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SECRETOS DE ALCOBA

La viuda de Borges rompe su silencio

5 de enero de 1987

A los cinco años, con un poema en inglés que le leyó la nodriza, María Kodama comenzó a descubrir la figura y el universo de quien muchos años después seria su marido, Jorge Luis Borges.
Ahora, viuda del autor después de un matrimonio muy breve y luego de ser su compañera de viajes por todo el mundo durante doce años, se dedica a recorrer las capitales europeas para hablar del proyecto que la mantiene agotada y muy delgada, la llamada "Fundación Borges", que se encargará de manejar todos los asuntos literarios y financieros relacionados con el escritor, promover nuevas figuras de las letras y recoger en una exposición permanente los manuscritos, notas, apuntes, entrevistas, publicaciones y otros materiales que forman una colección vastísima que muchas bibliotecas y museos han pedido albergar.
No es fácil ser la viuda de Borges y ella lo entiende y lo resume con palabras que hubieran dejado satisfecho al desaparecido autor: "El compromiso de ser la viuda de un hombre como él e ir por el mundo hablando de su obra y su recuerdo, es algo muy serio y es una responsabilidad con la que te ensuentras de repente y de golpe te miras al espejo y piensas que debes hacerlo bien todos los días. Antes yo estaba en segundo plano, siempre quise permanecer en un segundo plano, quedarme en un lugar discreto, a pocos pasos de él para lo que necesitara, pero lejos de la atención de quienes querían escucharlo y verlo y tocarlo. Pero ahora, te encuentras con menos libertad para todo porque eres y lo sabes, una figura pública, una figura que la gente busca, no por tí sino por lo que representas para ellos"
Los últimos días con Borges fueron difíciles: "Había momentos en que no entendía qué estaba pasando, en que los acontecimientos te rebasaban, en que ya no podías decidir sobre tu futuro inmediato, en que tenías que dejar que todo siguiera su curso". Molesta por las críticas de algunos sectores argentinos sobre la decisión del marido de quedarse en Ginebra, comenta: "Borges, quien siempre decía que era ciudadano del mundo, que no se sentía como pertenencia de ningún país, ni siquiera de Argentina, quería quedarse a vivir definitivamente en Ginebra, que está en el centro de Europa. Por eso en su último viaje ya fue a Suiza con la idea de establecerse allí, y mandá cerrar su casa de Buenos Aires y recoger todo lo que había".
Sobre la "Fundación Borges" dice: "Es una idea antigua. Borges y yo habíamos hablado de ello ya hace unos diez años, y de vez en cuando lo comentábamos. El espíritu que anima a la Fundación es el que refleja en su obra 'Los conjurados', impulsar una conjuración ética y estética para devolverle al mundo valores que ha perdido o que se encuentran aislados y difícilmente. Una recuperación de la dimensión ética y humana del hombre". Tendrá su sede, obviamente, en Ginebra, concederá premios, alentará investigaciones, patrocinará publicaciones y fomentara, curiosamente, ediciones de los autores favoritos de Borges.
¿Cómo era Borges?, ¿cómo lo veía su compañera de viajes, su amiga, su secretaria y luego su esposa? Ella dice con nostalgia y cansancio: "Borges era un ser con una gran vitalidad, en cierto modo fue él quien me enseñó a vivir, a apreciar mejor las cosas mas simples de la vida. Amaba la vida con gran intensidad y lo mismo disfrutaba de un viaje en globo que tomándose un 'brioche' que le recordaba su infancia. Hasta el último día de su vida estuvo trabajando. Era incansable. Su curiosidad que a veces parecía la de un niño, no conocía límites. Todo quería saberlo, todo quería averiguarlo por sus propios medios, todo quería almacenarlo en esa memoria privilegiada".
Entre los trabajos inconclusos que dejó, se cuenta el guión para un documental que debía ser patrocinado por la Unesco, dentro de la campaña mundial para salvar a Venecia de los estragos producidos por las inundaciones de hace veinte años. Hay un borrador de ese guión.
¿Qué prefiere María Kodama de la obra de Borges?: "El cuento que prefiero es 'Las ruinas circulares', y de sus poemas seguramente eligiría el segundo que escribió en inglés. Por ese poema que me leyó a los cinco años la nodriza, descubrí a Borges, y es un poema muy lindo en el que se ofrecen como prueba de amor los defectos y los fracasos".
¿Se cansaba con los viajes? Ella recuerda: "Los viajes al principio eran tranquilos, eran como unos cuatro desplazamientos por año, pero luego y de acuerdo al aumento de la popularidad universal suya, se fueron multiplicando de una forma inereíble, vertiginosa". Borges, burlón como siempre, dudaba de la importancia internacional de sus libros. Pensaba que era simple interés morboso de la gente por contemplar la figura ciega de un hombre que hablaba de pampas y gauchos.
Profesora de literatura en una universidad de Buenos Aires ella también escribe cuentos que los críticos encuentran muy lejanos del marido. Cuando tiene tiempo, sigue escribiendo. En todos estos meses sólo ha tenido tiempo para uno solo. Es María Kodama, para quien Borges escribió su poema, breve e intenso, "La luna".