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UN HOMBRE DE OPINION

De todos los candidatos a la Presidencia Juan Camilo Restrepo es el más preparadoy el que menos posibilidades tiene.

7 de abril de 1997

Si hay unanimidad sobre la capacidad de alguien para ser Presidente de la República entre todos los que lo conocen es sobre la del parlamentario conservador Juan Camilo Restrepo. El problema es que no todos los colombianos lo identifican. Restrepo estuvo más de 20 años dedicado a la gerencia pública como superintendente bancario, presidente de la Comisión Nacional de Valores y de Acerías Paz del Río, asesor de la antigua Junta Monetaria y Ministro de Minas y Energía de la administración Gaviria. Su ingreso a la política es más bien reciente. En 1994 hizo alianza con Fabio Valencia Cossio, a quien los colombianos identifican con la maquinaria y el clientelismo, una imagen totalmente opuesta a la que Juan Camilo ha logrado proyectar en su corta trayectoria como senador. Esta alianza de contrarios ha producido, sin embargo, una llave política que consolidó a Valencia Cossio como uno de los jefes políticos con más votos en Colombia y colocó a Restrepo en la fila de los presidenciables. Pero ser presidenciable no basta. El senador antioqueño se lanza a una arena en la que tal vez es más importante ser conocido que competente. Y si su profundo conocimiento de la economía nacional le ha hecho ganar prestigio entre la clase empresarial -tanto que si las elecciones dependieran de los votos de ésta lo más probable es que ganaría-, su respaldo es apenas un dígito en un porcentaje congestionado por seis o siete candidatos ampliamente conocidos. Por eso su mayor reto como candidato presidencial es, precisamente, romper esta barrera invisible, algo nada fácil en vista del panorama electoral que se avecina. En el interior de su partido, se enfrenta a dos monstruos de la popularidad: Andrés Pastrana y Noemí Sanín. El primero, a pesar de su bajón, es el único candidato conservador que ha logrado reunir 3,5 millones de votos en unas elecciones. La segunda, a pesar de su descenso en las encuestas recientes, hace algunos años obtuvo índices superiores a los de Luis Carlos Galán y cercanos al 80 por ciento de popularidad. Si a esto se suma que del otro lado, del liberal, lo más probable es que se enfrente a personajes como Horacio Serpa o Alfonso Valdivieso, no cabe duda de que el trayecto de Juan Camilo Restrepo hacia la silla presidencial no es exactamente una autopista. El senador antioqueño tiene a su favor ser uno de los más serios y diligentes parlamentarios. Si Víctor Renán Barco era el héroe de las antiguas legislaturas, hoy para muchos Juan Camilo Restrepo lo ha reemplazado. No obstante, para algunos observadores es esta seriedad la que lo hace difícil de elegir. Es un hombre sobrio y mesurado, cuyas intervenciones en el Capitolio sobresalen más por el contenido que por el espectáculo, características difíciles de vender frente al vibrato populista de Serpa. Aún así, Juan Camilo Restrepo está convencido de que ser el dueño de la maquinaria ya no es tan ventajoso y por eso está dispuesto a demostrar que el voto amarrado ha sido reemplazado por el voto de opinión.