SUS GOLES TIENEN LA PALABRA

COMENZO COMO TODOS LOS IDOLOS. EN la calle, descalzo, pateando una bola de trapo, como lo hacía Pelé. Y como Pelé, también se colaba en los estadios. De niño lo hacía en el viejo estadio Romelio Martinez, de Barranquilla. Para ver a su equipo del alma: el Junior, de Barranquilla. El mismo donde su padre se convirtió en ídolo en los años 60. El mismo donde hoy, con sólo 19 años, él es la gran estrella.

Iván René Valenciano, costeño, pero tan frío y distante como Lucho Herrera. El no habla. Sólo sabe meter goles. Ya lleva 27 este año y se ha convertido en uno de los goleadores más jóvenes del fúbtol colombiano., A simple vista no tiene la pinta de ser el terror de los arqueros. Su estatura -1.75- no le ayuda mucho. Sus piernas, regordetas, lo hacen ver más como un levantador de pesas que un ágil y escurridizo centro delantero. Su contextura da la apariencia de un atleta frágil, pero cuando está en el área contraria, es una locomotora que arrasa con lo que se encuentra por delante. Y es que a la hora de hacer goles la pinta es lo de menos. Eso ocurre con Iván René Valenciano con su cara de yo no fui, domingo a domingo, enloquece a los miles de fanáticos que se dan cita en el nuevo estadio de Barranquilla, para gritar a todo pulmón sus goles. Para vitorear su nombre cada vez que la pelota llega a sus pies. Para izar la bandera con los colores del Junior cuando el partido termina y comienza la fiesta a punta de ron y vallenato.

Pero no sólo los fanáticos curramberos se enloquecen con los goles de Valenciano. Igual ocurre en los otros estadios del país. Al final de cada partido su nombre se grita en coro y los aplausos no se dejan esperar. Por todo esto se ha convertido en uno de los futbolistas con mayor futuro en Colombia. De tipo exportación. Pero él prefiere esperar. Cree que todavía está