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En ‘Behind the Candelabra’ las escenas eróticas entre Michael Douglas y Matt Damon consisten en besos y caricias apasionadas. Con su éxito, seguramente muchos estudios de Hollywood se arrepienten de haberla rechazado.

TENDENCIA

Sexo gay en la pantalla

El nivel de tolerancia frente al erotismo homosexual en el cine y la televisión ha llegado a niveles insospechados. El éxito de las películas ‘Behind the Candelabra’ y ‘La vida de Adèle’ son prueba de ello.

1 de junio de 2013

Algunos lo llaman porno, otros lo tildan de inmoral, e incluso hay quienes creen que es una estrategia política de los estudios para ganar puntos con la comunidad Lgbti y legalizar el matrimonio gay. Sea lo que sea, cada vez es más común ver historias de amor entre parejas homosexuales en el cine y la televisión. Y no solo eso. 

Desde hace un tiempo las escenas de sexo son tanto la más frecuentes como explícitas y, aunque todavía falta un largo camino para que la audiencia se sienta totalmente cómoda viendo a dos hombres teniendo relaciones, por lo menos no está huyendo despavorida de esas producciones. 

Behind the Candelabra, una película para televisión que cuenta la historia del pianista Valentino Liberace y su amante Scott Thorson, se estrenó la semana pasada en Estados Unidos y registró el segundo rating más alto de cualquier cinta original de HBO. 

Mientras eso sucedía, la Palma de Oro, el galardón más importante del Festival de Cannes, le correspondió a La vida de Adèle, un drama sobre una adolescente que se enamora de otra mujer cuyas escenas de sexo han sido el tema de conversación desde que debutó en el prestigioso evento. Y el hecho de que ambas, contra todo pronóstico, hayan sido tan exitosas es un síntoma de que la sociedad está preparada para ver otro tipo de relaciones en la pantalla. 

Aunque películas como Brokeback Mountain y series como Queer as Folk abrieron el camino para las producciones actuales, hoy todavía es difícil que la sociedad las acepte. Behind the Candelabra –dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Michael Douglas y Matt Damon– se grabó para televisión porque el director no logró convencer a ningún estudio de Hollywood de hacerla. Según las directivas, la película solo atraería al público homosexual y no sería rentable. 

Por supuesto eso no fue así. Fuera del espectacular rating que logró, la actuación de Douglas, la primera desde que se apartó de las cámaras para someterse a un tratamiento contra el cáncer, deslumbró a la crítica y muchos creyeron que se llevaría el galardón de Mejor Actor en Cannes. 

La cinta sobre Liberace enfrentaba un reto adicional: a pesar de que no había sexo explícito y pocas veces se mostraba la pasión de la pareja, era una historia de dos hombres. “Las escenas eróticas entre mujeres apelan también al público heterosexual, mientras que el sexo entre hombres no le llama la atención a todo el mundo”, dijo a SEMANA Paul Levinson, profesor experto en cultura popular de la Universidad de Fordham. Tal vez en eso radica el éxito de La vida de Adèle, pues con dos chicas en la cama la historia es más fácil de vender.

Sin embargo, esa película tampoco estuvo exenta de polémicas. A diferencia de lo que ocurre en la de Soderbergh, aquí el sexo es totalmente explícito. Eso generó muchas críticas, pues algunos creen que la cinta, dirigida por el franco-tunesino Abdellatif Kechiche, solo busca complacer al público masculino. Pero sus defensores insisten en que simplemente es una historia de amor y que las escenas eróticas no solo son necesarias sino que muestran la belleza de la relación. No en vano fue la mejor en el festival de cine más prestigioso del mundo.

La tendencia no es nueva y hoy incluso es importante incluir personajes homosexuales en programas de televisión y películas. Para darles desarrollo es apenas natural que, como sucede en la vida real, también tengan una vida sexual activa. Y el hecho de que ahora se esté convirtiendo en una constante puede indicar que la sociedad es más tolerante con otros estilos de vida y romances. Como explicó Levinson: “Nuestra sociedad está madurando. En últimas, si la historia es buena, poco importa que sea sobre una pareja del mismo sexo”.