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Dennis Hope asigna los lotes al azar y para garantizarles a sus compradores que efectivamente están adquiriendo un terreno en la Luna, les entrega un título como lo haría cualquier agencia de bienes raíces. | Foto: AP

NEGOCIO

Se vende la Luna a bajo precio

Dennis Hope se ha hecho rico vendiendo finca raíz. Asegura que su negocio es legítimo y que las propiedades son suyas.

16 de marzo de 2013

Esta podrá ser la era de internet, pero muchos aún desconfían de cualquier proceso en línea, en especial de los que involucran compras. No es para menos, pues mientras los vendedores prometen piezas de museos, objetos que pertenecieron a estrellas de cine y hasta monumentos, los incautos compradores entregan su dinero y todo resulta ser una estafa.


A unos nunca les llega el producto, otros reciben una vil copia de lo publicitado y la rabia de todos es la misma cuando se dan cuenta de que los engañaron. Pero Dennis Hope está resuelto a restaurar la fe en las compras en línea. Así no pueda darle a sus clientes el producto físico, les envía las escrituras para certificar que son los felices dueños de un lote en la Luna.

“Cuando empecé, no me tomaban en serio. Hay quienes todavía no lo hacen. Pero mi negocio es legítimo y las propiedades son mías”, explicó Hope a SEMANA. Desde hace más de 30 años, el estadounidense vende parcelas en la Luna a través de su empresa Embajada Lunar. Aunque parece una locura, ya tiene más de 6 millones de compradores, entre los que se encuentran los expresidentes Jimmy Carter y Ronald Reagan. Por 20 dólares, más el envío y un impuesto lunar, cualquiera puede hacerse a 4.000 metros cuadrados (más o menos media manzana) en ese satélite. Su negocio ha crecido tanto que protagonizó Lunarcy!, un documental que compitió en el pasado Festival Internacional de Cine de Toronto.

El magnate se escuda en el tratado aeroespacial de 1967 de la ONU según el cual ninguna nación puede tener soberanía sobre los cuerpos celestes, pero no menciona a personas naturales. “Yo aproveché ese tecnicismo y registré la Luna a mi nombre en una notaría de San Francisco”, dice el empresario. Y no contento con eso, también reclamó todos los planetas del sistema solar, a excepción de la Tierra y el Sol.

Por supuesto, con una idea como esa, a Hope le sobran críticos. Incluso, una persona lo quería ridiculizar y luego de registrar el Sol a su nombre, le pasó cuenta de cobró al propietario de los planetas por 30 millones de dólares por la energía que les provee. El hombre detrás de la Embajada Lunar simplemente respondió: “Nunca le pedí su energía. No la quiero en mis planetas. Por favor apáguela”. Y es que ha sido difícil legitimar su profesión. Por eso en 2001 creó una especie de Estado llamado Gobierno Galáctico. “Ratificamos nuestra Constitución en 2004 y empezamos a construir relaciones diplomáticas de inmediato. Ya las entablamos con 30 países”. 

Aunque todo parece una broma, Hope se lo toma muy en serio e incluso tiene una conciencia ambiental única para que en la Luna no ocurran los desastres que suceden en la Tierra. “Hace poco rechacé una oferta de 50 millones de dólares de alguien que quería comprar una zona polar. Simplemente no están en venta porque no queremos que una sola entidad monopolice todos los recursos”, dice.

Es la misma razón por la que no permitirá que otros, con el dinero y las capacidades para alunizar de nuevo, realicen actividades mineras en sus propiedades. Sobre todo se opone a que exploten el helio 3, un isótopo muy poco común en la Tierra, pero abundante en la Luna, que es una gran fuente de energía que solucionaría el problema de la escasez de petróleo. Casualmente, el químico también es la moneda corriente de su Gobierno Galáctico y las reservas que se supone están en su satélite equivalen a 1.000 billones de dólares. Por eso, Hope se describe como “el hombre más rico del mundo... en teoría”.