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Un héroe discreto

A pesar de que Neil Armstrong, el primer hombre en poner un pie sobre la Luna, estaba destinado a ser un superhéroe planetario, siempre le huyó a la fama.

1 de septiembre de 2012

A pesar de que Neil Armstrong, el primer hombre en poner un pie sobre la Luna, estaba destinado a ser un superhéroe planetario, siempre le huyó a la fama. Al menos, en eso coinciden casi todos sus amigos y familiares que por estos días le rinden un homenaje al astronauta fallecido el 25 de agosto. Durante años Armstrong rechazó peticiones de biógrafos, le exasperaba responder cómo se sentía caminar sobre la superficie lunar y tenía una estricta política de no dar autógrafos, pues sabía que su firma se vendía sin autorización. Incluso tuvo una disputa legal con su barbero cuando se enteró de que había vendido su pelo por 3.000 dólares. Después de retirarse de la NASA para dar clases en Ohio, la prensa y el público continuaron persiguiéndolo, pues su proeza siempre estuvo rodeada de especulaciones. Muchos se preguntan por qué ondeaba la bandera si en la luna no hay viento, o por qué no han vuelto a enviar hombres si hoy la tecnología es mucho más avanzada. Armstrong siempre hizo caso omiso a las teorías conspirativas y solo se pronunció una vez al respecto: "Sé que un día alguien volará de nuevo y recogerá la cámara que dejé allá arriba".