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SACANDO LA CARA...TULA

Un fotógrafo de Bucaramanga descresta a los editores de TIME.

23 de abril de 1990

Si hay algo que dé tanto prestigio como aparecer en la portada de TIME, es sin duda "hacer" la portada de TIME. Cinco millones de ejemplares, en todos los países, la han convertido en el medio al que aspiran tanto personajes, como periodistas fotógrafos de todo el mundo. Y eso fue lo que logró la semana pasada un bumangués de 31 años, llamado Rubén Afanador.

Luego de quince años de residencia en los Estados Unidos, Rubén no sólo ha cambiado su nombre--Ruven--, sino su acento santandereano que hoy apenas logra detectarse en el español trabado, típico de los inmigrantes latinos que después de muchos años llegan a hablar mejor el inglés que su propio idioma. A excepción de García Márquez y el Presidente Barco Ruven Afanador ha sido el único colombiano sin antecedentes ni cargos de narcotráfico que ha llegado a las páginas de esa revista en los últimos años. Por eso, su aparición en TIME, con elogio incluido por parte del editor, hizo que los pocos colombianos que reciben la revista, sacaran pecho.
Mary Anne Golon, la asistente del editor gráfico para proyectos especiales de la revista, dice que, desde que conoció su portafolio, había venido buscando un proyecto para Afanador. Y lo encontró en el tema del derecho a morir dignamente, al que la publicación le dedicó ocho páginas en su última edición. "Porque Ruven es tan calmado y de buen gusto en sus fotografías, pensé que era capaz de trabajar con las familias sin convertirse en un intruso" afirma Golon.

En efecto, con sutileza y dramatismo pero sin llegar en ningún momento a lo que pudiera considerarse la explotación sensacionalista del drama de los enfermos terminales, Afanador logró captar todo el dolor de sus familias. Para conseguirlo, no sólo buscó aquellos instantes claves en los que a través de una sola imágen podía recoger y expresar la intensidad de una situación, sino que utilizó técnicas especiales. Durante horas de laboratorio y mediante papeles y procesos químicos, el fotógrafo colombiano alcanzó un color sepia que le imprimió a su trabajo una atmósfera muy peculiar.

La foto de la carátula donde aparece Christine Busalacchi, una joven que quedó descerebrada después de un accidente de automóvil y que lleva una vida vegetativa desde 1987, representó para Afanador, el momento más conmovedor del trabajo que adelantó por todos los Estados Unidos durante una semana de agotadoras sesiones. Cuenta Afanador, que cuando estaba disparando el obturador, la enferma "de pronto abrió los ojos y parecía sonréírle a la cámara.
Ese gesto me hizo pensar en todo ese largo tiempo de sufrimiento de ella y de su familia".

Aunque al parecer las fotos de TlME son su primer trabajo reconocido, Afanador ya llevaba tiempo explorando en este campo. Se inició como fotógrafo de modas para prestigiosas revistas norteamericanas y europeas, pero fue sólo cuando la revista Washingtonian le encargó ilustrar un artículo sobre misticismo y religiones, que descubrió el género llamado fotoensayo. "Cuando terminé el primer rollo, sentí que era la clase de trabajo que mejor se ajustaba a mi creatividad", le dijo Afanador a SEMANA en Nueva York.

Atraído por ese imán que es la capital del mundo, Afanador se instaló allí hace un año en busca de nuevas oportunidades, sin más carta de presentación que un portafolio en el que guardaba sus años de trabajo fotográfico. Así llegó a golpear a las puertas de TIME que hoy, a su vez, le han abierto las del éxito.

Ruven Afanador, al contrario de lo que pudiera pensarse, no usa sofisticados equipos ni toda la parafernalia de luces y aparatos que acostumbran utilizar las estrellas del lente. Con una paciencia digna del santo Job, busca la composición perfecta. Mueve sillas, cuadros, abre ventanas, cierra cortinas y con la misma tranquilidad busca expresiones, gestos, ángulos y poses para que los protagonistas de sus fotos cuenten su historia. Armado apenas con una buena cámara y explotando las inmensas posibilidades de la luz natural, dispara, sin hacer concesiones al número, cuantas veces sea necesario para captar su objetivo. Una muestra de ello son las 900 fotografías que hizo para el trabajo sobre el derecho a morir, para el cual sólo se utilizaron, además de la de la carátula, seis fotografías. "Lo de la portada de TIME--dice Afanador--fue apenas una buena oportunidad. Esa no es la cima de mi carrera aunque debo confesar que cuando salí a la calle y vi la revista en los puestos de venta, caí en cuenta que había sido algo muy importante. Esto me lo corroboraron las llamadas de felicitación de mis colegas".

Ahora, picado por el gusanito del éxito y la nostalgia de su tierra, quiere volver a Colombia para tomar fotos de su gente "y mostrar la buena cara de mi país".-