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26 de febrero de 2011

A primera vista, cualquiera podría pensar que el edificio más alto de la remota villa de Baktawng, en el nordeste de India, es un hotel. Pero la verdad es que en sus cuatro pisos y cien habitaciones reside Ziona Chana con sus 39 esposas, 94 hijos, 14 nueras y 33 nietos. Son en total 180 personas que convierten a este indio, de 66 años, en el patriarca de la familia más grande del mundo que vive bajo un mismo techo.

"Tengo mucha gente que cuidar y me considero un hombre afortunado", dijo a un medio británico la semana pasada, cuando accedió a ser fotografiado en su hogar por primera vez. Miembro de la secta religiosa Chana, una rama del cristianismo que permite la poligamia y fue inventada por su abuelo hace casi cinco décadas, Ziona conquistó a su primera esposa en 1961, cuando tenía 17 años y ella, 19. Aunque en sus épocas alcanzó a casarse con diez mujeres en un solo año, todavía sigue siendo el mejor partido de la aldea y su más reciente matrimonio fue el año pasado, con una joven a la que dobla en edad.

Sorprendentemente, todas las esposas coinciden en que se la llevan bien y se turnan para pasar la noche con Ziona, con el fin de evitar peleas. Pese a que él asegura que duerme con una sola mujer, algunos vecinos dicen que le gusta compartir su lecho con siete. Lo único que a veces desata roces entre las 39 es que las camas están organizadas según la edad, es decir, las más jóvenes tienen el privilegio de estar más cerca del dormitorio principal, mientras que las más viejas descansan en el extremo opuesto.

Zathiangi, la cónyuge más antigua, tiene 69 años y se encarga de organizar las labores domésticas. Según su filosofía, las esposas deben preparar la comida; las hijas, limpiar la casa y lavar la ropa, y los hombres, cultivar los alimentos y cuidar el ganado. Además de sembrar sus propios productos, Ziona tiene un taller de carpintería con el que se hace algún dinero extra. Apenas lógico: la familia consume a diario treinta pollos, diez litros de leche, noventa kilos de arroz, sesenta de papa y setenta de carne.

Lo paradójico es que el indio nunca quiso cargar con semejante responsabilidad, pues a pesar de haber sido criado bajo los preceptos de la secta Chana, cuando era adolescente se convenció de que el matrimonio no era lo suyo. "Mi papá tenía siete mujeres que lo seguían a todas partes, y cuidar de ellas era muy difícil". Aclara, sin embargo, que dios le tenía otros planes. Su hijo mayor, de 49 años, cree que su papá escogió casarse con las chicas más pobres de la aldea para servir como ejemplo a la humanidad. Y su misión aún no termina: "Estoy pensando en ir a Estados Unidos a buscar más esposas". n?