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Es improbable que Strauss-Kahn aspire a las elecciones presidenciales francesas de 2012, pero no se descarta que regrese a la pol ítica.

INTRIGA

Se salió con la suya

Levantados los cargos contra Dominique Strauss-Kahn, el político francés no irá a la cárcel. Pero el escándalo sexual del siglo no ha terminado, pues tiene otros dos procesos en su contra.

27 de agosto de 2011

El juez de la Corte del Distrito de Nueva York solo necesitó doce minutos para ponerle fin a la telenovela más popular de los últimos tres meses en el mundo. En ese corto lapso, dio por terminado el proceso penal contra Dominique Strauss-Kahn(DSK), el exdirector del Fondo Monetario Internacional acusado de violar a la camarera Nafissatou Diallo en una suite del hotel Sofitel de esa ciudad. El escándalo, que le dio la vuelta al mundo por su combinación de sexo, poder y mentiras, terminó convertido en el mayor fiasco penal del siglo XXI.

El magistrado Michael Obus aceptó la petición de la Fiscalía de desestimar los cargos de agresión sexual e intento de violación. El ente acusador explicó, en un documento de 25 páginas, que ya no creía en Diallo debido a que su testimonio tenía muchas inconsistencias.

A la salida de la Corte, y sin el gesto adusto que se había convertido en su marca de fábrica, el político francés, de 62 años, habló por primera vez desde que el escándalo estalló: "Estos meses han sido una pesadilla para mí y para mi familia. Quiero dar las gracias a mis amigos en Francia y en Estados Unidos que han creído en mi inocencia". Las reacciones no se hicieron esperar. Mientras celebraba en la intimidad de su casa en compañía de su esposa, la periodista y multimillonaria Anne Sinclair, y su abogado, el célebre Benjamin Brafman, organizaciones feministas reclamaban justicia en las calles. No podían aceptar que el poderoso DSK se hubiera salido con la suya.

Desde el momento en que la Policía lo detuvo en el aeropuerto Kennedy, el 14 de mayo, la opinión pública se puso del lado de la inmigrante africana. Parecía la víctima perfecta de un hombre con dudosa reputación y un largo historial de infidelidades. Aún así, el acusado solo pasó siete días en la cárcel de la isla Rikers, pues la Corte de Manhattan lo dejó libre tras pagar una fianza de un millón de dólares y una caución de cinco.

Poco después, empezaron a aparecer vacíos y errores en el relato de la empleada, de 32 años, que hicieron palidecer el proceso. Los investigadores descubrieron que Diallo ingresó a Estados Unidos con una visa falsa y que jamás había sido violada por un grupo de soldados en Guinea, como había afirmado en un principio. Para rematar su credibilidad, también descubrieron que había contradicciones sobre lo acontecido inmediatamente después del abuso en el hotel. La camarera dijo primero que se había quedado en el pasillo antes de avisar a sus superiores. Pero luego cambió de versión y explicó que en realidad había ido a limpiar un cuarto vecino. Y el detalle que la acabó apareció cuando los detectives conocieron una conversación telefónica de la mujer con un amigo preso en Arizona en la que le decía que sabía exactamente cómo sacarle provecho a la situación.

Lo único claro de toda la trama es que el político y la camarera sí tuvieron relaciones sexuales (lo demuestran tanto los rastros de semen en el vestido de Diallo como el reporte médico revelado hace poco). Lo que no se ha podido confirmar es si el encuentro fue consentido. DSK se sostiene en su inocencia, mientras que la limpiadora decidió salir públicamente a los medios para desmentir el estatus de prostituta que algunos medios le atribuyeron cuando su testimonio se vino al piso.

En medio del espectacular desenlace, a los abogados de DSK les quedó la sensación de que la Fiscalía actuó de manera precipitada y, de paso, cuestionaron el show mediático que se armó en torno a la fama de donjuán del político francés.

Este caso fue tratado como un crimen cuando no lo era, manifestó Brafman. No es de extrañar que por estos días hayan revivido las teorías conspirativas que surgieron poco después de que el supuesto ataque salió a la luz. En efecto, algunos creen que se trató de un montaje de los conservadores para evitar que Strauss-Kahn, considerado el candidato favorito del Partido Socialista antes del incidente, llegara a la Presidencia, pues eso le habría dejado el camino libre a Nicolas Sarkozy para una eventual reelección.

Hoy la posibilidad de que el exdirector del FMI se presente a los comicios de 2012 es remota, pero hay quienes consideran que eso no significa que su carrera política esté acabada. No solo su movimiento celebró la decisión del juez de archivar el caso, sino también algunos de sus más feroces contradictores. El diario The New York Times le dio el beneficio de la duda: "Es probable que su voz sea importante durante la campaña presidencial, ya sea como asesor del candidato de su partido o como crítico de las políticas de Sarkozy".

Sin embargo, otros creen que si llega a renacer de las cenizas, la imagen de la izquierda francesa quedaría por el piso. "Strauss-Kahn no puede volver a ganarse el respeto que inspira un ministro y muchos menos un jefe de Estado. Tenemos suficiente con un Berlusconi", concluye un editorial del periódico británico The Guardian. La última encuesta realizada en el país galo refleja esa posición: más de la mitad de los franceses está en contra de que DSK regrese a la política.

Falta poco más de un mes para las primarias socialistas y, aunque no está claro qué papel asumirá, su futuro dependerá en buena medida de lo que pase con los procesos judiciales que aún tiene pendientes. Una vez aterrice en Francia, le espera la demanda que interpuso la periodista Tristane Banon porque supuestamente intentó arrancarle el sostén durante una entrevista que le concedió en 2003 en un lujoso apartamento de París. La defensa del político dice que se trata de un relato "fantasioso" y cree que la escritora no es más que una oportunista. Pero Banon ha dicho que está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias.

La camarera Diallo tampoco se quiere dar por vencida. El 8 de agosto, su abogado, Kenneth Thompson, abrió una causa civil contra Strauss-Kahn que podría significarle a su clienta una millonaria indemnización. Para Brafman y su equipo, eso comprobaría el argumento que plantearon desde el principio: que Diallo solo estaba detrás de la plata del funcionario y de su esposa. Esta también pudo haber sido otra de las razones para que la Fiscalía desestimara el testimonio de la empleada del Sofitel. A pesar de eso, es posible que la demanda prospere. De ser así, para DSK es preferible llegar a un acuerdo que someterse a la vergüenza pública de reconstruir los detalles del encuentro sexual con la africana, pues el abogado de ella estaría en capacidad de exigirle al político su versión de los hechos, dada la naturaleza de ese tipo de procedimientos.

En todo caso, el megaescándalo pasará a la posteridad al lado de historias tan suculentas como la del presidente Bill Clinton y Monica Lewinsky en los años noventa, o la del ministro británico John Profumo y la cabaretera Christine Keeler en los sesenta. Al igual que ellos, como explica el diario Le Monde, "Strauss-Kahn fue víctima de su imprudencia".