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UN "HAMPON" MENOS

Con la muerte de James Cagney se acaba toda una generación de actores expertos en interpretar delincuentes.

5 de mayo de 1986

Pequeño, macizo, pendenciero y colorado, hijo de un alcohólico y una irlandesa que peleaba con todas las vecinas en ese infierno de Yorkville. una de las zonas más peligrosas de Nueva York, este hombre que junto a Humphrey Bogart, George Raft y Edward G. Robinson era considerado el prototipo del hampón en el cine norteamericano, se reía cuando le preguntaban sí le gustaba interpretar esos personajes y decía, masticando un enorme puro: "No era que me gustara hacer de malo pero había que comer... No, mentira, me fascinaba estar al otro lado de la Ley y sobre todo, me fascinaba ver la cara asustada de las mujeres que iban al matiné, del brazo de sus novios y maridos y, mientras peor era mi personaje más se aferraban al mequetrefe que tenían en la otra butaca".
James Cagney, a quien vimos por última vez en el cine, interpretando un papel que contradecía toda su carrera, el de jefe de la policía en Ragtime del checo Milos Forman, por fin dejó descansar las ametralladoras y los zapatos de dos tonos y la raya del peinado a la mitad y esos ojos duros que algunas de las escenas más tensas de sus películas eran peores que las balas que disparaba.
Dicen que los gangsters más famosos de Norteamérica y Sicilia entraban a escondidas a mirar sus películas, con el fin de aprender algunos de sus gestos: lo que ellos olvidaban es que muchos años atrás, antes de ser rozado por la fama de Hollywood, antes de ganarse un Oscar por el personaje del bailarín y cantante George M. Cohan en Yankee Doodle Dandy, antes de ser postulado por " Los ángeles con cara sucia" y "Amame o déjame", antes de convertirse en esa mole que casi no se puede mover, que muerde las palabras y el puro, que usa lentes negros porque no soporta la luz del sol, mucho antes, este hombre duro y violento lo había sido de verdad durante su niñez, cuando tuvo que defenderse a golpes y palos en esas calles de un barrio al que volvió muchas veces después como simple ejercicio de la nostalgia.

TODOS LOS HAMPONES
Filmó sesenta y dos películas y jamás se consideró un actor profesional sino alguien para quien interpretar pandilleros y hampones era la prolongación de la vida real aunque, también ganó excelentes críticas por sus personajes en películas inolvidables como "Los turbulentos años veinte", "Calor blanco", "Mr, Roberts", "El hombre de los mil rostros" haciendo el papel de otro monstruo del cine, Lon Chaney, pero el personaje que lo inmortalizó fue el de "El enemigo público", una interpretación que muchos críticos siguen analizando porque la consideran la suma de las expresiones corporales de los más famosos hampones norteamericanos: en los cines, cuenta la leyenda, cuando Cagney hacia un gesto, los espectadores coreaban enseguida a qué antisocial pertenecía esa secuencia y durante el rodaje el actor se divertía advirtiendo a los compañeros de reparto cómo reaccionaría la gente.
Nutrido con la sangre y el sudor de esa barriada, enseñado por los golpes de la vida y los policías y sus amigos, Cagney (había nacido un 17 de julio de 1899), tomó a los catorce años el único oficio que podía desempeñar a cabalidad: boxeador, pero pronto el dolor lo venció, encontró mejores colocaciones como repartidor de un supermercado y más tarde como vendedor de periódicos hasta cuando se enroló en una compañía de cómicos que recorría pequeños pueblos y veredas. Un agente lo descubrió, le hizo una oferta interesante y con Maggie the magnificent se inició la interminable carrera que, solo a la quinta película, "El enemigo público" filmada en 1931, en la que se usaron municiones y armas reales, se ganó la popularidad que ya no lo abandonaría.
Tenía un temperamento difícil y en varias ocasiones peleó con los estudios (demandó a la Warner por 150 mil dólares, les ganó y por primera vez en Hollywood, en 1937, logró que le reconocieran esa suma en las siguientes películas), abandonó el set durante el rodaje de una película con Billy Wilder, "Uno, dos,tres" y por haber ayudado económicamente a los republicanos españoles durante su guerra civil, fue citado ante una comisión del Senado norteamericano, en plena cacería de brujas del senador McCarthy. Irónicamente, uno de los políticos que instigó esas investigaciones en Hollywood, Ronald Reagan convertido en Presidente de su país, le entregaría hace pocas semanas la Medalla de la Libertad por sus servicios a la cultura norteamericana.
Detestaba el mecanismo publicitario de Hollywood, odiaba que lo llamaran estrella y prefería refugiarse en su granja con sus vacas y sus caballos y su mujer con quien se había casado en 1922 y con la que tuvo dos hijos.
Ahora las ametralladoras han quedado silenciosas y Cagney, lo mismo que Bogart y Robinson y Raft debe estar armando otra clase de pandilla.