el desprestigiado Alberto Fujimori, se presentaba como un intelectual talentoso de moral intachable, hombre ético opuesto a la imagen de su antecesor, casado con una antropóloga belga experta en quechua. Pero, según él, durante un paréntesis matrimonial concibió a Zaraí.

El Presidente se negó a reconocer a su hija, a pesar de que el 80 por ciento de los peruanos estaba convencido de su paternidad, y utilizó todas las argucias legales posibles para ocultar el hecho, intentó neutralizar las evidencias de las pruebas de sangre, desacreditó a la madre de la niña y presionó a los jueces para que no ordenaran los estudios de ADN, hasta que, rendido por la evidencia, aceptó su paternidad.

Otro ex presidente, el argentino Carlos Saúl Menem, también se vio obligado a rendirse ante los avances de las pruebas genéticas, y reconoció en 2007 a Carlos Nair Meza, nacido en 1981 producto de su relación con la diputada Marta Meza. Ella conoció a Menem en Las Lomitas, localidad donde él estuvo confinado los últimos años de la dictadura militar. Durante mucho tiempo la mujer luchó para que su hijo fuera reconocido, pero el político se negaba a aceptarlo con comentarios como que el papá del joven era un carpintero que vivía en esa época en la casa de los Meza. En 2003 Carlos Nair tuvo que continuar la batalla sin su madre porque esta aparentemente se suicidó. Él siempre sostuvo que en sus primeros años, en privado, su padre siempre lo trató como a un hijo.

Como Menem no puede dar puntada sin show, el hijo reconocido, Carlos Nair, participó en una de las famosas series televisivas de Gran Hermano, donde apareció desnudo en cámaras recibiendo el apodo de 'Anaconda'. Su media hermana, Zulemita, se negaba a reconocerlo, celosa del amor -y la herencia- paterno, pero terminó reconciliándose con él, para unirse en la última campaña electoral del ex presidente en la provincia de La Rioja.