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Papa Francisco: un año intentando renovar la Iglesia

El pontífice ha sido más humano que sus antecesores y ha sorteado escándalos religiosos.

13 de marzo de 2014

Hace un año, Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el papa Francisco y llegó con las intenciones de renovar la Iglesia Católica y la fe de sus creyentes. Pero no la ha tenido nada fácil. En estos últimos 12 meses, esa religión se ha sacudido fuertemente por los escándalos de pederastia, lavado de dinero, corrupción, fraude y secuestro que, en algunos casos, han terminado en la destitución de prelados de alto rango.

El papa comenzó su aniversario con las mismas palabras que utilizó hace un año desde la plaza de San Pedro. 


En ese momento, la frase la acompañó de un acto en el que se arrodilló ante sus fieles para pedir la bendición como muestra de humildad. 

Desde el principio, Francisco anunció que quería que la Iglesia Católica fuera un modelo de austeridad y honestidad, puesto que el ‘Banco de Dios’, como se le conoce al Instituto de Obras Religiosas (IOR), era una de las entidades más opacas de la Iglesia.

Y fue precisamente por ahí que el papa Francisco sintió el primer remezón. En junio del 2013, Nunzio Scarano, el contador en la Santa Sede, fue apresado por lavado de dinero y corrupción.

El Vaticano expulsó al prelado y cuatro meses después, por indicaciones del papa Francisco, se hicieron públicas las cuentas del IOR por primera vez en la historia. 

Pero las crisis para el sumo pontífice no pararon allí. En julio, un sacerdote que estuvo en prisión cinco años por abusar sexual de adolescentes mientras ejercía su cargo religioso en Roma, aseguró que en el Vaticano había una red de prostitución homosexual

Dos meses después, se supo que el embajador del Vaticano en República Dominicana había sido destituido por las acusaciones de pederastia en su contra. Pero fue en enero de este año cuando le llegó el primer interrogatorio público ante una entidad internacional, pues la Santa Sede pasó a la palestra ante el Comité sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas por los casos de abuso sexual a menores de edad.

En medio de las revelaciones de pederastia que comprometían a jerarcas religiosos, el papa Francisco quiso mantener la imagen austera y renovadora con la que llegó desde la Compañía de Jesús.

En julio, su frase de “¿quién soy yo para juzgar a los gais?” generó reacciones a favor y en contra. Unos decían que esas palabras eran una prueba de que el papa cambiaría poco a poco a la Iglesia. Otros lo tildaron de ser persona de doble moral pues cuando fue cardenal en Argentina opinó que el matrimonio homosexual era contra Dios.  

En septiembre, promulgó abiertamente la participación de mujeres en el catolicismo. “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, dijo el sumo pontífice en una entrevista en la que también expresó que era necesario dejar a un lado la obsesión con el matrimonio gay y la fijación con el aborto y pidió no condenar a los divorciados. 

Durante este año, el papa hizo toda clase de actos mundanos que aterrizaron a la Iglesia Católica a una esfera más humana. Francisco recibió camisetas de distintos equipos de fútbol como el de su amado San Lorenzo, habló de la familia en tono jocoso diciendo que si bien no existía la familia perfecta ni hablar de la suegra perfecta y adquirió un viejo Renault 4.

Al final del 2013, sus actos fueron meritorios para que Time lo considerara el personaje del año, al igual que la revista gay The Advocate. Además, sus frases célebres y el papel que ha ejercido como sumo pontífice lo hicieron acreedor de ser el primer papa en estar en la portada de la revista musical Rolling Stone.

Sin duda, el papa Francisco ha sido más mediático y más querido que muchos de sus antecesores y, al igual que ellos, ha tenido que afrontar escándalos de pederastia y corrupción dentro de la Iglesia Católica. Muchos lo consideran el verdadero estandarte de la renovación religiosa pero otros dudan de tanto carisma y recuerdan las palabras que le crearon la imagen de ‘ultraconservador’ en Argentina.