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SUBE LA BILIRRUBINA

Con su nuevo álbum 'Ni es lo mismo ni es igual', Juan Luis Guerra desmiente su retiro de la música.

4 de enero de 1999

Despues del lanzamiento de Fogaraté en 1994 todo lo que se había escuchado sobre Juan Luis Guerra eran rumores. A pesar de que hace cuatro años aseguró que había tomado la determinación de dejar a un lado los conciertos para dedicarse más a su familia, la prensa sensacionalista se encargó de ventilar cualquier cantidad de especulaciones sobre su suerte. La primera fue que lo había abandonado todo por seguir a Jesucristo. Pero una decisión como esta, justo en el tope de su carrera, hizo pensar a muchos en algo más.
Algunos se transaron por la idea de que sufría de una intensa depresión que lo había llevado, incluso, a incumplir un contrato de grabación. Otros afirmaron que había agotado su inspiración y otros que tenía un cáncer irreversible y que además había perdido un ojo.
Sus escasas apariciones en el campo musical durante estos últimos años no hicieron otra cosa que acrecentar la incertidumbre sobre su verdadero estado anímico. Una canción para una película de cine era lo único que había hecho después de Fogaraté, algo que alimentó los rumores sobre su retiro, a pesar de seguir trabajando en campos afines a la música, tanto en su emisora en Santo Domingo como en los estudios de grabación 4.40 en Miami.
Semejante distanciamiento contrastaba con una vertiginosa carrera que lo posicionó como uno de los intérpretes más revolucionarios de la música tropical. Su álbum Ojalá que llueva café alcanzó el primer lugar en ventas de música de habla hispana en todo el mundo en 1990.
Al año siguiente, con Bachata Rosa, conquistó el premio Grammy en su género. Mientras tanto canciones como La bilirrubina, De tu boca y Burbujas de amor se convirtieron en verdaderos clásicos de la música bailable contemporánea. Sin embargo Areito, un trabajo dedicado a los indígenas de América y curiosamente el favorito de Guerra, no corrió la misma suerte. La producción no arrojó los dividendos esperados y a partir de ese momento Guerra y su 4.40 ingresaron a un limbo musical del que nadie se atrevía a pronosticar su futuro. La incertidumbre llegó a tal punto que el percusionista del grupo, Chichi Peralta, formó tolda aparte. Este hecho obligó a sus productores a promover un disco con los grandes éxitos de 4.40 para contrarrestar el vacío dejado por Guerra.
Pero la aparición del álbum Ni es lo mismo ni es igual , cuyo estreno será el16 de diciembre, ha servido para acabar con las suposiciones. Aunque es evidente su consagración religiosa, explícita desde la misma dedicatoria del disco a Jesús y reflejada en la canción Testimonio, el Juan Luis Guerra de hoy ha demostrado estar intacto. Sus composiciones, sin ser tan comerciales como las anteriores, mantienen la calidad. Más entrañable y nostálgico si se quiere, Guerra arremete con merengues y bachatas con el romanticismo de siempre, apoyado más por la guitarra que por la orquesta en pleno. Si vaya a gustar más o menos que sus anteriores producciones es un asunto aparte. Lo cierto es que Juan Luis Guerra ha vuelto con un disco que busca despejar de una vez por todas esa avalancha de dudas que habían hecho suponer que la bilirrubina no volvería a subir.