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El padre Ambrose St. John fue el colaborador más cercano de Newman y se cree que también fue su pareja durante 30 años. Ambos están enterrados en la misma tumba. El Vaticano ordenó reubicar los restos del cardenal, lo que iría en contra de su testamento

ESCÁNDALO.

¿Santo y gay?

Según un grupo de activistas, un cardenal británico que está a punto de ser beatificado podría haber sido homosexual.

27 de septiembre de 2008

Siempre que el Papa anuncia que habrá un nuevo santo hay júbilo en la Iglesia católica. Sin embargo, cuando parece inminente que a finales de este año Benedicto XVI decretará la beatificación de un reconocido cardenal inglés del siglo XIX (el paso anterior a ser santo), ha habido más polémica que regocijo. Se trata de John Henry Newman, el más famoso católico converso británico, pues en sus primeros años fue anglicano hasta cuando en 1845 causó revuelo al cambiar de Iglesia.

El problema radica en que el Vaticano ordenó remover sus restos de la tumba ubicada en un cementerio en el pueblo de Rednal y pasarlos al Oratorio de Birmingham, con la idea de convertir éste en un sitio de peregrinación para los devotos del cardenal en una futura canonización. Después de todo, se trata de uno de los teólogos más influyentes de su época, figura principal del Movimiento de Oxford que luchó por devolverle a la Iglesia de Inglaterra sus raíces católicas.

El Ministerio de Justicia ya dio su visto bueno al traslado. Los que no aceptan esta medida son activistas liderados por Martin Prendergast, católico y miembro del Movimiento Cristiano de gays y lesbianas, y Peter Tatchell, candidato al Parlamento por el Partido Verde, quienes consideran que esa decisión es sólo una excusa para ocultar la verdadera orientación sexual del futuro santo.

Su argumento es que Newman está enterrado en la misma tumba del padre Ambrose St. John, su colaborador, con quien convivió durante 30 años. Según esta versión, al moverlo, el Papa estaría tratando de borrar el amor que existió entre los dos compañeros. Tatchell expresó a SEMANA que el Vaticano está incurriendo en un acto de "vandalismo moral" al irrespetar los deseos del propio Newman, quien fue enfático antes de morir: "Deseo con todo mi corazón ser enterrado en la tumba del padre Ambrose. Es mi última e imperativa voluntad", dejó escrito en su testamento. "Supe por una persona de alto rango en la Iglesia católica que la homofobia es la razón por la cual el Papa quiere separar los restos del cardenal de los del hombre que amó, para acabar con cualquier especulación", agregó Tatchell.

Las dudas sobre la sexualidad del sacerdote inglés están documentadas en varios libros que recogen textos que él mismo escribió. En 1864, en su obra Apología, le dedicó unas palabras a su compañero: "A ti, mi querido Ambrose, a quien Dios me dio, eres el puente entre mi vieja y mi nueva vida, quien ha sido tan devoto a mí por 21 años, tan paciente, tan fervoroso, tan tierno". Thatchell dijo al diario The Guardian que el cardenal dejó constancia en su diario del amor del padre Ambrose por él: "Desde el principio me amó con una intensidad incalculable (…) Yo fui su primero, su último". Cuando su compañero murió, en 1875, 15 años antes que él, Newman señaló: "Siempre pensé que ningún dolor era igual al de un esposo o una esposa, pero hoy para mí es difícil creer que haya una pena más grande que la mía".

Austen Ivereigh, ex asesor del cardenal primado de Inglaterra, salió a desmentir los rumores en la BBC, y aclaró que si bien Newman había comparado su tristeza con la que siente un marido que pierde a su esposa, eso no significaba que el vínculo entre él y St. John fuera equivalente a una relación de convivencia homosexual.

Algunos autores de la época de Newman habrían llamado la atención sobre su supuesto círculo de jóvenes amigos homosexuales y sobre lo afeminado de sus ademanes. Al respecto, el padre Ian Ker, profesor de teología de la Universidad de Oxford y autor de varios libros sobre Newman, dejó saber recientemente que sólo se trataba de una "amorosa amistad" entre dos hombres heterosexuales, muy común en el siglo XIX. Según explicó al periódico The Telegraph, la petición de ser enterrado junto a otro hombre probablemente no habría sido permitida por la Iglesia hoy. Además, aseguró que desde los 15 años Newman estaba convencido de que la voluntad de Dios era que fuera célibe, "un elevado estado de vida al que no puede aspirar la mayoría de hombres", habría dicho el cardenal.

Bernardette Waterman Ward, quien hace parte del grupo The Venerable John Henry Newman Association, reiteró a SEMANA que "incluso el biógrafo freudiano Frank Turner, quien buscaba aspectos extraños de su sexualidad, admitió que no había evidencia de actividad homosexual en el círculo de Newman. Lo que sucede es que Ambrose St. John fue su mano derecha en los momentos más caóticos de su carrera, cuando él estaba empezando una nueva comunidad religiosa en Birmingham y la primera universidad católica en Irlanda".

A pesar de que Tatchell aclara que es "imposible saber si la relación entre Newman y St. John involucró intimidad sexual", asegura que no hay duda de que estuvieron mental y espiritualmente enamorados, y que la abstinencia no acaba con la orientación sexual de una persona. La discusión ha llegado a las columnas de opinión de los diarios y blogs londinenses: algunos condenan la actitud reiterada de los activistas gay de apropiarse de los héroes de la historia británica y de llegar al colmo de considerar evidencia de homosexualidad a las amistades cercanas "como la de nuestro Señor y san Juan". Aun así, un sondeo realizado por el diario católico The Church Times concluyó que sólo el 20 por ciento de los encuestados está de acuerdo con la decisión del Vaticano de separar las tumbas. En otros medios opinan que gay o no, si a Newman lo van a trasladar, también deberían mover los restos de St. John, "para que así pueda descansar en paz".