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PESO PESADO

La designación de Jaime García Parra como presidente de la Andi demuestra que los industriales querían a un hombre de las grandes ligas como su vocero en la presente coyuntura.

18 de diciembre de 1995

EN EL GREMIO DE LOS INDUSTRIALES TOdavía es recordado como el Iaccoca colombiano, por su célebre paso por la presidencia de Acerías Paz del Río, durante la cual recuperó en forma casi milagrosa una empresa que para muchos era prácticamente irrecuperable. Su extensa hoja de vida, que comenzó a llenar a los 21 años cuando se convirtió en juez municipal de Madrid, Cundinamarca, parecía haberse completado con broche de oro como Embajador del gobierno de César Gaviria en Washington, entre 1990 y 1993, luego de haber sido vicepresidente financiero de Avianca, Ministro de Comunicaciones, de Minas y de Hacienda, director ejecutivo del Banco Mundial, Embajador en Londres, senador de la República e incluso varias veces miembro del abanico de presidenciables.
Sin embargo, cuando este peso pesado llevaba dos años dedicado a sus propias actividades y muchos pensaban que en su currículo no cabía un nombramiento más, la junta directiva de la Asociación Nacional de Industriales, Andi, lo eligió la semana pasada como presidente del gremio empresarial más influyente del país, en reemplazo de Carlos Arturo Angel.
En los corrillos industriales el nombre de Jaime García Parra fue considerado como un verdadero palo, pero un palo de los que gustan pues la noticia de su nombramiento ha dejado a todo el mundo contento. Los expertos están de acuerdo en que en las circunstancias actuales era necesario ir más allá del perfil tradicional que había caracterizado a los presidentes de la Andi para dar paso a uno que reuniera tres características fundamentales: gran habilidad diplomática y política, prestigio en el exterior y amplia experiencia en el sector privado. En tal sentido, pocos cumplen con los requisitos con tanta precisión como este economista y abogado bumangués, quien a sus 64 años conserva intacto el sentido de la disciplina, la exigencia y la severidad que quienes han trabajado con él jamás olvidan.
A pesar de que hay quienes sostienen que la humildad no es precisamente su mayor cualidad, lo cierto es que García Parra no tiene hoy mayores enemigos y por el contrario, se ha convertido en el medio empresarial y político del país en una especie de monedita de oro. En el terreno empresarial mantiene buenas relaciones con el Grupo Santo Domingo, lo mismo que con la Organización Ardila Lulle y el Sindicato Antioqueño. En el político, a pesar de su talante puramente conservador, es un hombre lleno de simpatías entre los liberales.
Pero tal vez el que ha recibido la noticia de su elección con mayor agrado es el propio García Parra, quien aunque no lo confesaba, parecía estar aburriéndose mucho desde que abandonó la embajada en Washington, pues según algunos de sus allegados, añoraba las batallas siempre duras del hombre público, que de seguro volverá a librar desde enero próximo, cuando asuma la presidencia de la Andi.