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"SE VERLAS AL REVES"

Javier Duque y el hobby más raro del mundo: frases que se leen igual al derecho y al revés.

6 de abril de 1987

Oír hablar hoy en día de un palíndromo es tan improbable como seguramente lo ha sido siempre. La palabra, por falta de mejores referencias, trae a la mente en el mejor de los casos algo así como una nueva especie de pista de carreras y en el peor, un utensilio griego. Puede decirse que la única oportunidad que tiene un ser humano común y corriente de conocer un palíndromo es en la irrepetible etapa del bachillerato, donde se aprenden cosas tan inservibles como hermosas. Pues bien, un palíndromo, para la información de quienes terminaron la enseñanza media hace más de quince minutos, es una palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. (Ver título de este artículo).
Pero si usted pertenece a "la inmensa minoría" que recordó al rompe de qué se trata la palabrita, le interesará conocer a quien ha hecho del palíndromo su especialidad.
Javier Duque Gómez es un paisa de Manizales por más señas, que como tantos de su raza siempre ha tenido algo de músico, poeta y loco. Con poco más de cuarenta años, pertenece a una familia de catorce hijos donde hoy en día campean los médicos, los ingenieros, los arquitectos, los economistas y hasta las figuras de la televisión. "Pero yo sí fui bruto por decisión paterna hasta los treinta años" confiesa sin especificar el porqué de esa cifra. Entre esa época de "bruto" y su presente de intereses literarios pudo pasar mucha agua bajo los puentes.
Maestro del rebusque, sus andanzas comenzaron cuando salió de Manizales en 1961 para, después de una temporada en Bogotá, enrumbar para Nueva York, donde hizo el curso del inmigrante latino, como recepcionista de consultorio, costurero, chofer de camión en el aeropuerto John F. Kennedy y hasta industrial. "Allí también fui periodista: repartía el periódico por las mañanas, con un frío tremendo en el invierno". Su devenir lo trajo de regreso a Bogotá, donde junto con El Gordo Benjumea y Pepe Sánchez fundó El Circo, uno de los primeros cafés conciertos de la capital. "Como en casi todos los negocios que he tenido, quebré", recuerda con fingida nostalgia.
A esa época, 1971, se remonta la iniciación de sus intereses intelectuales, pues su chispa primaria de paisa impenitente caló muy bien en los círculos bohemios que por entonces veían el nacimiento de la Bogotá rumbera de hoy.
Se hizo empresario de artistas y ahí sí le cambió la vida, si la expresión cabe. Trajo a Colombia, entre otros, a Atahualpa Yupanqui, hoy su gran amigo, quien despertó en él la vena del papel y el lápiz. "Si por entonces no sabía ni siquiera lo que era un verso, mucho menos un palíndromo. Yo nunca he sido un buen lector. Me gusta más bien leerme a la gente en una buena conversación".
Lo siguiente fue entrar en contacto con las palabras leídas al revés, lo que hizo, como todo en su vida, por pura casualidad. Luis Enrique Nieto (ex Focine) en alguna noche de rumba le recitó uno de los palíndromos conocidos por todo el mundo, algo así como "las Nemocón no comen sal". La cosa le sonó, y de ahí en adelante se dedicó en sus ratos libres a componer, o descomponer, frases y palabras. Hoy puede decirse sin temor a equivocaciones que conoce el castellano "al derecho y al revés".
Por estos días se encuentra Javier preparando su primer libro de poemas y un volumen dedicado exclusivamente a los palíndromos. Eso, cuando le saca tiempo a una novela que le encargó una programadora para ser llevada a la pantalla, y a su firma de corredores de seguros, que justifica pues "para mis amigos es importante un poeta al cuidado de los seguros. Sin ánimo de compararme, todos los clientes deben recordar que Kafka y Kavaffis fueron también, corredores de seguros".
Sus frases alrevesadas resultan ser enigmáticas, como para permitir los extremos de la interpretación, reverente o jocosa.
"Yo soy ateo, poeta yo soy", exclama, palindromoso, y continúa:
"Yo hoy sé verlas al revés
León atarte trata, Noel!
Acátale, o él ataca

Oloroso oso rolo,
robas osos sin anís, soso sabor!

Amar a la mora aroma la rama
Amor a la mora aroma la Roma"

Nota la confusión de su interlocutor, pero eso no lo arredra:
"Arenita satinera:

Si amáis,
Amad a la dama
A la no dama, dónala

Avida diva:
A la moda, dómala
A la raza, azárala
A la luz, azúlala,
A la luna, anúlala
A la manada, Adán, ámala
La mar, Eloísa, así, olerá mal
O los navíos, o Iván sólo

Yo soy
líder, o redil
Yo hoy,
Sé verlas al revés".