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UN BAJO MUY ALTO

El primer premio en el concurso Pavarotti puso al joven bajo Valeriano Lanchas en el curubito de la lírica internacional. Ahora el reto es mantenerse.

25 de diciembre de 1995

HACE DOS AÑOS, AL FINALIZAR LAS HAbituales audiciones para jóvenes talentos organizadas por la Fundación Camarín del Carmen antes de cada temporada de ópera, sucedió algo especialmente particular. El jurado, compuesto por la directora del Camarín, Gloria Zea; Dimitr Manolov, director de la Orquesta Sinfónica de Colombia, y Francisco Rettig, titular de la Filarmónica, estuvo de acuerdo en que la revelación de ese año era un bajo de escasos 17 años que había interpretado el aria de Sarastro, de La flauta mágica, de Mozart. Se llamaba Valeriano Lanchas, pero al final su nombre no aparecio en la lista de seleccionados.
Hijo de la mezzosoprano Martha Lanus y amante de la ópera hasta el punto de haber decidido que sería cantante lírico desde que tenía 6 años, a Lanchas le costó trabajo asimilar el golpe. Dicen que su primera reacción fue la de rechazar cualquier ofrecimiento futuro de la Opera de Colombia, pero pudo más su profesión que ese pequeño capricho juvenil y el año pasado debutó en El barbero de Sevilla, de Rossini, en el papel de Fiorello.
Después de su presentación el público quedó convencido de que aquel muchacho imberbe tenía talento suficiente como para emprender una carrera prometedora. De hecho, el lanzamiento de la presentación de Luciano Pavarotti en El Campín en el célebre concierto del secondo de febrero, fue para Lanchas el anuncio de que en la venida del tenor italiano había una oportunidad enorme. Pavarotti haría personalmente la eliminatoria regional de su ya prestigioso concurso de Filadelfia (Estados Unidos) y el bajo colombiano no perdería la ocasión para fajarse. Durante la extenuante jornada, Pavarotti se tomó el trabajo de dar consejos y recomendaciones a los concursantes. A todos menos a Lanchas, quien cantó dos arias de Mozart y sólo escuchó del tenor italiano una lacónica frase: "grazie caro". Valeriano había quedado escogido, junto con dos venezolanos, para la final en Filadelfia.
El resto es historia. El primer premio del prestigioso certamen, obtenido a los 19 años, le abrió las puertas del mundo y, para completar, tiene pendiente un concierto el año próximo al lado de su descubridor internacional, el mismísimo Pavarotti.
Valeriano, quien hasta antes del concurso era un intérprete más de la temporada de ópera nacional en papeles como Alí en La italiana en Argel, de Rossini, y Yamadori en Madame Butterfly, de Puccini, ha pasado a ser la gran promesa del canto lírico colombiano. Una promesa que el propio Lanchas debe cultivar con mucho tacto, sobre todo a una edad en la que hasta ahora está iniciando su proceso de formación vocal, del cual depende buena parte de su futuro. Porque una cosa es tener una excelente voz a los 19 años y otra muy distinta madurarla. Este será, sin duda, el gran reto de Valeriano Lanchas.