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TODO EN SU VIDA ES SAXO

El colombinao Antonio Arnedo se está jugando en Nueva York el título de mejor saxofonista del mundo.

2 de diciembre de 1991

TODAS LAS TARDES ANTONIO ARNEDO se encierra en su estudio, instala el atril, abre la partitura, aprieta los labios contra la boquilla, dobla las rodillas e inaugura su sesión diaria de ensayo con un poderoso soplido que pasa por el tubo de su saxo y sale al otro lado en forma de jazz.

Cumpliendo religiosamente con esta ceremonia todos los días durante los últimos años, es como consiguió llegar a las finales del concurso de jazz más importante del mundo que se hace en los Estados Unidos.

La primera vez que tuvo un saxo en sus manos, Antonio -lejos de pensar en tocarlo- pensó en venderlo. Su padre es Julio Arnedo, reconocido solista de la Filarmónica de Bogotá. Por eso el mundo de los instrumentos musicales no le era para nada ajeno. Un saxo del que alguien quería deshacerse, fue a parar debajo de su cama en espera de la oportunidad de un cliente que cuadrara las fianzas del entonces estudiante de geología. Pero el posible negocio fue convirtiéndosele a Antonio en una trampa musical escondida debajo de su cama.

Su hermano formaba parte de un grupo de jazz que tocaba en las noches en una pizzería. Eran épocas en las que lugares como Doña Bárbara y el Bar 93 , abrían para los amantes del jazz una opción de música espeeializada en Bogotá. Cuando vino a darse cuenta, Antonio se había convertido en una especie de lazarillo que seguía a los músicos que le gustaban por todas partes en donde tocaran. Al final, la posibilidad de tocar él mismo el saxo, pudo más que la expectativa de aumentar su cuenta bancaria y -sin saber leer letra- se animó a dejarse ver con su instrumento en los lugares donde sonaba la música que le gustaba.

Cuando el maestro Francisco Zumaqué estaba a punto de escoger los integrantes de su grupo musical Macumbia, Antonio hizo cola en la fila de aspirantes. Más por deferencia con el papá que por los conocimientos musicales que en ese momento tenía Antonio, Zumaqué aceptó hacerle una prueba. Una clavada de varias noches lo sacó avante en la prueba y la geología fue definitivamente reemplazada por el jazz.

Ya decidido a dedicarle la vida al saxo, llegó a ser solista de la Filarmónica y de la Sinfónica de Bogotá, formó parte del grupo Vox Populi, y creó su propio conjunto